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Las negociaciones pesqueras con Marruecos, al borde de la ruptura

Las negociaciones económicas y de pesca hispano-marroquíes, se encontraban al borde de la ruptura en la mañana de ayer, sólo doce horas después de haber comenzado. Las sesiones, que continuarán hoy, domingo, parecen constituir únicamente un intento por salvar las apariencias, ya que los puntos de ambas comisiones negociadoras se encuentran muy distantes.A mediodía de ayer, el secretario de Estado para Asuntos Exteriores, Carlos Robles Piquer, declaraba con bastante pesimismo a los corresponsales españoles acreditados en Rabat, que habían surgido «importantes dificultades de tipo económico y aspectos negativos» en el transcurso de las negociaciones. La delegación española se aprestaba ya a regresar a Madrid.

Al parecer, las contrapartidas exigidas por Marruecos a cambio de la prolongación de los acuerdos pesqueros son muy importantes y superan las previsiones negociadoras de la delegación española.

Hace unos días, un responsable marroquí decía a EL PAÍS que «España parece no creer que Marruecos esté verdaderamente dispuesto a llegar incluso a la ruptura de sus actuales acuerdos, si Madrid no se decide a una cooperación económica amplia y global».

Pasa a página 41

Peligra la firma de otro acuerdo pesquero con Marruecos

Viene de primera página

Esto fue confirmado posteriormente por el diario Al Alam, órgano en árabe del partido Istiqlal, que escribía pocos días antes de la llegada de esta última delegación española que «Marruecos no está dispuesto a dar nada a España sin contrapartidas importantes».

Pero que la delegación española considera las actitudes de Marruecos con poco sentido de la realidad lo confirma el hecho de que un importante negociador español haya considerado para EL PAÍS que esa pretendida intención de Marruecos de llegar incluso a la ruptura no es más que un parón de Rabat.

Es evidente que el momento político -Marruecos acaba de recibir a media docena de importantes, dirigentes occidentales y el papel moderado de Hassan II es hoy más apreciado en Occidente- se presta a una sobrevaloración de las exigencias por parte de Rabat y a una mayor firmeza en el mantenimiento de éstas.

También resulta un tanto irónico, y por lo menos inconveniente, que el Gobierno español hubiese previsto la venida a Rabat, para culminar unas negociaciones que se imaginaban exitosas, del ministro de Agricultura y Pesca, Lamo de Espinosa. Nada menos que el hombre bajo cuya competencia queda aquello que con más vehemencia exige Marruecos y que con más énfasis se le niega: el tránsito de sus cítricos destinados a la CEE por España, y aquello que con mayor ansiedad solicitamos de Rabat: la prolongación duradera de los acuerdos de pesca.

Los acuerdos franco-marroquíes

Pero algunos datos muy importantes para estas conversaciones parecen haber escapado a los negociadores españoles. Y es que toda la ayuda que Marruecos viene recabando con insistencia como contrapartidas a la pesca, cooperación en la agricultura y en la organización del sector pesquero marroquí, parece habérsela dado Francia en los acuerdos firmados durante la visita reciente del primer ministro francés, Raymond Barre.

Además del apoyo que prestará Francia a Marruecos ante la CEE con motivo de la segunda ampliación de la Comunidad para que los intereses agrícolas marroquíes, competidores de los españoles, no resulten perjudicados, el Gobierno francés aportará al marroquí una importante cooperación en materia agrícola y de pesca.

Francia se ha comprometido a contribuir con su colaboración técnica a la valorización de 200.000 nuevas hectáreas de cultivos en la fértil llanura de Gharb y, asimismo, aunque no ha sido hecho público ni figura en el comunicado conjunto franco-marroquí dado a conocer al término de la visita de Barre, Francia dará a Marruecos la ayuda técnica necesaria para la organización y modernización del sector de pesca marroquí.

Tras las conversaciones hispano-marroquíes, que continuarán esta mañana, es muy probable! que cada parte intente limitar al máximo los daños y evitar separarse con un sabor a ruptura: dos países, vecinos no pueden permitirse ese lujo.

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