Gran Bretaña arroja residuos radiactivos a cuatrocientas millas de la costa española
La Administración británica inició ayer por la mañana la operación de arrojar residuos atómicos al océano en un lugar que la organización ecologista Green Peace sitúa a cuatrocientas millas de las costas de Galicia. El barco Gem, afecto a la comisión atómica inglesa (Ukaea), comenzó a descargar los bidones que contienen un total de 2.696 toneladas de residuos atómicos.Sobre el peligro que pudiera representar la existencia de este «cementerio atómico», en un lugar marítimo no excesivamente alejado de las costas españolas y situado incluso en una zona en la que es frecuente la práctica de la pesca o por lo menos el tránsito de barcos pesqueros, se han pronunciado ya en contra numerosos grupos ecologistas y algunos expertos.
Contra las manifestaciones de la comisión atómica inglesa, que declaró oficialmente que los depósitos se estaban haciendo en aguas no utilizadas para pescar, se ha comprobado en 1979 que, en el momento en que se descargaban los residuos atómicos, veinticinco pesqueros españoles faenaban en las proximidades.
Desde 1978, la organización Green Peace llevó a cabo campañas dirigidas al impedimento de que continuara la acumulación de deshechos atómicos en dicha zona. Precisamente en el citado año, un barril de 350 kilos fue lanzado desde el barco atómico contra una lancha neumática de los ecologistas, con grave riesgo para sus dos tripulantes. El año pasado, el mismo barco utilizó sus mangueras contra incendios para mantener alejados a los ecologistas del Rainbow Warrior (Guerrero del Arco Iris).
Este año, el Gobierno inglés había comunicado a Green Peace la prohibición expresa de estar presente en la zona de los depósitos, pero la organización ecologista tenía intención de entorpecer nuevamente lo que considera «contaminación atómica de las aguas internacionales». El hecho de que el barco Rainbow Warrior, detenido por las autoridades españolas desde hace casi un mes en El Ferrol, no haya sido puesto aún en libertad es interpretado por Green Peace como una complacencia de España con el Gobierno británico».
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