El SAS, un ejército secreto
Los comandos de la unidad más selecta y secreta del Ejército británico, el regimiento número 22, o SAS (Special Air Service), ha hecho honor a su lema «El que se atreve, gana», en el asalto a la embajada iraní que terminó con la liberación de los rehenes y la muerte y captura de los terroristas.El nacimiento de la unidad se produjo en pleno avance alemán en los desiertos del norte de Africa, en 1941. Su fundador, el coronel David Stirling, conocido como «el comandante fantasma», por su labor de sabotaje tras las líneas nazis, fue una especie de Pimpinela Escarlata del siglo XX, que trajo en jaque a los servicios de inteligencia alemanes durante toda la guerra. Sus primeros voluntarios se reclutaron entre los diversos regimientos paracaidistas, y de ahí que todavía conserve el nombre de Special Air Service.
El secreto es una de las máximas características de la unidad, hasta tal punto que los nombres de sus soldados y oficiales sólo son conocidos por un escaso número de personas en el Ministerio de Defensa y en el Estado Mayor del Ejército. En sus actuaciones utilizan siempre una capucha para ocultar su rostro, con el fin de que su identidad permanezca secreta y los terroristas no puedan localizarles ni ejercer presión a través de sus familias.
Su sistema de selección es el más duro del Ejército británico y se afirma que de cada cinco peticiones de ingreso cuatro son rechazadas tras las correspondientes pruebas de ingreso. Todos sus miembros son tiradores de primera, expertos en armas y explosivos y electrónica, hablan por lo menos un idioma, además del inglés, y están entrenados en la lucha antiterrorista.
Su adiestramiento físico es exhaustivo y todos sus miembros son especialistas en artes marciales.
En varias ocasiones los Gobiernos extranjeros han pedido el asesoramiento del Special Air Service en operaciones antiterroristas y sus expertos aconsejaron a alemanes y holandeses en la liberación del avión de Lufthansa en Mogadiscio y en la del tren capturado por terroristas surmoluqueños. Su reputación es tal que los terroristas del IRA que secuestraron una familia en pleno corazón de Londres, en 1975, decidieron rendirse cuando la policía les comunicó que comandos del SAS estaban dispuestos a penetrar en la casa.
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