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Andalucía se está quedando sin zonas húmedas

Dieciocho lagunas y más de la mitad de la superficie de marismas de las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva, Málaga, Sevilla han desaparecido en los últimos años, según el informe elaborado por el grupo ecologista Andalus (sociedad para la supervivencia de la naturaleza de Andalucía occidental). Las últimas zonas húmedas que van quedando en la región están sufriendo desecaciones y vertidos industriales, lo que augura un futuro próximo nada halagüeño para este tipo de habitat natural.

El papel que juegan las zonas húmedas en estas provincias, señala el informe, no sólo puede calibrarse por ser el refugio habitual de miles de aves acuáticas que subsisten en ellas cuando, por la sequía veraniega, tienen que abandonar las marismas del Guadalquivir.

Las pocas lagunas y marismas que aún resisten la acción combinada de una climatología muy adversa por lo seca y los estragos causados por el hombre constituyen, de hecho, el principal criadero y zona de invernada acuática del país y suponen un enclave de gran importancia para la futura salvaguardia del parque nacional de Doñana. Su valor biológico, científico, estético y educativo debería quedar definitivamente a salvo mediante su inclusión en el catálogo de espacios naturales protegibles previsto en la ley del Suelo.

Fuente de Piedra, la gran desconocida

Un ejemplo de la calidad de estas lagunas y del peligro que corren puede ser la de Fuente de Piedra (Málaga), con una extensión de 1.500 hectáreas, de tipo estepario y aguas salobres. Hasta 20.000 aves acuáticas se han llegado a censar en ella algunos años. Pero lo que la distingue específicamente es el ser el gran enclave español de nidificación del flamenco, comparable en toda Europa sólo con la famosa Camargue francesa.El peligro para Fuente de Piedra es que, por tratarse de una laguna esteparia, de escasa profundidad, se queda prácticamente seca en el mes de julio. Pero la solución -indica Anastasio Senra- no es difícil: basta con bombear cierta cantidad, no muy cuantiosa, de agua dulce de los alrededores. Así se hizo en 1977, cuando una simple goma de regar enchufada a un aljibe próximo evitó, por indicación del guarda, la pérdida de varios miles de huevos del flamenco.

Otros riesgos son más difíciles de conjurar, como ocurre con el vertido de las cloacas del pueblo al arroyo Santillán, que abastece de agua a la laguna y los procedentes de las industrias del aderezo y las almazaras. «El remedio para éste y otros lugares no puede ser otro que su protección jurídica y administrativa», insistió a este periódico un grupo de biólogos, haciendo hincapié también en la necesidad de que los ayuntamientos se mentalicen sobre la riqueza cultural de que disponen, de la que podrían beneficiarse los vecinos por la vía del turismo.

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Ya no existe La Janda

A poca distancia de Fuente de Piedra, también en la provincia de Málaga, está la laguna de Campillos, cuyas orillas se han convertido en el vertedero de basuras del pueblo y cuyas aguas reciben olivos arrancados, desechos de materiales y piedras ante la inhibición culpable del Icona. También el Icona tiene mucho que ver con la política de repoblación forestal de la provincia de Huelva, fomentando plantaciones de atila-eucalipto, que absorbe cantidades ingentes de agua y deseca arroyos, pozos y zonas lacustres.Pero la más importante hecatombe sureña en materia de zonas húmedas en los últimos años ha sido la desaparición del complejo lagunar de La Janda, en la provincia de Cádiz. Sirviéndose de la ley Cambó, que permita a quien delegue una laguna quedarse con ella, la familia Mora Figueroa destruyó la laguna, con ayuda del crédito oficial, y destinando los terrenos, parcialmente, a pastizales y cazadero.

La difunta laguna de La Janda tenía casi cuarenta kilómetros cuadrados de extensión en los tiempos de grandes lluvias, siendo criadero importante de cientos de parejas de ánades y lugar de invernada de ansares. Era la zona lacustre más valiosa de España.

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