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XXVIII Congreso del PSOE

Felipe González: "Debemos asumir críticamente a Marx y a todos los socialistas"

El primer secretario del PSOE, Felipe González, pidió en su discurso ante el congreso que éste asuma con espíritu crítico la experiencia marxista y la de todos los socialistas. Con voz firme y pausada, el líder socialista analizó durante hora y media la historia lejana y cercana del partido y describió la situación actual. Unicamente levantó aplausos cuando citó a Pablo Iglesias y a Marx, y cuando al final de su parlamento pidió menos verbalismo y más profundidad en el cambio. En resumen, dijo lo siguiente:

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«Creo que somos los únicos que realizamos un debate sobre la gestión de la ejecutiva de esta naturaleza, pero este debate se hace innecesario si las posiciones de los delegados vienen predeterminadas rígidamente por el mandato de las agrupaciones, porque entonces lo más lógico sería proceder directamente a la votación. Si, por el contrario, este debate tiene sentido para clarificar posiciones, la preterminación del voto es incorrecta. En torno a la celebración de este congreso se ha creado una expectación que sobrepasa los límites de nuestra organizacion, aunque motivada por la importancia que ha cobrado en los últimos tiempos. Esta situación nos obliga, ante todo, a reiterar nuestras señas de identidad, para evitar especulaciones gratuitas.Hace ahora exactamente un siglo, un grupo de hombres, encabezados por Pablo Iglesias, fundó el Partido Socialista y elaboró un documento sencillo y claro -el programa máximo de todos conocido- que contenía las señas de identidad del socialismo español, un socialismo que, como los demás, tiene su apoyatura fundamental en las teorías de Carlos Marx. Esa declaración sigue constituyendo hoy nuestro ideal.

Durante ese siglo, en todoslos congresos celebrados se ha discutido libre y democráticamente la estrategla a seguir. Las aportaciones de todos han sido y siguen siendo valiosas y estimables, pero hemos mantenido una identidad propia y diferenciadora.»

Asumir críticamente a Marx

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«También a esta hora tenemos que rendir el homenaje que merece al creador fundamental del socialismo científico, Carlos Marx, para desagraviarle de tanto ataque que ha recibido y recibe de todos los reaccionafios de la Tierra y también para rescatarlo de la ignorancia y la manipulación de aquellos que diciendo servir a sus ideas han elevado el marxismo a los altares del doctrinarismo dogmático. Contra Marx y con Marx también se han practicado el despotismo y la tiranía, el fascismo y el totalitarismo. Por eso Carlos Marx merece ser estudiado y asumido críticamente, sin sacralización y con reconocimiento. Jamás podría el Partido Socialista renunciar a las ideas que le dieron vida. Tampoco podría el socialismo asumir a Marx como un valor absoluto que marca la divisoria entre lo verdadero y lo falso, sino que asumirlo a él y a todos los socialistas significa recoger con sentido crítico su aportación a la lucha por la construcción de una sociedad nueva.

Esta sociedad es mucho más compleja de la que conocieron uestros fundadores.. Podemos decir que sigue siendo injusta porque divide a sus miembros en clases antagónicas y desiguales. También hay naciones que dominan a otras por el control de la riqueza. Por tanto, el ideal socialista sigue teniendo vigencia, y nuestra tarea es encontrar una vía específica para integrar a la mayoría en la lucha contra la dominación, en esta etapa presente.»

Los años de la provisionalidad

«Al completar el análisis de la gestión de la ejecutiva, debo empezar por decir que no voy a mostrarme autocomplacido por sus resultados, pero tampoco voy a hacer un ejercicio de autoflagelación. Ha habido aciertos y errores, pero en la balanza el resultado final me parece altamente positivo.

Una muestra de lo negativo es que de las elecciones de 1977 a las de 1979 no hemos logrado aumentar en votos de forma apreciable, pese a que hemos pasado de 15.000 a 200.000 militantes.

Hace sólo cuatro años y medio asumí la primera secretaría del partido por exclusión, porque no había otro. Nos reuníamos representantes de 4.000 militantes. Estos, en el XXVII Congreso, en 1976, eran menos que los concejales que hoy representan al partido. El partido era ilegal, acababa de salir de la clandestinidad y estaba ante la difícil tarea de la liquidación de la dictadura y la consecución de la democracia. Hoy entregamos un partido con cinco millones y medio de votos y numerosos alcaldes y concejales.

Bajo el punto de vista del conjunto de la sociedad, desde entonces se han celebrado dos elecciones generales y unas locales y se ha elaborado una Constitución democrática que posibilita la alternancia en el Gobierno de las distintas opciones, y que constituye el cauce a través del cual se canalizarán nuestras acciones transformadoras. En todo este proceso el Partido Socialista ha tenido un papel de indudable trascendencia. En el terreno internacional, hemos adquirido una presencia que ha incidido en todas las posiciones internacionales del Estado.

Pero estos datos del saldo positivo deben ser contrapuestos con otros que reflejan errores. La política de consenso, que las circunstancias históricas imponían en beneficio de toda la sociedad, ha tenido más costos de los que debiera, porque no fuimos lo bastan te exigentes en las contrapartl das y su cumplimiento, porque confía mos en un Gobierno que no me recía esa confianza.

Por supuesto que no somos los únicos responsables, ni siquiera los principales, pero estamos anah zando nuestro comportamiento, y tenemos que indagar dónde están los fallos. Si se tiene en cuenta de dónde venimos y dónde nos en contramos, se puede concluir que era muy difícil llegar a más. Si miramos lo que la sociedad esperaba y espera de nosotros, no hemos cubierto las expectativas.

La situación actual

«Tampoco el triunfo de la izquierda el 4 de abril debe sobreestimarse, aunque nos permite desarrollar una acción municipal de indudable trascendencia.

Entre los grandes problemas actuales, el primero es el económico. Frente a la crisis, la derecha se centra en la lucha contra la inflación, pero hay ante todo que luchar contra el paro, y también reformar los sectores en crisis y apoyar a los pequeños y medianos empresarios. La situación desanima la inversión y margina cada día a mayor número de jóvenes, incitándolos a la desesperación o a la delincuencia.

El segundo problema es eí incremento de la delincuencia y la violencia callejera, ante el que debemos buscar un clima de paz ciudadana que elimine las tensiones involutivas. Las relaciones laborales no cuentan aún con un marco adecuado y los sindicatos siguen siendo débiles. Los militantes socialistas tienen que incrementa su acción en el seno de la UGT, a la que no hemos apoyado lo bastante.

En la cuestión autonómica no vale seguir haciendo la política de parcheo del Gobierno, sino que se debe construir el nuevo Estado con decisión y sin demagogias, de modo que si el ritmo del acceso a la autonomía debe ser distinto de unas comunidades a otras, el techo debe ser igual para todas.

El XXVIII Congreso tiene como misión proyectar la estrategia del partido para los próximos dos o tres años. La organización debe ponerse a punto para ser capaz de movilizar a los sectores mayoritarios de la sociedad por la conquista de estos objetivos. Hoy estamos en condiciones de ser más exigentes y ambiciosos en nuestro proyecto de transformación, pero tenemos que tener la responsabilidad de no cae en la demagogia. Más profundidad en el cambio, menos demagogia y verbalismo, este podría ser nuestro lema en los próximos años.»

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