_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

PCF: la política del secretario general

EL DILEMA del comunismo in partibus infidelium, en las tierras capitalistas de Occidente, se ha puesto otra vez de manifiesto en el XXIII Congreso del partido francés: o el endurecimiento en su propia base ideológica, que le encerrará de nuevo en el ghetto, o la apertura a nuevas formas y adaptaciones al medio que puede disolver su ideología y su capacidad de captación para les damnés de la terre, que dice la letra francesa de La Internacional. El intentó de hacer compatible y simultáneo lo mejor de cada extremo conduce a la confusión y la desfiguración. Y a enredos verbales. Es difícil, por ejemplo, saber a qué responde hoy la renovada y fuerte advocación al "socialismo científico" para rehuir y trivializar los nombres de Marx y de Lenin. El adjetivo "científico", tenía un valor determinado cuando se aplicó a esa forma de socialismo frente a los «utópicos» (por Engels, en el Anti-Dühring, 1878): se creía que la ciencia, concepto naciente, tenía un valor absolutamente positivo, tangible e infalible. Hoy sabemos que cualquier concepto de la ciencia sólo es válido «hasta nueva orden» -decía Einstein-, que nada tiene valor absoluto, que el "socialismo científico" tiene mil interpretaciones distintas y hasta adversas entre sí, que los «utópicos» guardaban muchas verdades utilizables y que el «socialismo científico» tiene más dosis de utopía (y no es malo) que de dogma.El XXIII Congreso consagra, según la más antigua escuela, la autoridad personal del secretario general -ha barrido a los disidentes- y, sin embargo, se declara abierto a las interpretaciones y escuelas; y aun así, trata de destrozar las últimas posibilidades de entendimiento con el Partido Socialista -lo cual no dejará de repercutir en la precaria situación de Mitterrand y en su unión coyuntural con el CERES-; acentúa sus valores nacionalistas, como corresponde a un buen eurocomunismo, pero lo hace con la exaltación, la fiereza y la crudeza de consignas con que Stalin rusificó el comunismo de su país (un nacionalismo que le distanciará del Partido Comunista español, al impugnar la adhesión de España al Mercado Común) y que, al negar la integración de Francia en la OTAN -por razones objetivas y populares en Francia, que fueron iniciadas por el general De Gaulle-, recibe todas las invectivas de «prosoviético», mientras, por su parte, la URSS intenta desprenderse de él para negociar directamente con el Gobierno (como en las recientes entrevistas entre Giscard y Brejnev), de Estado a Estado, sin que las opciones ideológicas aparezcan.

Sin embargo, el PCF representa, como desde hace muchos años y probablemente durante muchos más, una esfera de atracción importante para grandes masas de votantes y para un número muy elevado de militantes. Representa todavía la opción del «no», de la negativa a una sociedad que se inclina hacia el conservadurismo en un momento en que la crisis económica perturba la composición social que el país ha mantenido en los últimos años. Parece que un deber de ese partido consiste en sublimar esa valoración puramente negativa hacia una situación de esperanza. ¿Cómo hacerlo si oscila entre la segregación y la disgregación? Las medidas coyunturales no bastan, sirven solamente como elementos de negación de la sociedad establecida; pero las medidas programáticas están congeladas por la irradiación de los intelectuales y por la restricción de las discusiones internas.

La solución adoptada por Marchais, servido por la maquinaria del partido, es la clásica: política de secretario general. Lo cual quiere decir que apenas hay que dar valor excesivo a lo dicho o lo enunciado por el XXIII Congreso, para dárselo todo a la reelección unánime de Marchais y la anulación de sus sombras, de sus oponentes o de sus disidentes. Una situación, paralela a la que puede ofrecer el panorama del Partido Comunista de España. No parece que sea eso lo que los condenados a apoyar y militar en el PCF, o en sus homólogos, por su situación de clase y por el contexto en el que viven, están mereciendo o están esperando.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_