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J. M. Areilza: "Los fueros no atentan contra la unidad"

« La supervivencia, foral no era una extravagancia ni un capricho arqueológico. Era nada menos que un testimonio vivo de la España antigua de lo que fue la Monarquía nacional antes de que empezara el absolutismo austríaco y el centralismo a lo Luis XIV. Y por supuesto mucho antes de que el unitarismo jacobino francés nos trajera en el XIX otra moda foránea del pensa miento revolucionario. Lo único español, lo verdaderamente autóctono, es el foralismo que respetaba los usos, costumbres y leyes tradicionales y que se mantuvo en hiesto, funcionando, como se conservó vigente el euskera, otro testigo verbal único de las lenguas primitivas de la Península antes de que naciera el concepto de España. ¿Nos burlaremos también de este tesoro filológico y cultural? ¿Qué pensaríamos de quien llamara a la dama de Elche escultura ahistórica y anticuada? Mientras el nacionalismo apoye sus aspiraciones en el marco del foralismo no habrá riesgo para la unidad, porque ahondando en su esencia se descubre la urdimbre de la vieja solidaridad entre los pueblos de España, que no creo necesario recordar aquí porque está presente en los anales de nuestro pasado común. Y además el sistema foral puede ser, debidamente adaptado, un elemento importante en el concepto de un Estado de participación democrática moderna que ya se adivina en el horizonte político de la Europa del año 2000. La variada morfología de un esquema de vida democrática no obstruye, sino que enriquece, la autenticidad de las instituciones a condición de que estén de verdad arraigadas en la tradición. Y como decía Azorín, "nada hay más funesto en un país que romper con la tradición".» 3 octubre

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