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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sobre la mujer

Nos referimos en esta carta al editorial aparecido en su periódico el pasado 25 de septiembre bajo el título «La derrota histórica de la mujer», editorial que tanto a nosotras -militantes de un grupo feminista- como a otras mujeres puede servirnos de punto inicial para esa profundización y reflexión en debate público que el editiolarista propone. Si bien nos sentimos básicamente de acuerdo con el mismo nos gustaría puntualizar y analizar, algunos aspectos de las causas relativas a esta IIamada «derrota».Creemos que, hasta el momento la mujer no ha sufrido una derrota histórica definitiva. sino que su lucha como cualquier otra- es, un proceso dialéctico. así nos lo de muestran los fracasos parciales del movimiento, feminista en el siglo XIX y las relativas transformaciones en la condición de la mujer en los países socialistas.

La derrota parcial del movimiento de liberación de la mujer en 1914 fue paralela y estuvo estrechamente ligada a la derrota de la clase trabajadora en el mundo occidental, al anteponer ambos los intereses del estado burgués a sus intereses reales. El sufragismo -y no las luchas globlales de la mujer por la transformación de la sociedad- nos enseñó una lección: el riesgo de centrar los esfuerzos en batallas únicas (el voto) perdiendo de vista la campaña general, y el fracaso que se desprende de ante poner intereses ajenos (los del estado burgués, los de la clase dominante) a nuestros intereses en cuanto mujeres oprimidas y explotadas en la sociedad actual. Esto, en lo que concierne a la derrota parcial de la mujer en las sociedades capitalistas occidentales. Respecto a su afirmación de que es en las sociedades socialistas en donde la derrota de la mujer «encuentra su más alta expresión» quisiéramos resaltar. para empezar, lo que el editorial apunta: que esto se debe a que las aspiraciones igualitarias entre los sexos han encontrado su máxima expresión y coherencia expositiva en los planteamientos marxistas, razón -añadimos nosotras- por la que su implantación sea harto más difícil.

El proceso iniciado con la revolución bolchevique supuso y supone unas transformaciones sustanciales, hoy por hoy: sin igual, en la condición femenina. Nos referimos, evidentemente, a los cambios en los aspectos legislativos y laborales, aunque paralelamente se mantienen, otros aspectos de la opresión, de la mujer a través de la institución familiar y cuanto ella representa.

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Este proceso igualitario y liberador iniciado en 1917 sufrió, sin duda, un profundo descalabro con la represiva política estalinista que culminó en lo que a la mujer se refiere- en la ley sobre la familia 1944.

Pero de nuevo nos encontrarnos no con la derrota histórica, aislada, de la mujer sino con un proceso general de derrota de los profundos intereses liberadores de una clase. Además, las revoluciones socialistas han seguido produciéndose en el mundo y las luchas contra la ideología y estructuras patriarcales que oprimen a la mujer siguen su curso con mayor o menor intensidad. Ejemplo de ello es la revolución china y cubana, a pesar de que en esta última subsiste una arraigada actitud machista.

Finalmente, quisiéramos señalar que si el movimiento de liberación de la mujer pretende cumplir sus objetivos debería tener en cuenta estas lecciones históricas y cuestionar -y no reforzar como el editorialista señala- la principal institución patriarcal de la sociedad: la familia.

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