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Un monte para atacar, 22 para defenderse

Los rivales temen que Froome aumente su ventaja el miércoles en la Planche des Belles Filles y bloquee la carrera apoyado en su gran Sky

Carlos Arribas
Froome, durante la 4ª etapa.
Froome, durante la 4ª etapa.G. HORCAJUELO (EFE)

Ya no llueve en el Tour, que ahora se cuece al calor del sol de julio, pero, olvidados los charcos, el pelotón ha encontrado nuevas razones para el miedo que sumar a las caídas en las llegadas. La carrera termina el miércoles a 1.000 metros, en lo alto de la Planche des Belles Filles, en los Vosgos, y Chris Froome amenaza con dinamitarla, con matar el suspense, el sentido de la disputa.

Dado que eso ocurrirá, más nos valdría pararnos en Fougerolles a comprar guindas para destilar kirch, deben de pensar los fatalistas, tantos, y conocedores de las delicias locales de los pueblos por los que pedalean; o, los más cultos, desviarnos a Ronchamp para disfrutar, el alma serena, de la iglesia de Le Corbusier. Todos conocen la historia. La Planche des Belles Filles, una subida cortita (no llega a seis kilómetros) y muy empinada (rampa de inicio al 13%, rampa final al 20%) se ha subido dos veces en el Tour, y siempre como primera llegada en alto. En ambas, en 2012 y en 2014, los que mejor estuvieron en su cima dominaron la carrera. La primera vez ganó Chris Froome, quien después, en Alpes y Pirineos, tuvo que frenar para que el Tour se lo llevara su jefe, Brad Wiggins. La segunda, ausente Froome por caída, ganó Vincenzo Nibali. El italiano se vistió de amarillo allí y resistió hasta París.

“A ver qué pasa, a ver qué pasa”, dice Eusebio Unzue, quien confiensa que dentro de sus temores no ocupa escaso espacio la posibilidad de que Froome termine el día con un minuto de ventaja o más sobre sus rivales. En la contrarreloj de Düsseldorf, el inglés aventajó en 35s a Richie Porte, en 36s a Nairo Quintana, en 39s a Romain Bardet, en 40s a Fabio Aru y en 42s a Alberto Contador. “Con esa ventaja, el resto del Tour Froome jugaría a la defensiva como los años anteriores, apoyado por su equipo, en el que hay grandes escaladores, como Landa, Henao, Nieve y hasta Thomas”, dice, preocupado, Yvon Ledanois, el director del BMC de Porte. “Y creo que es lo que busca, porque ya empezó arriesgando en la contrarreloj de la lluvia para conseguir ventaja”. El resto del Tour son 16 etapas, casi todo, y 22 puertos de hors catégorie, primera y segunda categoría, el terreno de los escaladores puros, con el Grand Colombier y el Chat el domingo, Peyragudes en los Pirineos, e Izoard el último viernes. “La Planche no es ideal para Nairo, porque es muy explosiva, pero no nos dejaremos sorprender”, dice Unzue, y el ciclista colombiano, a su lado, asiente. “Nuestro objetivo es no perder tiempo en el primer asalto”.

Aunque Contador no ha subido la Planche en competición, ni tampoco Nairo –en 2012 no corrieron el Tour ninguno de los dos; en 2014, el español se cayó justo unos kilómetros antes de comenzar la ascensión y el colombiano no participó--, el chico de Pinto, que sigue hablando optimista, prefiere creer que el catenaccio Sky no llegará a producirse. “Este Tour van a pasar muchas cosas”, dijo. “Las etapas de montaña no llegan todas seguidas y habrá que saber recuperar muy bien. Seguro que Froome, lanzado por Landa o Henao, querrá marcar diferencias en la Planche, pero ahí estaremos. La Planche es un puerto muy duro”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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