La sonrisa más abierta de Simeone
El técnico recalca que el sentimiento no se negocia y destaca la pasión de sus jugadores
Se abrió la puerta de la atestada sala de prensa del Vicente Calderón y emergió Diego Pablo Simeone decidido, reforzado por una sonrisa que se preocupó de remarcar muy mucho. Eliminado, pero entusiasmado por la actuación de sus muchachos, por haber logrado que durante 40 minutos el Madrid viviera en el alambre de la eliminatoria. No había rastro del entrenador derrotado y hundido que hace poco menos de un año en San Siro puso en jaque a la dirigencia atlética y a su afición con aquel amago de marcha. “Estoy feliz”, dijo para justificar su dilatada sonrisa.
Los voluminosos rizos que cubren su cuero cabelludo estaban aplanados por la tromba de agua y a su sempiterno traje oscuro aún se le apreciaban rastros de humedad. La estampa generaba el efecto de que su comparecencia había estado precedida por una celebración en el vestuario. “Competimos una vez más demostrando por qué hace cinco años y medio estamos luchando en los mejores lugares de todas las competiciones. Cuando comentamos que se podía y que creíamos algunos pensaban que eran un juego de palabras”, reivindicó el técnico argentino.
La emoción sentida, la sensación de que durante ese inicio frenético su equipo podía culminar le generaron ese estado de felicidad: “Estos momentos de los partidos son los más maravillosos y estos 30, 35 minutos del primer tiempo quedarán en la historia del ambiente y de la gente. Es cierto, fuimos eliminados, el rival aprovechó un desorden defensivo nuestro para conectar un gol; pero creo que, a veces, esta noche mágica quedará en el recuerdo para siempre”.
Simeone pareció encontrar en algunos de sus futbolistas el mismo entusiasmo y sentimiento que él mismo expresaba en su etapa de jugador. “Dimos todo, hace seis años que estamos dando la vida, lástima que hay jugadores que no vamos a poder clonar, necesitaríamos clonarlos. Los años van pasando y el siguiente a lo mejor no pueden rendir al mismo nivel”, advirtió.
Transmitir la pasión
En la sala de prensa no quiso desvelar a qué jugadores se refería, pero en las televisiones había nombrado a Godín y a Gabi. “Transmiten tanta pasión a los compañeros que los empujan en momentos de dificultad y situaciones concretas de los partidos”.
La intención de acorralar al Madrid en su área en el primer tramo del partido la ejecutó Simeone con una orden clara: balones largos y segundas jugadas. Desde la banda alentaba continuamente a sus centrales, a sus laterales Oblak y a Gabi para que lanzaran ese bombardeo para saltarse las líneas de presión del Madrid y obligarle a la guerra de guerrillas en su área. “Me sigo emocionando todos los días, cómo planteamos el partido en el arranque, con las dificultades que tenía jugar con el todopoderoso Real Madrid, campeón del mundo, líder de la Liga”.
Para explicar el paso atrás dado por su equipo tras el 2-0, apeló al desgaste de esos primeros 25 minutos y a la jerarquía de Benzema: “El esfuerzo se paga, está claro que los primeros 25 minutos que se hicieron es difícil sostenerlos en el ritmo y no podemos dejar de lado que hay un equipo con una jerarquía tremenda enfrente donde al primer error te puede marcar. Fue un primer tiempo casi perfecto, una jugada extraordinaria de Benzema. La jerarquía es la jerarquía y ellos tienen mucha”.
Cuestionado por la despedida europea del Calderón y por si en el nuevo estadio el ambiente podrá igualarse, Simeone apeló a la permanencia del sentimiento: “Las emociones se transmiten, la misma gente que esta acá hoy va a estar el día de mañana en el Metropolitano, como un día pasamos al Calderón y este estadio pasó a ser lo que es hoy. La ilusión y la pasión de la gente no se negocian, no hay mejor manera de expresarla que en tu casa”, concluyó.
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