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El Leganés derrota a un Granada insustancial

Un gol de Szymanowski es suficiente para acabar con rival que no nota para bien el cambio de técnico

Alejandro Prado
Víctor Díaz pelea con un jugador del Granada.
Víctor Díaz pelea con un jugador del Granada.Pepe Torres (EFE)

Victoria fácil del Leganés en Granada. Solo 0-1 pero el trámite fue sencillo. La gran diferencia ahora mismo entre ambos conjuntos es que uno es un equipo y otro no. El club andaluz decidió despedir a Paco Jémez para que el cuadro ganase en compostura y seriedad, pero lo que LLuís Planagumá -el nuevo entrenador nazarí- fabricó fue un bodrio. Al Lega le bastó con mantenerse junto y ordenado y esperar que llegase el fallo. Llegó, lo aprovechó y se llevó la victoria, la tercera en Liga, siempre fuera de casa.

Se estrenaba Planagumá en el banquillo del Granada, y desde el principio se vio que quiso romper cualquier vínculo con el pasado más reciente. Ningún balón se sacaba jugado desde atrás y a la menor oportunidad los jugadores nazaríes mandaban el cuero a surcar los aires. Paco Jémez es historia y ya no queda nada en Los Cármenes que recuerde a él. Tras la infumable primera parte, un dato de lo más elocuente: la posesión era un 72% para el Leganés por un 28% del Granada.

Algo mejoró el equipo andaluz en defensa, cosa que no era difícil viendo la verbena de los partidos anteriores. Pero en fútbol algo hay que atacar. Parecía que Planagumá ante todo no quería perder, sacar un puntito por lo menos y esperar que el enfermo coja un poco de color. Conservadurismo a tope pese a que en frente estaba el más modesto de la Liga.

El Leganés no se inmutó durante todo el partido. Se sentía tan superior que no le importaba asumir la responsabilidad de tener la pelota, pese a que no es su estilo. No generaban peligro los atacantes pepineros, pero tenían la sensación de que si eran pacientes el Granada se descompondría lo justo para golpear. Así llegó el gol de Szymanowski a 15 minutos del final. Contragolpe sencillo, un pase en profundidad a un extremo rápido que cruzó ante la salida de Ochoa.

El Granada era un desastre. Un equipo que no es tal, incapaz de crear ocasiones y con una grave tendencia a pifiarla en defensa. Antes del gol, Luciano se plantó solo delante de Ochoa, pero el delantero brasileño estuvo lento y Vezo se le echó encima. Ni con esas reaccionó el cuadro local, que cuenta con suficiente talento atacante como para hacer algo más. Pero no hizo ni cosquillas. La ocasión más clara vino a poco del final cuando Krhin y Kravets se estorbaron a la hora de rematar un centro de Barral y el balón se fue fuera.

Poco más sufrió el Leganés, que si algo sabe hacer es aprovechar las pocas ocasiones que hay en los partidos. Ordenados como fichas de ajedrez, los de Garitano son especialistas en no dejar jugar al rival, pero el Granada jugó poco, así que lo puso fácil. Tres puntos más para el cuadro madrileño, que con diez puntos vive desahogado mientras da sus primeros pasos en la élite.

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Sobre la firma

Alejandro Prado
Redactor en la Mesa de Edición del diario EL PAÍS. Antes prestó sus servicios en la sección de Deportes y fue portadista en la página web. Se licenció en Periodismo en la Universidad Carlos III y se formó como becario en Prisacom.

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