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Guardiola y la fórmula del Manchester City

El técnico desembarca en un club inversionista con una acuciante exigencia ganadora. El tropiezo del Manchester United deja al nuevo equipo del catalán a un empate de jugar la Champions

Otamendi y Giroud chocan en el aire en el Manchester City-Arsenal de la pasada jornada
Otamendi y Giroud chocan en el aire en el Manchester City-Arsenal de la pasada jornadaOLI SCARFF (afp)

El último día del mercado de verano de 2008 el Real Madrid cerró una transacción sorprendente: Robinho, un futbolista que se había devaluado durante su estancia en el club blanco, se fue al Manchester City por 42 millones de euros, el doble de lo que le había pagado al Santos por el delantero brasileño cuando se anunciaba que era el nuevo Pelé. La noticia sacudió al mundo del fútbol, que esperaba un traspaso al Chelsea y menos oneroso, pero a Abrahamovic le habían adelantado por la derecha.

Pronto hubo noticias sobre el piloto: Mansour bin Zayed Al Nahyan, undécimo hijo de los 19 que tuvo el fundador de los Emiratos Árabes Unidos, educado en las mejores escuelas de negocios y máximo responsable del organismo encargado del fondo de inversión de Abu Dhabi en todo tipo de actividades financiadas gracias a la explotación del gas y el petróleo. El fútbol es una de ellas y el City su elección, por más que para los aficionados del equipo sea poco menos que invisible. “Tras 40 años de miserias por fin ha llegado nuestro príncipe”, le saludó Noel Gallagher, líder de la banda Oasis y afamado hincha del club.

Desde el fichaje de Robinho, el City ha gastado más de 1.050 millones de euros en jugadores

Robinho fue la presentación en sociedad de Mansour, que acababa de comprar el Manchester City por 360 millones de euros a un ex primer ministro tailandés con problemas con la justicia, Thaksin Shinawatra, que lo había adquirido un año antes e hizo un buen negocio: le pagaron el doble de lo que él había abonado. Hoy el valor del club se cifra en más de 3.000 millones de euros.

Nada más llegar, los propietarios árabes marcaron una pauta: “Queremos crear una estructura de futuro, no un equipo de estrellas”. Y en su primer mensaje difundido por el club tras su aterrizaje se dieron un plazo de diez años para desarrollar sus ideas. Ahora concluye el séptimo con un flaco balance global, dos Ligas, una Copa, dos Copas de la Liga (la última en febrero pasado, único título de esta temporada) y una tibia presencia en Europa, donde acaba de llegar a su máxima cota, las semifinales de la Champions League, con una prestación decepcionante ante el Real Madrid.

En el alero está todavía si podrá repetir participación en la máxima competición continental, pero el Manchester United le ha allanado ese camino con su derrota este martes en la despedida de Boleyn Ground, el feudo del West Ham, que ha ganado (3-2) en su despedida antes de mudarse al estadio olímpico. Ahora el Manchester City con empatar en casa del Swansea en la última jornada podrá exponer en la Champions el viraje futbolístico que se aguarda con llegada de Pep Guardiola a la dirección técnica del equipo.

Guardiola pisará un terreno inversionista. Desde aquel fichaje de Robinho, el City ha gastado en fichajes más de 1.050 millones de euros y apenas recuperó 300 en traspasos. Y en diciembre de 2014 puso en marcha una academía de fútbol para que germinen nuevos valores tras aportar para ese proyecto unos 250 millones de euros. Todo parece desmesurado cuando se alude al dinero que maneja el club. En las últimas ventanas del mercado ha gastado 75 millones en la dupla zaguera Otamendi-Mangala, 30 en un delantero suplente de suplentes como Wilfred Bony, más de 60 en el casi inédito Sterling y 55 en un doble pivote conformado por Fernando y Fernandinho, dos bregadores de los que Manuel Pellegrini ha hecho bandera y a los que resulta complicado imaginar en el juego de posición y control de la pelota que implantará Guardiola.

El técnico catalán llega para dar una vuelta de tuerca a una estructura apuntalada a todos los niveles. El club, que en 2012 había anunciado que había gastado más de 110 millones de euros de los ingresados, informó en octubre pasado que ya había empezado a dar beneficios (14 millones de euros). En ese contexto se integra ahora Guardiola junto a otros dos actores (Ferrán Soriano, director ejecutivo, y Txiki Begiristain, director deportivo) que propiciaron lo que en su día, en el Barcelona, Joan Laporta identificó como círculo virtuoso, un concepto según el cual el éxito económico debía alimentar el deportivo, y viceversa. “A nivel de ingresos estamos entre los mejores del mundo y nos hemos convertido en sostenibles”, resume Khaldoon Al Mubarak, el presidente del City, hombre confianza de Mansour, que recientemente dejó claras sus intenciones: “Hemos creado un núcleo y ahora queremos dar un paso hacia un siguiente nivel que nos lleve a ganar varias veces la Premier y competir por la Champions”.

Guardiola forma parte de esos planes y un buen número de futbolistas del plantel, bastantes de ellos discutidos tras un mal final de campaña, no. El City volverá a salir al mercado y a mayores dispone de una inyección de 400 millones de euros aportada por inversores chinos que el pasado mes de diciembre adquirieron una participación del 13% en la entidad. Cuando llegaron en 2008 los dueños árabes entendieron que nada iba a resultar sencillo, de sus veinte primeros partidos al frente del club apenas ganaron siete, pero ahora están llegando al umbral de exigencia que se habían marcado. El City debe ganar.

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