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La repentina felicidad de Khedira

La lesión de Modric coincide con la recuperación física del centrocampista El alemán se perfila para regresar a la titularidad por primera vez desde la final de la Champions.

Diego Torres
Carlo Ancelotti tiende la mano a Sami Khedira durante el entrenamiento de este miércoles en Valdebebas.
Carlo Ancelotti tiende la mano a Sami Khedira durante el entrenamiento de este miércoles en Valdebebas. Javier Lizón (EFE)

Faltaban cosa de díez días para el final del mercado de verano cuando Sami Khedira se transformó. “Fue un cambio radical”, recordó un jugador del Madrid. De un día para otro. El alemán, que había regresado taciturno de las vacaciones, más introvertido que de costumbre, más inescrutable si cabe, interrumpió su reserva de pronto. Cierta mañana se presentó en Valdebebas con una sonrisa radiante. Locuaz y animoso, anunció al club y a sus colegas que no se iría. Jugaría con ellos hasta junio de 2015 y cumpliría su contrato con el Madrid.

El humor de Khedira, unido a sus afirmaciones, hizo que los veteranos del vestuario ataran cabos. Con la sagacidad habitual en los futbolistas, la conclusión fue unánime: “Sami ha firmado un contrato con otro club”.

En el vestuario madridista creen que el jugador ya tiene un acuerdo con otro club

Sus compañeros pensaron que Khedira arregló todo para irse a final de temporada. De otro modo, no se explicabaron que estuviera tan contento en una plantilla donde año tras año le aumentaban la competencia. Ningún profesional del fútbol se siente cómodo en la incertidumbre, viendo cómo se agota su contrato sin alcanzar un nuevo acuerdo con su empleador. Pero Khedira es un hombre feliz.

La semana pasada se cumplió un año de su lesión de ligamentos cruzados, cuando jugaba un amistoso internacional en San Siro. Fue el comienzo de una epopeya de dolor y triunfo. Lo recordó en la entrevista que concedió a la revista alemana Kicker. “Al punto más bajo de mi carrera le sucedieron los logros más importantes, la Décima y la Copa del Mundo", dijo. "Pero durante meses no tuve nada de qué hablar. Todos los días surgía algún rumor, alguna especulación sobre mi futuro. Me situaban en otros clubes mientras yo tenía que luchar conmigo mismo, como ser humano. Tenía que volver a encontrarme a mí mismo. Estaba vacío, agotado físicamente. Viví en el límite para intentar curarme en un tiempo récord y ocupar un lugar de liderazgo en la selección que iría al Mundial. Me sentí abrumado. Ahora estoy pagando el precio por lo que hice a mi cuerpo en los primeros seis meses de 2014. Pero por un Mundial tenía que hacerlo todo”.

“Durante meses viví al límite para jugar el Mundial”, dice. “Estaba vacío y agotado”

Khedira recuperó en cinco meses y medio lo que normalmente no se recupera en menos de siete. Los preparadores madridistas explican que acortaron el periodo de carga física para tenerlo listo en la final de Champions del 24 de mayo. Normalmente, los jugadores dedican a tonificar la musculatura el equivalente a un tercio del tiempo que estuvieron inactivos: si se van un mes de vacaciones, deben dedicar unos diez días al esfuerzo máximo. Si están cuatro meses sin correr, un mes. A Khedira le habría correspondido más de un mes de trabajo físico intenso. Pero lo resumió en 15 días para reincorporarse a los entrenamientos con balón con el resto de la plantilla. El día de la final de Lisboa estaba tieso. Sus piernas no se habían soltado apenas. Pero estaba. Jugó hasta el minuto 58. Ancelotti confiaba —y confía— plenamente en su rigor defensivo.

Se quedará libre en enero, con 27 años, y en el cénit físico y de reputación

Dos roturas musculares, una antes de la final del Mundial y la otra en el inicio de la presente temporada, señalan las secuelas de la vertiginosa recuperación de la lesión de ligamentos cruzados. El cuerpo de Khedira todavía está acomodándose. Pero su espíritu se eleva más que nunca. A sus 27 años, la edad del cénit atlético en la mayoría, el centrocampista goza de la reputación de los campeones. El esplendor coincide con un momento que no muchos jugadores tienen la suerte de alcanzar: en enero el reglamento de la FIFA lo habilita para negociar un traspaso en su nombre y cobrar él mismo la prima.

Advierten en la directiva madridista que sus reclamos económicos, llegados a este punto, son excesivos. También sospechan que hay otros clubes dispuestos a satisfacerlos, si es que no lo han hecho ya, mediante la firma de un precontrato. Aunque la FIFA lo prohíbe, muchos lo hacen. Khedira, claro está, lo desmiente.

“Siento que Ancelotti me necesita”, dice. Sus compañeros le ven encantado

“Nunca hubo conversaciones con otros clubes”, dice. “Madrid es mi segunda casa y tengo la sensación de que Carlo Ancelotti me necesita y me valora mucho. Ahora estuve seis semanas parado y después de solo dos sesiones con balón el míster me volvió a convocar”.

Puesto a enumerar tutores, Khedira solo menciona a Ancelotti. Desde que se fue Mourinho, su gran valedor, en el Madrid no quedan administradores con ganas de que renueve. Por algo se postergaron tanto las ofertas para que continuara. Por algo ficharon a Illarra y Kroos.

La lesión de Modric, que le mantendrá tres meses fuera de la competición, coincide con el regreso del stuttgardo a la plenitud. Ancelotti asegura que la pareja que forma con Kroos en el equipo nacional es una garantía de rigor. Mañana ante el Eibar, podría volver a la titularidad con el Madrid por primera vez desde la final de Champions. Si sucede lo que piensan sus compañeros, Sami Khedira comenzará su larga despedida en Ipurúa.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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