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Bélgica tiene ‘plan B’

Los rojos firman ante Argelia la sexta remontada en lo que va de torneo tras cambiar su propuesta de toque por el juego directo

Faustino Sáez
Fellaini celebra con Wilmots el gol del empate
Fellaini celebra con Wilmots el gol del empateIan Walton (Getty Images)

“Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”, dijo Groucho Marx en uno de sus aforismos más celebrados. Lo hubiera firmado el seleccionador belga, Marc Wilmots, para explicar la victoria de su equipo ante Argelia en el Mineirão de Belo Horizonte. Bélgica comenzó el Mundial con una propuesta pulcra y delicada, acariciando el balón, enhebrando pases e hilvanando el juego, pero Argelia le sorprendió en un contragolpe, se adelantó en el marcador y empujó a los diablos rojos al desasosiego. Escaparon de él con una remontada construida con el rudimentario catálogo del balón a la olla y la carga vehemente. Con Fellaini como ariete y tras desmontar a la carrera su ideario sobre la marcha en el segundo tiempo, Bélgica encontró una sufrida victoria ante un equipo plano pero correoso que puso en jaque durante más de una hora su arquitectura inestable.

Asumiendo su inferioridad técnica, Argelia apostó sin remilgos por el repliegue. Se trataba de amontonar efectivos en la zona de creación belga para espesar la circulación de balón que proponían Witsel y Dembelé. Masticaban cada pase los rojos con tanta paciencia como pulcritud en el intento de encontrar a Hazard, el ingenioso arquitecto encargado de ofrecer suministro a Lukaku. Pero no funcionó la fórmula y el corpulento ariete quedó enganchado en los grilletes argelinos. Una resistencia firme y avispada que pronto desmoralizó a su rival. Estaba Bélgica ensimismada en su metódico plan cuando una estampida argelina desnudó su retaguardia. Lanzaron los de Halilhodzic un vigoroso contragolpe por el costado izquierdo y un centro funcionarial de Ghoulam cogió a contrapié a los hercúleos y rígidos centrales belgas. Van Buyten y Kompany vieron pasar el balón como las vacas miran al tren y Feghouli se coló entre los convoyes ganando la carrera a su marcador Vertonghen, que solo acertó a agarrarle dentro del área como solución de emergencia.

El penalti lo embocó con solvencia el propio Feghouli esperando a que Courtois se venciera como un árbol y Argelia se instaló en el optimismo. Los africanos encontraron el premio antes de acumular merecimientos y a Bélgica le entraron las prisas. Se deprimieron los de Wilmots ante el primer contratiempo y su esmero inicial devino en un trazo inconexo y balbuceante. Apenas los disparos lejanos de Witsel aliviaban la desazón belga, pobre argumento ante un equipo que encontró en el gol el sustento para creer en su espartano repliegue.

Ante semejante panorama, Vilmots desmontó su pizarra y agitó el banquillo en busca de soluciones. Comenzaron a saltar fichas: Mertens sustituyó al inoperante Chadli, Origi dio relevo al inédito Lukaku y Fellaini tomó el testigo del Dembelé. No le pudo salir mejor el plan B. Bélgica desmontó el doble pivote, alteró su hoja de ruta, renunció a sus principios fundacionales y dio un volantazo al partido. Fellaini puso su 1,94m al servicio un carga tan intensa que, a fuerza de percutir, acabó derritiendo a Argelia. Primero el propio Fellaini, tras descolgar con un cabezazo de coronilla un centro de De Bruyne desde la izquierda, y más tarde Mertens, tras culminar una vertiginosa combinación con Hazard, sellaron la remontada, la sexta en los 15 partidos que van de Mundial.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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