Alemania atormenta al Madrid
El equipo español sucumbe (2-1) de nuevo en tierras germanas tras un partido muy disputado
Alemania nunca fue un buen observatorio para el Real Madrid, que ha vuelto a sucumbir como suele por aquellas tierras. Lo hizo ante un Borussia de gran esqueleto, un equipo consistente y con más de un solista de postín. No fue un mal Real Madrid, ni mucho menos, señal de la enjundia de su adversario. Obligado al máximo, el equipo español se quebró tras un encuentro extenuante. Cristiano fue puntual para sellar el primer empate, pero ante el gol de Schmelzer en el segundo tiempo no tuvo remedio y el equipo fue más disperso hasta que bajó el telón. El Dortmund le arrebató el liderato del grupo; la inesperada derrota del Manchester City en Ámsterdam supuso un alivio para los de Mourinho y deja al multimillonario club inglés como colista y, de nuevo, a un paso de ser eliminado en la fase de grupos.
BORUSSIA DORTMUND, 2 - REAL MADRID, 1
Borussia Dortmund: Weidenfeller; Piszczek, Subotic, Hummels, Schmelzer; Bender (Gündogan, m. 67), Kehl; Reus (Perisic, m. 90), Goetze (Schieber, m. 87), Grosskreutz; y Lewandowski. No utilizados: Langerak; Santana; Leitner y Löwe.
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Varane, Pepe, Essien; Khedira (Modric, m. 19), Xabi Alonso; Di María, Özil, Cristiano Ronaldo; y Benzema (Higuaín, m.72). No utilizados: Adán; Carvalho, Albiol; Kaká; y Callejón.
Goles: 1-0. M. 35. Lewandowski. 1-1. M. 37. Cristiano. 2-1. M. 64. Schmelzer.
Árbitro: Viktor Kassai (Húngria). Amonestó a Sergio Ramos y a Xabi Alonso.
48.700 espectadores en el Signal Iduna Park
Que un equipo como el blanco solo hubiera ganado en una de sus 23 visitas a tierras germanas certifica de forma elocuente lo que supone jugar en ese país. Sin los amplificadores del fútbol inglés, la Bundesliga siempre fue un camino de espinas, incluso para el equipo más triunfal de Europa. Y el Borussia Dortmund, capaz de negociar títulos con la superpotencia del Bayern con un vestuario de 23 años de media, mantiene la tradición. No es un grupo descamisado, tiene colmillo y talento. Es un buen conjunto, equilibrado, ambicioso, con chispa y algunos futbolistas de enorme proyección como Reus y Götze. Un conjunto exigente incluso para el jerárquico Real Madrid, que tuvo una respuesta firme, pese a las bajas defensivas y la lesión de Khedira a los veinte minutos. Pero la factoría de los madridistas es casi infinita.
Sin el medio centro defensivo alemán, Mourinho echó el lazo a Modric, de auxiliar de Xabi Alonso junto a Özil. Sin Khedira como centurión, el Madrid ganó en creatividad, atributo tantas veces relegado por eso que algunos llaman eficacia. En un partido tan apurado, Mourinho exploró una vía diferenciadora. Modric, de entrada, mezcló bien con Alonso y Özil tiró de repertorio como enganche, sobre todo en la primera hora de juego. Alrededor de los tres centrocampistas, el Madrid encontró su mejor respuesta en un duelo pendular, de ida y vuelta, abierto y disputadísimo en cada palmo del resbaladizo Signal Iduna Park.
Si Di María fue la primera amenaza para Weidenfeller, Kehl, por dos veces, probó a Iker Casillas, autor de media docena de paradas de mucho mérito. Pero, curioso, un partido de tanto vuelo generó dos goles regalados. Pepe, consistente junto a Varane hasta entonces, hizo lo que no acostumbra, una pifia. Quiso dar carrete al juego por el centro y su pase a Özil, que llegaba escoltado por un adversario, cayó a pies de Lewandowski, con una autopista frontal despejada hacia el capitán madridista. El polaco justificó su oficio de goleador y resolvió de maravilla el mano a mano con Casillas.
El Madrid no tuvo tiempo de sentirse contrariado. Apenas un par de minutos después, Özil, en su mejor momento de la noche, conectó desde la plaza central con Cristiano tras un pase maravilloso. Un pase a lo Özil, vamos, panorámico. Con Ronaldo por el medio, cualquier jugada es una amenaza. Si el guardameta contrario le invita al gol, no hay trama posible. Eso hizo Weidenfeller. CR estaba algo escorado y un rival le acosaba mientras la pelota botaba. El portero inició una aventura suicida, dejó los palos y dio la solución al portugués, que peinó el gol con un toque por encima del guardameta. Ronaldo no para, marcó por séptimo partido consecutivo.
El empate era la solución más justa para un pulso tan equilibrado y competido en el primer acto como en el segundo. El Borussia jamás se arrugó por la hidalguía de su oponente y el Madrid tampoco reculó. El encuentro mantuvo un ritmo extraordinario, lo que con el paso de los minutos pagaron gente como Modric y Özil, que tuvieron menos frecuencia en el juego, lo que obligó a multiplicarse a Xabi Alonso, titánico toda la noche, en el tráfico y en el quite. En plena combustión, de nuevo acertó el cuadro alemán, muy bien guiado por Götze. Un despeje de puños de Casillas derivó hacia la zurda de Schmelzer, un lateral en el balcón del área, señal del afán del Dortmund. El remate del carrilero esquivó un laberinto de piernas y, por tierra, llegó a un rincón de la meta de Casillas. Al Madrid le tocaba remontar de nuevo; ya no encontró el hilo. No desvaneció, pero el encuentro, ante un adversario machote, le condujo irremediablemente a la heroica, lo que intentó hasta el final. Y allí se quedó, a la orilla, colonizando sin éxito el área alemana. De paso, maldiciendo de nuevo su tránsito por un país donde no encuentra consuelo.
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