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La tranquilidad de Paulo Bento

La mesura del entrenador luso contrasta con su competitividad y fortaleza en la cancha

Ramon Besa
Bento celebra el pase a semifinales
Bento celebra el pase a semifinalesVASSIL DONEV (EFE)

A los portugueses les fastidia la sospecha de que no hay equipo del país, incluso la selección, que no esté intervenido o condicionado por la figura de José Mourinho y la de su agente, Jorge Mendes. La mayoría de los internacionales, ciertamente, tienen como representante a Mendes. El seleccionador, Paulo Bento, no cuenta, en cambio, con Mourinho como asesor espiritual deportivo, sino que sus dos técnicos de referencia son João Alves, el futbolista de los guantes negros que jugó en el Salamanca y después dirigió al Estrela Amadora, y Juanma Lillo, un ideólogo con el que discutía diariamente en sus tiempos en el Oviedo.

Paulo Bento (Lisboa, 1969) todavía viaja de vez en cuando a la ciudad asturiana, donde guarda buenos amigos, y hace un año se le vio jugar el derbi de la Liga en sala contra el Sporting. Quienes le miraban certificaron en el hoy seleccionador portugués los mismos rasgos de cuando ejercía de mediocentro en el Oviedo (1996-2000) después de haber jugado en equipos como el Benfica en dos etapas y el Vitória de Guimarães y antes de recalar en el Sporting de Lisboa. Aunque poco expresivo, acaso con un aire melancólico, siempre ha sido una persona muy segura de sí misma, profesional y con dotes de líder. Muy buen tipo en la calle, siempre jugó fuerte en la cancha.

Es poco expresivo y melancólico, pero siempre ha estado muy seguro de sí mismo

Aún se recuerda cuando la UEFA le suspendió por la trifulca que mantuvo con el trío arbitral en el partido Portugal-Francia de la Eurocopa de 2000. Aquel choque acabó como el rosario de la aurora. Lo ganaron los franceses con un gol de oro en la prórroga, obra de Zidane al transformar un penalti. Una jugada discutidísima por los portugueses, que terminaron zarandeando a los colegiados con el estadio y el césped convertidos en una caldera de pasiones.

El alma competitiva del Bento futbolista nada tiene que ver con su discurso como técnico. Hubo un tiempo en que incluso fue protagonista de un gag en un programa de humor en Portugal, el del Gato Fedorento, en el que se ironizaba sobre su peinado e insistencia en acabar cualquier frase con la palabra “tranquilidad”. Hombre correcto y nada rencoroso, nacido en un barrio humilde de Lisboa, siempre tuvo personalidad. La trascendencia de la semifinal del miércoles contra España no le hace perder el mundo de vista. “Ahora”, afirma, “no sueño con ganar el Europeo, sino en ganar la semifinal y jugar en las cuatro ciudades de Ucrania”.

Nunca se ha dejado torear. Ni cuando entrenó al Sporting de Lisboa ni mucho menos después de asumir el cargo de seleccionador tras la renuncia de Carlos Queiroz, tiempos en que se ofreció a Mourinho dirigir los dos partidos decisivos de la fase de clasificación para la actual Eurocopa. Bento sucedió a Queiroz, que, a su vez, había relevado a Luiz Felipe Scolari, el brasileño que manejó las riendas de la selección durante un lustro, entre 2003 y 2008.

Uno de sus técnicos de referencia es Lillo, con el que debatía en su etapa en el Oviedo

La trayectoria de Bento como entrenador del Sporting de Lisboa (2005-2009), club al que dio dos Copas y dos Supercopas y al que clasificó cuatro veces como subcampeón de la Liga —un récord en un país bipartidista por el duelo Oporto-Benfica—, explica su éxito como seleccionador y ayuda a entender su buena relación con Cristiano Ronaldo.

Ambos, entrenador y jugador, coincidieron en el Sporting, así como Varela y Veloso. Bento se las tuvo con los dos y, sin embargo, ahora les ha convocado para la Eurocopa. Fue intransigente, en cambio, con Carvalho y Bosingwa cuando se midió su autoridad y tampoco ha cedido en decisiones como la de situar a Postiga como nueve hasta que se ha lesionado.

Ya de jugador, le gustaba preguntar el porqué de las cosas que se daban en la cancha, de manera que se ha asesorado convenientemente y ha incorporado al equipo técnico a personas que corrigen sus limitaciones y cubren las necesidades de la selección.

Bruno Prata, uno de los periodistas más influyentes de Portugal, afirma: “Bento aprende rápido. Sabe escuchar, pero toma las decisiones. No cede a la presión y se hace respetar. Nadie que le conozca bien habla mal de él”. Ha tenido un efecto regenerador sobre la selección y ha ejercido de catalizador después de atender y procesar los deseos de los futbolistas, sobre todo de los líderes del equipo, Cristiano y Moutinho. A sus 43 años, es el técnico más joven de la Eurocopa y la federación le ha renovado el contrato hasta 2014. Incluso Queiroz ha tenido que cesar en sus críticas después de que Portugal sea semifinalista de la Eurocopa.

Bento, un mediocentro defensivo por excelencia, no es un entrenador cualquiera, ni un mandado de Mourinho o Queiroz ni el recadero de Cristiano, sino un técnico que se ha ganado el respeto como decenas de compañeros suyos que trabajan en el extranjero por su buena formación académica en las escuelas universitarias o por su condición de exjugadores con impacto internacional.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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