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Crónica
Texto informativo con interpretación

Un guardia civil que se llama Pepe

Relato de la comparecencia de un coronel retirado en la comisión sobre el 'caso Pujol'

Empezó la comisión con el rumor de que esta vez sí, ERC iba a votar en favor de la comparecencia del president Artur Mas, y como dejaron las votaciones para el final estuvimos todo el rato con el alma en un hilo. ¿Sería al final cierto...?

Este lunes les tocaba personarse a los presidentes y consejeros delegados de Banca Privada de Andorra y de Andbank, entidades con las que opera (no como el marqués de Villaverde sino en el sentido económico) la familia Pujol Ferrusola, así como al director de la Agencia Tributaria de Andorra; pero a la hora de la verdad ninguno de los citados ha querido comparecer amparándose en que son ciudadanos andorranos, cosa que al parecer imposibilita prestar declaración voluntaria en cualquier otro lugar del mundo. Lo mismo le ocurría al detective Monk (aquel tan inteligente y tan frágil) cuando se le planteaba un caso en Nuevo México: que no quería ir porque Nuevo México no estaba en San Francisco.

El caso es que al final solo se presentó un guardia civil. Pero ¡qué guardia civil! Se trataba del coronel retirado (que no excoronel) José Matas Zapata. Estuvo destinado en Andorra durante veinte años; entonces era teniente coronel, es decir, un semitono menos. ¿Y qué hacía en ese pequeño país de los Pirineos? Eso sí que es un misterio, que el propio coronel ha acentuado con el boato de un mercado persa. De sus palabras esquivas (e inaudibles a ratos debido a la afonía que aseguraba sufrir), se ha entendido que allí fue una persona “con información paralela”, que de algún modo representaba de primera mano los intereses españoles en Andorra, que en concreto no se debía a nada ni a nadie, pues más o menos su papel era el de un enlace, que se debe a él la creación de la Banca Privada de Andorra a partir de una pequeña banca familiar, que en reconocimiento a su labor se fue de mariscada al Botafumeiro de Barcelona con los jefazos de la Caixa de Catalunya y que, en general, no pasaba nada en el Principado que él no tuviese controlado. Actualmente reside en Marbella donde juega al golf y ha creado tres empresas del ramo de la construcción sin propósito concreto, solo por el gusto de montarlas. La comisión le ha llamado al Parlament como supuesto colaborador en la trama de evasión fiscal del caso Pujol y como posible hombre del CESID y del CNI; pero todo esto lo ha negado cada vez que se lo han preguntado, y eso que se lo han preguntado los portavoces de los siete grupos parlamentarios. El iniciático por Catalunya e ilustrísimo diputado Marc Vidal ha querido ir al grano.

–Hay cosas que usted no nos dirá.

–¡Claro!

–¿Era usted un espía?

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–No me gusta la palabra espía. Era... alguien muy interesado en la información.

El verdadero aspecto del agente secreto español no es el de Anacleto sino el de su jefe, y a este modelo se acomodaba en gran medida el coronel José Matas. Hombre rechoncho vestido con traje discreto, aspecto apacible, pero solo la pinta. El coronel, en realidad, no ha venido para hablar sino para escuchar, para ver, para observar qué está pasando en este lugar político donde ha saltado su nombre igual que un conejo de la gorra de un pobre. Es lo que ha dejado traslucir en un par de ocasiones al dirigirse a David Fernández, el presidente de la comisión. “Comparezco aquí para lavar mi honor, porque usted, señor presidente, me citó cuando le preguntó al señor Pujol y desde entonces he visto mi honor manchado. Y para un guardia civil el honor es lo primero”. Es cierto que el ilustrísimo diputado David Fernández le preguntó al exhonorable (que no honorable retirado) Jordi Pujol, cuando declaró en el Parlament, sobre la existencia de este guardia civil y de tal modo quedó vinculado al caso su nombre, José Matas, también alias el Rey de Andorra, también alias el Españoleto. Luego algún periodista se ha hecho eco de todo eso y de que alguien había sugerido la existencia de un guardia civil metido en el asunto al que llamaban familiarmente Pepe. También alguien ha asegurado que quizá este agente fuese el citado Pepe y que acaso pudiera haber ejercido de centinela del dinero de los Pujol. A este agravio es al que quiere enfrentarse el coronel. Ha venido para eso, para sostener que no conoce a los Pujol de nada, que a Prenafeta de refilón, y a Piqué Vidal cuando muy jóvenes. Eso sí, ha explicado que en sus tiempos “el dinero pasaba a Andorra tan fácilmente como los quesos y la mantequilla salían hacia abajo”, que para saber qué cuentas tenía un español en Andorra “bastaba con pagar 300.000 pesetas” al banco, que la evasión fiscal “no es nada malo”, y que “todos los países tienen sus paraísos fiscales, y aquí solo teníamos a Andorra, y España tenía que defender su paraíso fiscal”, que “durante mucho tiempo para el Estado no era importante la evasión fiscal” que practicaban los españoles en Andorra, y “ahora mismo sigue habiendo la misma permisividad”, que son “los mismos bancos los que ayudan a llevar el dinero de España a Andorra y no hacía falta exponerse llevándolo en una bolsa” y también ha detallado trabajos que hizo como “conseguir que un cantante muy importante llamado Alfredo Kraus fuese residente en Andorra y no en Mónaco”. Y ha finalizado diciendo que no le ve “mucha utilidad a esta comisión si lo que se dice en ella va a hacerse público”.

–¿Por qué un coronel de la Guardia Civil media para que un banco se convierta en Banca Privada?

–Bueno..., mis funciones iban variando.

Cuando un agente secreto español cuenta lo que sabe, sale un libro de humor involuntario del tipo Cisne. Yo fui espía de Franco. Pero con el coronel no hay manera. No suelta prenda. Y eso que repite sin parar que está abierto a cualquier pregunta. Lo ha intentado cada portavoz a su manera y sacarle alguna respuesta ha sido tan inútil como querer abrir una nuez con los codos. Hoy solo se ha oído aquí lo que el coronel quería que se oyese, pues estaba claro que era él quien había venido, no a que le viesen sino a mirar, a escuchar, a observar quiénes eran y de qué iban los que tanto parecían interesarse ahora, en el golfismo de Marbella, por su pasado. Una única cosa, algo es algo, se ha acordado tras su marcha. Pedir un informe a la Consejería de Interior sobre los servicios realizados por los Mossos d'Esquadra como acompañantes escoltas durante los (al parecer) abundantes viajes de Marta Ferrusola a Andorra durante los años noventa. Se ha ido el coronel y ha dejado entre los diputados esa sonrisa de malicia del gato que ve volar a su pájaro y que sabe que el balcón está demasiado alto. La malicia es siempre una cuestión de altura.

Tras el testimonio del agente, se ha procedido al fin a votar la comparecencia del president Artur Mas ante la comisión, y se materializó ¡al fin! lo que se decía en el inicio de la tarde. Esta vez, el ilustrísimo diputado Oriol Amorós, portavoz del grupo de ERC, también se ha sumado. Ya que no va Mas voluntariamente a la montaña de la Comisión de Asuntos Institucionales, serán los fríos y pelados montes de la Comisión sobre el Fraude y la Evasión quienes vayan hacia él. La ilustrísima diputada Meritxell Borràs se ha abstenido en nombre del grupo convergente no sin antes advertir a la concurrencia: “Ustedes no quieren saber la verdad. Ha empezado una campaña de desgaste del President”. Junto con la llamada al president Mas se ha aprobado citar a declarar a otras veintinueve personas, que se añaden a las cerca de doscientas que había listadas. Y este martes vuelven a reunirse los portavoces para reelaborar el calendario de comparecencias, pues resulta que a raíz del adelanto de las elecciones la comisión tiene todavía menos tiempo para culminar su cometido antes de que se disuelva el Parlament. ¿Lo conseguirá? ¿Averiguará la comisión si en el caso Pujol hubo o no una trama de evasión fiscal y de blanqueo de dinero? Por el momento, se sabe que detrás de todo esto hay un guardia civil que se llama Pepe.

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