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el banco vasco

Harto de que le pidan explicaciones

Mario Fernández ha asistido a una pérdida progresiva de la confianza que inspiró al PNV para su nombramiento como relevo de Irala en 2009

Mario Fernández (Bilbao, 1943) no estaba dispuesto a dar más explicaciones. Convencido, como casi siempre, de que le asistía la razón al diseñar cómo debía afrontar Kutxabank su futuro inmediato a pesar de su fortaleza financiera, empezaba a exasperarse, no obstante, con los requerimientos cada vez más frecuentes que le transmitía el PNV para que recondujera su hoja de ruta tan personal.

Más de una vez al mes, Fernández venía explicando en Sabin Etxea, la sede central del PNV, el arquetipo ideado para el apuntalamiento de Kutxabank en el nuevo marco de la regulación bancaria. El EBB se sentía muy preocupado por la orientación privatizadora que subyacía en el catón del entonces presidente de la entidad financiera. En las reuniones se hablaban dos lenguajes cada vez más diferentes Algunos dirigentes y hasta el propio diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, alertaron de la imperiosa necesidad de proteger la Obra Social y de blindar la esencia vasca del primer banco de Euskadi. Pero nada comparable a la bofetada que supuso para Fernández el reciente desafecto del lehendakari Urkullu hacia sus posiciones.

Para entonces, sin embargo, Fernández ya detectaba un ambiente donde "no se le bailaba el agua". Y el presidente de Kutxabank, a quien nadie cuestiona dentro y fuera del banco su acendrada profesionalidad, no está acostumbrado a verse contrariado. De ahí su incomodidad cuando leía con demasiada asiduidad críticas a la supuesta privatización que ideaba sin que, a su vez, encontrara voces autorizadas que las combatieran.

Tampoco entendió la apuesta del PNV por Xabier Sagredo para sustituirle en la presidencia de BBK una vez que en 2012 se alcanzó la fusión fría de las tres cajas vascas. Desde luego, Sagredo no era el candidato profesional de Fernández, pero sí el de Andoni Ortuzar y Joseba Aurrekoetxea, las dos personas con más capacidad de decisión en este tema. En realidad, se repetía el procedimiento utilizado cuando la dirección nacionalista apostó por Mario Fernández en 2009 como relevo del veterano Xabier de Irala.

Fernández ya detectaba un ambiente donde "no se le bailaba el agua"

La brecha, por tanto, se iba agrandando con el paso del tiempo. El presidente de Kutxabank, elegido en su día en medio de un unánime reconocimiento a su valia que el PNV siempre subrayó para justificar una elección sin reproches económicos ni políticos, veía que se diluía, en público y en privado, el idilio con quienes le propusieron.

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Con su perspicacia, entre sus hábitos del cigarrillo y la coca-cola de los que sigue sin desprenderse, Fernández asumía que el PNV se sentía mucho más cómodo con Sagredo, un economista de la absoluta confianza del partido en el que milita y que siempre ha respondido en anteriores cometidos profesionales a las expectativas que se le suponían.

Ahora, en su despedida, Mario Fernández se llevaba el reconocimiento unánime de su gestión y de una manera especial en el sector financiero español, pero le acompaña la sensación agridulce de que su apuesta más determinante en el colofón de su carrera no ha tenido la acogida a la que estaba acostumbrado incluso cuando se posicionaba sobre temas tan variopintos como el mapa del tiempo en ETB o la apuesta por Josu Urrutia como presidente del Athletic.

Este afiliado al PNV en 1980, vicelehendakari con Carlos Garaikoetxea y que terció por Eusko Alkartasuna en la fratricida escisión nacionalista de 1986, retrasó hasta el año 2000 su vuelta a los orígenes, defendiendo la legimitidad del plan Ibarretxe. Por el medio, dos matrimonios y una frenética carrera en el ámbito privado como socio del bufete de Uría y Menéndez y responsabilidades en el BBVA, donde la Fiscalía Anticorrupción solicitó su imputación en el caso de las cuentas secretas de la entidad, pero el juez Baltasar Garzón no lo admitió.

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