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“Entre los ‘hipsters’, ‘Clandestino’ de Manu Chao fue despreciado”

El escritor y crítico musical Víctor Lenore presenta en Valencia su libro 'Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural'

Ferran Bono
Víctor Lenore, en Valencia.
Víctor Lenore, en Valencia. MÒNICA TORRES

Víctor Lenore (Soria, 1972) lleva 20 años trabajando como periodista y crítico musical en diversos medios. Asegura que fue "el más gafapasta, el más indie y el más hispter del mundo". Con el tiempo se fue "distanciando de esas culturas porque están llenas de prejuicios" y se fue politizando. Una evolución que se refleja en su obra Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural (editado por Capitán Swing) que este martes fue presentado en la Nau de la Universitat de Valencia, de la mano del crítico Eduardo Guillot. 

Pregunta. ¿Qué diferencias hay entre indies, hipsters y gafapastas?

Respuesta. Hay muchas diferencias estéticas, pero también muchas similitudes de enfoque social y político. Indie es una cultura que nace en los 80 en Inglaterra, muy masculina, una especie de réplica a la gran industria musical. Como la industria está corrupta, vamos a recuperar la autenticidad. Son chavales de clase media hablando de sus cosas, con un registro melancólico, sentimientos interiores, canciones muy sencillas, importa más lo que dices que la calidad de la grabación. Una escena que con los años se ha hecho muy potente. Todos hemos visto cómo empezó los festivales de Benicàssim o Primavera Sound y cómo están ahora. El hipsterismo está ligado a la beat generation americana de los años 40, que se bajan del sueño americano para fumar marihuana y escuchar jazz. En el término hispters había un poco de empatía con la cultura negra. Este término resucita en la década del 2000 en Brooklyn como hiperconsumidores. Si los bohemios de los años 40, los hispters, buscaban cosas que el mercado no les ofrecía, marihuana, libertad sexual, mayor movilidad, en el 2000 se buscan cosas que ofrece el mercado: discos exclusivos, novelas experimentales, cine subtitulado de autor. Son consumos que los distinguen por encima del consumidor medio. Y gafapasta es un término un poco despectivo que tiene que ver con la gente que intelectualiza sus gustos: como yo veo cine de autor, como yo compro discos especiales, alternativos, me siento por encima de la masa. Un concepto importante es la masa, los tres grupos sociales quieren distinguirse de lo masivo por su consumo cultural.

P. ¿Hubo algún punto de inflexión en su vida para cambiar?

R. Hay varios puntos de inflexión, como una especie de gota malaya. Por ejemplo, cuando Manu Chao sacó el disco Clandestino. Manu Chao es una figura estigmatizada por los hipsters por vulgar. Los hipsters utilizan frases despectivas para ciertos sectores de la población, como pies negros o perroflautas. Así llaman a la gente más concienciada, que no se preocupa por su ropa, que oye música más más alegre y bullanguera. Manu Chao fue el primer artista que hizo un disco inspirado en la vida de los inmigrantes en las grandes ciudades, en los locutorios, en los trabajos precarios, lejos de tu familia. Dentro de la cultura hipsters e indie donde yo me movía, Manu Chao generó un gran desprecio, fue despreciado.

P. ¿Asocia estos movimientos a una élite cultura?

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R. Son una élite cultural. No se habla igual de los festivales de Benicàssim (FIB) que de Viña Rock. El FIB goza como de un gran prestigio cultural y el Viña Rock es como especie de campo donde tocan punkies.

P. ¿Las diferencias están más marcadas por el gusto estético y musical que por la procedencia social?

R. Es una mezcla. La clase media no es un estatus económico sino una postura sociológica. Cuando crees que tus valores son de clase media, eres clase media, aunque seas pobre. En las encuestas, la mayor parte de la gente se identifica de clase media. Y eso es imposible.

P. ¿Y los otros puntos de inflexión?

R. El hipsterismo es un mundo muy endogámico. Sólo te juntas con grupos o con otros críticos musicales. Cuando empezaron todas las manifestaciones antigloblación en Seatle, a principios de los 2000, cuando se publicó No logo, empecé un proceso de politización y empecé a colaborar acabé en una revista La dinamo, donde me relacionaba también con sociólogos, filósofos, militantes. Todo eso me hizo darme cuenta de la carga de prejuicios que tenía la escena cultureta.

P. ¿Y entonces cambiaron sus gustos musicales? ¿Vincula directamente una estética y unos gustos con una conciencia?

R. En mi caso es lo que me ha pasado y lo que le ha pasado a gente cercana. Vi que había otras músicas que en vez de fomentar la distinción fomentaban la fraternidad, como el punk británico antithatcher, la música jamaicana… Aquí está el festival del Rototom en Benicàssim...

P. Que no es hipster.

R. No, al revés. Es una estética antihipster.

P. Pero también es un gran negocio

R. Sí, pero la entrada al FIB cuesta ciento y pico euros y el Rototom un 60% menos. Tienen un día para los parados de Castellón, que sólo pagan cinco euros. Los niños y los ancianos entran gratis. No se sirve Coca-cola por sus prácticas monopolistas. El FIB tiene una pasarela de moda y en el Rototom hablan activistas sociales. La primera vez que entré en el Rototom pensé: 'Joder, he entrado en este recinto (el mismo que el del FIB) muchas veces y nunca me había fijado en que es gigantesco'. ¿Por qué? Porque habían quitado la zona VIP del FIB. Tienen lógicas antagónicas.

P. ¿Cómo califica a los hipsters y demás? ¿Como tribus urbanas?

R. Son falsas subculturas. Bajo la apariencia de subcultura, lo que hacen es una versión turbo de todos los valores dominantes: exclusión, anglofilia, elitismo…

P. Usted habla de elitismo al alcance de todos...

R. La gente me dice: Tengo amigos hipsters que tienen muy poco dinero. Pero son más importantes los valores que el dinero. Pagas cinco euros por Spotify y te bajas todo al ordenador. Además, hay festivales que son muy baratos, como el Low Cost, el Arenal Sound…

P. ¿El Arenal Sound es hipster?

R. Sí, para gente que se inicia, al igual que el Low Cost.

P. ¿La tendencia a etiquetar y calificar, decir lo que está bien, lo que está mal, ¿no refleja una voluntad moralizadora?

R. La tendencia a etiquetar es muy hipster: pies negros, bakala, choni, perroflauta… El título de mi libro es un intento de responder a esa tendencia y que ellos se sientan como los demás. Por otro lado, estoy a favor de las cuestiones morales. Hay que plantearse qué consecuencias tienen tus actos. La moral es una palabra con muy mala prensa. Pero yo más que moralismo, lo llamo criterios sociopolíticos. Prefiero los proyectos culturales igualitarios que los procapitalistas. Llámelo moralista, si quiere.

P. ¿Un espectador de Sonic Youth está menos comprometido que uno de Camela?

R. Hay algunas distinciones muy mecánicas. No quiero llevarlo al terreno de los gustos. El problema del hipsterismo es que disuelve los problemas políticos en cuestiones estéticas. Por ejemplo, en el mundo hipster nadie está sindicado, ni habla mal del jefe. He conocido muchas redacciones y oficinas. También hablo en el libro de la gentrificación. Por qué si cuestionas la gentrificación de un barrio de moda es como si cuestionaras la modernidad, los avances… Pues a mí me preocupan que suban los alquilares, los desplazados... Por otro lado, seguro que hay algún fan de Sonic Youth que está muy politizado, y uno de Camela que es de extrema derecha.

P. ¿Sus gustos han variado mucho?

R. Totalmente. Una cosa que te da alergia cuando eres hipster es la figura del cantautor concienciado, es la cosa más antigua: Pete Seeger, Paco Ibáñez, Víctor Jara, ¡qué coñazo!. Pero cambié de lógica política y escucho a Víctor Jara y me emociono. Antes prefería a Leonard Cohen, que es una artista que va de exquisito

P. ¿Y ahora no le gusta?

R. Pues no. Me gustan algunas letras políticas suyas de los años 60. Más empáticas, menos preocupadas por los asuntos del yo y más por el nosotros.

P. ¿Escuchaba a Silvio Rodríguez o Joan Manuel Serrat en su adolescencia?

R. No y no son comparables a Víctor Jara. En mi generación adoran a Johnny Cash, cantante americano, que tienes muchas oportunidades de escucharlo, pero Víctor Jara no sale nunca en la radio. De Serrat, lo que me llama la atención es que la última vez que se posicionó fue en el vídeo de la ceja para la reelección de [José Luis Rodríguez] Zapatero, pero no se ha posicionado políticamente sobre los recortes, los desahucios, los despidos... Se ha juntado con Sabina y hacen sus chistes. Sabina fue muy combativo hace tiempo en algunas cosas, pero ahora…

P. No hace mucho se pronunció sobre Podemos…

R. Ah sí, y fue crítico. Dijo que tenía que ponerse al día. Es una posición política con la que se está alineando con los Eduardo Indra, [Francisco] Maruhenda…

P. ¿Qué opina de Podemos?

R. Estoy encantado. Yo estaba en el 15-M diciendo eso de que no nos representan. Por primera vez puede decir ahora que sí me representan.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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