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Los proxenetas reclutan las mujeres en el centro de Brasil

El equipo de Brasil contra la trata no conocía la Carioca Vigo es la puerta de entrada de prostitutas para la zona norte de España

El estado brasileño de Goiás es el paradigma del tráfico de mujeres rumbo a los prostíbulos de Europa. Las nacidas en Brasil son mayoría entre las trabajadoras de los burdeles de Galicia, y la gran inmensidad proceden precisamente de Goiás. “Existe una ruta consolidada de transporte de víctimas desde allí”, explica Mariana Siqueira de Carvalho, coordinadora de la lucha contra el tráfico de personas en Brasil. Ayer, con su equipo, llegó a Galicia y descubrió, por casualidad, que existía la Operación Carioca.

La juez de la Operación Carioca, Pilar de Lara, y su equipo más cercano se presentaron en la reunión a la que asistía la delegación de Brasil en un edificio de la Xunta. Nadie había invitado a la magistrada que instruye el mayor sumario sobre prostitución (y clubes con brasileñas) que ha conocido Galicia). El equipo de Mariana Siqueira nunca había oido hablar del caso.

Vuelven a su país en “un estado inimaginable y con marcas de violencia”

Este red nacional de Brasil tanto trabaja con mujeres como con hombres que son empleados en penosas actividades de todo tipo. “El perfil se va sofisticando”, dice, “cada vez tenemos más niños que son alejados de sus padres para ser explotados en el fútbol. Y niñas traficadas para ser modelos”.

Las goianas, por su parte, “tienen fama de ser dulces, sumisas, criadas en una sociedad muy machista”. Aunque también hay otras zonas del país que son aprovechadas por las mafias consolidadas para los envíos, esquivando la vigilancia de las grandes capitales, porque cuentan con vuelos directos a España. Al otro lado del charco, en el noroeste peninsular, uno de los aeropuertos de referencia para las tramas es el de Vigo, añade Belén Liste, subdirectora para o Tratamento da Violencia de Xénero. “La Red Española contra la Trata tiene identificada una ruta” que entra por Galicia y “recorre la cornisa cantábrica”.

En el aula 5 de la Escola Galega de Administración Pública, ayer, todo el día, se sentaron para intercambiar lo que saben responsables de la lucha contra la trata en Brasil, en Portugal y en Galicia. La Secretaría Xeral de Igualdade dio un avance a los visitantes de la investigación sobre la situación actual en Galicia que ha encargado a la Universidade de Vigo y todavía está inconclusa.

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Hoy, el encuentro, promovido dentro del programa Itíneris por el Centro Internacional para el Desarrollo de las Políticas Migratorias (con sede en Viena), continuará en Vigo. En esta segunda y última sesión, antes de marchar a Portugal, la comitiva se reunirá con los fiscales de extranjería de Galicia y con miembros de la policía y de la Guardia Civil.

Alrededor de 8.000 mujeres son prostituidas en Galicia y, según la ONU, España es uno de los 10 países del mundo con más redes mafiosas de prostitución. Sebastião Sousa, inspector jefe de la Polícia Judiciária, añade un dato curioso de consumo: en la <CF1001>raia se produce un intercambio descarado de clientes. Los portugueses frecuentan los clubes gallegos, y los gallegos buscan sexo de pago en localidades portuguesas como Bragança, una meca del lenocinio donde los comercios y las peluquerías llegaron a declarar que precisaban de las inmigrantes brasileñas para sostenerse.

Uno de los grandes problemas con los que se topan quienes intentan desentrañar las mafias del proxenetismo es la negativa de las chicas a reconocer que son víctimas. A veces son miembros de sus propias familias quienes las captan. La legislación de Extranjería marca ahora un periodo de “reflexión” de 30 días desde que se produce una redada. En ese tiempo, si la inmigrante sin papeles decide colaborar y contar lo que sabe, su camino no tendrá que ser el de vuelta. Liste explicó que la Xunta llegó a un acuerdo con ONG que tienen “recursos para acoger y proteger” a estas mujeres en el tiempo de reflexión.

Las que retornan son una sombra de sí mismas. En algunos puertos de Brasil, y en aeropuertos como el de São Paulo o el de Río, funciona una puerta específica de “acogimiento del emigrante”. Ahí comienza la atención psicológica, que luego sigue en los centros contra la trata que hay en las zonas críticas del país. “Vuelven en un estado deplorable, inimaginable”, describe Siqueira, “y con marcas físicas de haber sufrido violencia”. “Estas mujeres pertenecen a familias muy pobres, muchas apenas estudiaron, son muy jóvenes pero ya tienen hijos”. Y aquí “se resisten a verse como víctimas”, porque marchan de una situación deprimida como “triunfadoras”. Emigraron, se “colocaron” y fueron capaces de enviar dinero a los suyos. Son fáciles de captar porque alimentan el “sueño de huir a un lugar mejor, e incluso de casarse en España”, cuenta Mariana Siqueira.

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