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Un millón de dólares en Bahamas y arsenal de armas en Ribadumia

José Lafuente se enfrenta a 22 años de cárcel por narcotráfico y blanqueo Ordenó el secuestro de un sobrino por gastarse su dinero en juergas

Mansión del traficante José Lafuente en Ribadumia donde la policía halló las armas.
Mansión del traficante José Lafuente en Ribadumia donde la policía halló las armas.

Acumula todos los ingredientes delictivos de un capo del narcotráfico. José Lafuente Martínez, junto a su hermano Manuel, Nelo, que también cuenta con una amplia ficha policial, integraban el clan arousano de Los Madereros; una familia de terratenientes que alquiló los terrenos del campo de golf de Meis. Fue condenado por secuestro a siete años de prisión y otros 10 por tráfico de cocaína, de la que ha confesado su adicción. Ahora se enfrenta a otros 22 años de cárcel por narcotráfico, blanquear de dinero en los más acreditados paraísos fiscales y por tenencia de armas y munición, además de una multa de 9,1 millones de euros.

 José Lafuente, de 51 años, tenía un arsenal en su chalé de Ribadumia cuando la Guardia Civil entró a registrarlo en noviembre de 2009. Discretamente escondidas bajo la mesa de billar acumulaba hasta siete armas de fuego en perfecto estado y 341 cartuchos en munición sin repercutir de diferente calibre. Cuatro de ellas son escopetas superpuestas de dos cañones y otra es de repetición, además de una carabina del calibre 22 con mira telescópica y una pistola semiautomática de 6,35 mm.

Precisamente en esta mansión, que está a nombre de su madre, tuvo lugar un sórdido suceso cuando en 2001 Lafuente ordenó el secuestro de un sobrino, José Radio, que había quedado al cuidado de la casa y de todas sus pertenencias, incluida la caja de caudales, mientras él viajaba con su mujer a Colombia. Cuando regresó, el sobrino se había gastado varios miles de euros en juergas y fiestas dentro y fuera del chalé.

José Radio denunció que para darle un escarmiento le encadenaron por el cuello a un pilar del sótano donde le golpearon y le torturaron con descargas eléctricas, cortándole después el tendón de un dedo con una sierra. Días más tarde consiguió huir, caminando varios kilómetros hasta la casa de sus padres pero arrastrando una cadena de tres metros. Según él, el plan de su tío era regresar juntos a Colombia para dejarlo como garantía de pago de una operación de cocaína. Aunque no declaró contra él en el juicio, José Lafuente, su mujer y dos socios no se libraron de la cárcel.

Con buenos contactos en Colombia la salida de la cárcel no fue complicada para él. Lafuente compraba pequeñas partidas de cocaína que le reportaban sustanciosos beneficios. Entre 2006 y 2009 movió 2.051.268 millones de euros en distintas cuentas bancarias, la mayoría en paraísos fiscales como Islas Caimán, Macao o Islas Bahamas. En esta última se localizaron depósitos off shore por importe de 1,2 millones de dólares americanos en el Private Investimen Bank Limited.

La Guardia Civil se puso sobre la pista de José Lafuente desde finales de enero de 2007, cuando este concertó la venta de una partida de cocaína en la isla de Ibiza. Para ello envió a un hombre de su confianza, Juan Castro Iglesias, que cuando estaba a punto de concluir el viaje en ferry hasta la isla fue detenido por los agentes. Era algo más de un kilo de cocaína pero de una pésima calidad, un 37% de pureza. Aún así, la droga hubiera alcanzado en el mercado ibicenco 48.594 euros.

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Según algunas de las operaciones descritas en el escrito de acusación del fiscal, en julio de ese año Lafuente viajó a Colombia para comprar cinco kilos de cocaína a 25.000 euros el kilos, que luego vendería a unos 32.000. Mientras se encontraba en el extranjero dejaba a cargo del “negocio” a su primo Eladio Lafuente Abraldes, que entonces se encargó de contactar con los representantes del cártel en España para cerrar la operación.

Eladio Lafuente se citó en la cafetería de El Corte Inglés de la calle Serrano con una tal Cristina, cerrando el acuerdo para la entrega de la droga a cambio del dinero. El 14 de agosto, José Lafuente mandó retirar 140.000 euros de la entidad bancaria BPI de Valença (Portugal) pero surgieron problemas con la entrega de la cocaína pactada y Eladio Lafuente regresó a Galicia después de entregar el dinero mientras su jefe siguió haciendo gestiones en Colombia en agosto y septiembre. Según la investigación, la entrega finalmente no se produjo “al haber perdido la organización colombiana el dinero que Lafuente le había adelantado”.

En su chalé de Ribadumia también tenía joyas por valor de más de 70.000 euros, un Mercedes, una moto y tres quads. “Como consecuencia de la actividad de narcotráfico el acusado se ha venido enriqueciendo, valiéndose de un entramado de personas interpuestas que han colaborado activamente con él para evitar que el producto de esa actividad ilícita llegara a figurar en algún momento a su nombre”, señala el fiscal Luis Uriarte.

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