Primavera en los jardines de Madrid
Espacios singulares con herencias renacentistas, francesas e inglesas
Estanques, fuentes, parterres ... Y mucho color. Estos días, en los ocho jardines históricos de la capital florecen los almendros, narcisos, tulipanes y pensamientos.
El jardín es el ámbito en el que la naturaleza aparece "sometida, ordenada, seleccionada, cerrada", escribe el ensayista y poeta Juan Eduardo Cirlot. "Por eso constituye un símbolo de la conciencia frente a la selva (inconsciente), como la isla ante el océano". El lugar donde el ser humano y el espacio arquitectónico mejor se armonizan, según el arquitecto Alvar Aalto, o, siguiendo al poeta Octavio Paz, el lugar donde se entra a otro espacio en el espacio y a otro tiempo en el tiempo. Los primeros colores que estos días lucen tulipanes, narcisos y pensamientos invitan a un viaje primaveral.
1 Los jardines del Buen Retiro
Este parque, con sus más de 100 hectáreas, forma el paraíso verde de los madrileños desde que comenzara el proyecto Felipe IV, en el año 1630. El paso del tiempo ha ido transformando las hechuras de este veterano jardín con el avatar caprichoso de cada uno de los regentes que han protagonizado la Corte madrileña. Entre sus palacios, estanques, fuentes, paseos, parterres y estatuas se aprecian todas las influencias de la jardinería europea desde el Renacimiento hasta el Romanticismo. Tiene rincones excepcionales, como el Estanque Grande, el Palacio de Cristal y su lago, el Parterre y su majestuoso ciprés calvo, la Chopera, los jardines de Cecilio Rodríguez o la Rosaleda, que acaba de ser restaurada y luce para esta primavera decenas de variedades de rosas diferentes. A finales de abril empezarán a florecer los gigantescos castaños que pueblan el parque. Más allá del calendario natural, uno de los mayores atractivos es el ambiente que se vive los fines de semana, cuando el Retiro se anima con conciertos de la Banda Municipal, exposiciones, teatro de títeres, paseos en barca, artistas, cuentacuentos, mimos, vendedores ambulantes y paseantes, muchos paseantes.
2 El Capricho
Situado en la Alameda de Osuna, este espacio ajardinado es famoso por la espectacular floración de los lilos que comienza a finales de marzo y dura hasta mediados de abril. Al mismo tiempo florecen también los árboles del amor, típicos de este jardín romántico lleno de encanto. Se comenzó a construir en los accesos al palacio de los duques de Osuna en 1787 y se fue ampliando poco a poco con diferentes elementos arquitectónicos y paisajísticos. Tiene unas 14 hectáreas, que han pasado de estar rodeadas de olivares y campos de cultivo a edificaciones y avenidas. Su aislamiento, en la periferia de la ciudad, y el permanecer abierto al público sólo los fines de semana y festivos lo han conservado como una excepcional isla ornitológica donde anidan gran cantidad de especies de aves.
3 Casa de Campo
De cazadero real a parque público, ha visto correr el tiempo a las orillas del Manzanares desde que en 1556 Felipe II le comprara los terrenos a la familia de los Vargas, para unir el Palacio Real con la finca de El Pardo. Un bosque de encinares, pinares, fresnedas, choperas, retamares y escobonares de 1.700 hectáreas, convertido en mucho más que un parque, que se pinta en abril de amarillo y tonos rosáceos con la floración de las retamas y los madroños.
Se puede dividir en dos zonas bien diferenciadas. Una, colindante con el paseo de Extremadura, donde se localiza el Recinto Ferial, el Parque de Atracciones, el Zoo, los Toriles de Batán y el Lago, que posee un elevado grado de humanización. El otro extremo tiene un carácter mucho más forestal, con un paisaje alomado entre pequeñas vallejadas arropadas de encinas y pinos, donde medran las aves propias del bosque mediterráneo. Son frecuentes los relinchos de los pitos reales, los arrullos de las tórtolas, el soniquete de las abubillas, el alboroto de los arrendajos, los trinos de jilgueros, pinzones, carboneros y ruiseñores, y, desde hace pocos años, la algarabía de las cotorras argentinas.
4 Jardín Botánico
Fundado por Carlos III como parte de su proyecto de convertir el paseo del Prado en la Colina de las Ciencias, el Real Jardín Botánico de Madrid albergó desde sus primeros años las colecciones herbarias procedentes de las numerosas expediciones a los territorios coloniales: Perú y Chile, en 1777; Nueva Granada, en 1783; Filipinas, en 1786, y México, en 1787. Actualmente alberga un importante centro de investigación botánica que cuenta con biblioteca, archivo de botánica y jardinería, herbario y semillero, y realiza diversas actividades culturales. Su ordenación se sitúa en tres niveles: la Terraza de los Cuadros, la Terraza de las Escuelas y el Plano de la Flor, que albergan diferentes criterios de clasificación de la flora. Los paseos primaverales y otoñales por este recinto descubren uno de los lugares más exóticos y fascinantes de Madrid. Hasta la entrada del verano se suceden floraciones coloristas, con especies florales y arbóreas en las que destacan ahora las mimosas y azaleas.
5 Campo del Moro
Su nombre le viene por ser el lugar de acampada de las tropas árabes que sitiaban la villa en el siglo XII. Situados a espaldas del Palacio Real, estos jardines se configuran en el XIX como patio palaciego de estilo romántico para enlazar con la vecina Casa de Campo. Aunque separados, los jardines de Sabatini, situados en el lateral del palacio, forman una misma unidad alrededor de la residencia real. Dentro del mismo recinto se encuentra el Museo de Carruajes, donde se exponen los coches y carruajes usados por los reyes desde Carlos IV.
6 Fuente del Berro
Situado muy cerca del Pirulí (Torre España, sede de TVE) y acosado por la M-30, este pequeño parque romántico evoca sus orígenes como jardín privado de una quinta aristocrática del siglo XVIII. Su nombre hace alusión a una fuente que manaba en la huerta con unas aguas tan apreciadas que Felipe IV compró la finca para reservar los derechos del agua para la Casa Real. La fuente sigue existiendo, pero fuera del parque actual, en la calle de los Peñascales.
7 Parque del Oeste
Se trata de un jardín puramente inglés, diseñado en 1906 por Cecilio Rodríguez, al que se le han añadido otras zonas verdes, como el parque de la Tinaja, la Rosaleda y el parque de la Montaña o Templo de Debod. En su zona norte existe una vallejada por donde discurre un arroyo artificial. La irregularidad del terreno en sus casi 100 hectáreas ofrece una singular fisonomía salpicada de plataformas, praderas, bosquetes y sinuosos caminos, que lo convierten en un atractivo lugar de descanso para los estudiantes de la cercana Universidad Complutense. La Rosaleda forma un espacio diferenciado de 1,7 hectáreas alfombrado de miles de rosales distribuidos en parterres. En este recinto se celebra cada año el Concurso Internacional de Rosas Nuevas de la Villa de Madrid, que atrae a participantes de todo el mundo.
8 La Quinta de los Molinos
Esta peculiar finca, arbolada con diferentes especies de frondosas y coníferas a lo largo de sus caminos y paseos, tiene la particularidad de albergar ejemplares arbóreos poco frecuentes en los jardines, pero muy apreciados por la avifauna, como son olivos y almendros. En estas fechas del mes de marzo, la floración de los almendros convierte esta antigua huerta urbana en uno de los rincones más singulares de Madrid. Un palacio de inspiración vienesa construido entre los años veinte y treinta del siglo pasado por César Cort y Botí, un par de molinos de viento y algunos estanques y fuentes se reparten entre los calveros de esta pequeña selva artificial.
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