"No me tiembla el pulso al ir contra el PSOE o contra el PP"
A la barcelonesa María Luisa Cava de Llano le brotan muy fácilmente las lágrimas. Se le humedecen los ojos de repente sin que pueda remediarlo cuando recuerda determinadas situaciones. A lo largo de la comida le ocurre una vez, cuando rememora el caso de una mujer peruana a punto de morir en España a cuyos hijos no se les permitía viajar a visitarla. No le gusta su llanto fácil. Teme que pueda transmitir una falsa sensación de debilidad. "Soy muy fuerte, es simplemente algo incontrolable".
Débil, desde luego, no parece. A sus 62 años, no oculta que quiere seguir el tiempo que pueda al frente del Defensor del Pueblo, cargo en el que está en funciones tras la marcha de Enrique Múgica. Durante 10 años fue su adjunta primera y por el momento no ha habido consenso político para un nuevo nombramiento.
Dos grandes luchas de la defensora del pueblo han sido los menores y los inmigrantes
Llegó a Madrid desde su despacho de abogados en Ibiza hace 17 años para ser diputada. Del Partido Popular. Siete años más tarde dejó su escaño para incorporarse al Defensor del Pueblo. Por sus inicios en la capital elige para comer un lugar junto al Congreso, Casa Manolo. "Me trae muchos recuerdos y las croquetas son para morirse". Y las pide. Cava de Llano es de buen comer, y hoy viene con hambre. "He desayunado poco y mal en el avión", dice. Ha pasado el fin de semana en Ibiza, donde viven su marido, sus hijos y sus nietos. Propone compartir algunos primeros y pide una inmensa carrillada de segundo.
La conversación comienza sobre su continuidad, que sabe que puede acabar en cualquier momento. "Si tengo que irme, me iré, pero mientras tanto trabajo. Es el mejor empleo que uno puede tener. Cuando ves determinadas vulneraciones de derechos, como particular no puedes hacer mucho; como defensora, sí. Prestar atención a una presa española en el extranjero que no ve porque no le dan unas gafas con su graduación o intervenir ante una expulsión irregular. En el caso de los centros de menores hay un antes y un después de que denunciáramos las deficiencias en nuestro informe. Es muy importante que la Administración se sienta vigilada".
Ha recibido críticas sonadas en los últimos meses por parte de los socialistas, que la han acusado de sectaria, de proteger el mismo ideario que el PP y de ser demasiado activa en una situación de interinidad. Recurrió el Estatut, la ley de acogida catalana y el código de consumo de la Generalitat que obliga a rotular en catalán. Ella defiende su independencia. "Me ha tocado ir contra el PSOE y también contra el PP, y no me ha temblado el pulso", afirma. "Si dejas de ser independiente como defensora del pueblo, eres un fraude. No tengo la menor idea de la ideología de mis colaboradores. Me da igual. En materia de inmigración [una de sus batallas, junto a los menores y los presos] hemos criticado a comunidades gobernadas por populares y socialistas".
Pide un zumo de naranja después de una copiosa comida mientras rememora mil anécdotas sobre sus años en la institución. "Lo mejor es comprobar que los ciudadanos confían lo suficiente como para dirigirse a nosotros. Hemos recibido casi 100.000 quejas en los últimos cinco años".
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