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Reportaje:

Los ojos enfermos de Monet y Degas

Un oftalmólogo simula las afecciones de dos maestros impresionistas

Patricia Gosálvez

¿Qué intentó expresar el pintor en la obra? "Eso depende de lo que viese el artista al mirarla", dice el profesor de Oftalmología de la Universidad de Stanford, Michael F. Marmor. Hijo de coleccionistas de arte, la deformación profesional le ha hecho cuestionar el enigma.

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Marmor publica en The Archives of Ophtalmology un experimento que sostiene que los cambios de estilo que Degas y Monet acusaron en sus últimos años no responden a una evolución hacia el arte abstracto o expresionista, como defienden muchos críticos de arte, sino a las afecciones oculares que sufrieron con la edad. Degas tuvo una degeneración macular que le nublaba la vista, Monet sufrió cataratas. "Su época más abstracta coincide con los años en los que veía tras el filtro borroso y amarillento de la enfermedad", dice el científico. "Tras ser operado, volvió a su estilo anterior".

La cuestión no es tanto que los pintores viesen el mundo distinto y por eso pintasen raro, sino que sabiendo que ya no veían bien, trataron de compensarlo en su obra (Degas acabó pintando sobre lienzos enormes). La ironía: "Al mirar sus cuadros no eran capaces de juzgar si lo que acababan de pintar era, de hecho, lo que querían haber pintado", dice Marmor.

Para explicar el lío, lo mejor es ver a través de sus ojos. Con un programa informático, Marmor aplica filtros que imitan las afecciones. Mire las imágenes. Las de la derecha muestran como Monet pintó entre 1918 y 1924, cuando sus cataratas eran más graves, el Puente japonés de Giverny. Donde nosotros vemos radicales naranjas y azules, él veía el mejunje verde amarillento que muestran las imágenes de la derecha. Las cataratas le privaron de su sutil paleta de colores visual, esencia de su estilo. Monet lo compensó a ciegas. "Al final escogía los colores por la etiqueta y cuando se operó destruyó muchos de los cuadros de ese periodo", dice Marmor,

Degas tuvo mejor suerte con la enfermedad que le tocó. "Nosotros vemos una tremenda evolución de su trazo a medida que se hace mayor y ve peor", dice Marmor: "Es menos refinado, sus perfiles menos suaves, su pincelada más hosca". Sin embargo, su afección difuminaba estas diferencias. "Él sabía que sus trazos eran más torpes, pero cuando se alejaba para mirar el cuadro, lo que veía era una figura suave y bien sombreada". "En cierto modo, la naturaleza de su afección le dio confianza para seguir pintando hasta el final de sus días", concluye Marmor, que aclara que su teoría no explica el arte, pero dice mucho de los obstáculos a los que se enfrentaron los pintores.

¿Cómo han reaccionado los críticos de arte a la tesis del oftalmólogo? "Muchos lo encuentran útil para entender mejor al artista", dice Marmor, "otros creen que los médicos no deberíamos meter las narices en lo que no nos incumbe".

Marmor apoya su investigación en documentos históricos, sobre todo cartas en las que los artistas hablan de su visión pero no mencionan su intención consciente de evolucionar hacia el arte abstracto. Y huye de las especulaciones. ¿Puede que las figuras alargadas de El Greco se debiesen al astigmatismo? "Eso es un mito, no tiene fundamento ni histórico ni médico", dice dando extensas explicaciones de ambos ámbitos. ¿Y que Van Gogh sufría una extraña afección que altera la percepción de los colores? "Otro bulo", dice Marmor, "a Van Gogh, simplemente, le gustaba el amarillo".

Los cuadros de la izquierda los pintó Monet con cataratas; a la derecha, cómo veía el artista estas obras.
Los cuadros de la izquierda los pintó Monet con cataratas; a la derecha, cómo veía el artista estas obras.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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