"No es la jubilación. Francia protesta por la Europa en crisis"
Hay expresiones que delatan / denotan / explican qué es Francia. Una de las más entrañables es doctrina republicana, arcano relativo o tantra deliberado que mira a la izquierda, se instala en un laicismo casi religioso, y conecta telúricamente a la grande nation con su pasado. Y nadie representa mejor ese misterio que Jean-Pierre Chevènement, ex ministro de François Mitterrand, que dimitió en 1991 por la participación francesa en la primera guerra del Golfo, y fundó su propio partido, el Movimiento Republicano y Ciudadano. Invitado por la asociación hispano-francesa Diálogo desayuna en Madrid mostrando apetito solo por las palabras; no prueba bocado.
¿Qué pasa en Francia? Una decisión relativamente menor -el retraso de la jubilación de 60 a 62 años- ha desencadenado una huelga general semipermanente con millones de manifestantes en la calle. "Es mucho más que la jubilación. Es una protesta por una Europa en crisis, donde el euro pierde legitimidad, y lo único que importa es recortar el presupuesto. Así, los países en peor situación verán cómo esta se agrava aún más y más. El ciudadano, tanto jóvenes estudiantes como camioneros veteranos, ven cómo el dinero del contribuyente sirve para rescatar a los bancos, y que solo a ellos se les piden sacrificios". Chevènement no es, de toda evidencia, europeísta, al menos no con la fe del carbonero, y su partido pidió el no a la Constitución europea en el referéndum de 2005, que se impuso con un 54% de votos. Nada que no sea una política de crecimiento le parece aceptable, un nuevo keynesianismo, aunque el nombre del mitológico economista inglés pronunciado a la francesa nos obligue a preguntarnos durante unos segundos de quién estamos hablando. "Francia es la nación política por excelencia. Y la política europea entraña la más completa dimisión de la política. De ahí viene todo".
El ex ministro francés no descarta presentarse a las presidenciales
Destacados miembros de la Embajada francesa atacan la bollería con decisión. ¿Pero qué piensa el líder republicano de España? ¿No ha sido acaso relegada por París, no ya ante Alemania, cosa comprensible, sino ante Italia, lo que la opinión española entendería menos? El ex ministro no se deja pillar. "Aparte de Alemania, hay dos países en Europa que son especiales para Francia: España e Italia, la latinidad" y al conjuro de esta última, añade "Portugal", que sin ella la familia no estaría completa.
"La relación con España es para Francia historia, es toda una dimensión histórica desde las guerras de los siglos XVI y XVII, hasta la cooperación que hoy ha de guiar nuestros pasos". Recuérdese que cuando Chevènement era ministro del Interior creó en 1998 cuatro comisiones franco-españolas que dieron el gran impulso a la lucha contra ETA. Pero no quiere ponerse medallas; dejemos que eso lo digan los demás.
A sus 71 años, formidablemente bien llevados, con la pulcra discreción de la burguesía intelectual francesa, a poco más de una década de un gravísimo episodio de salud que le tuvo algún tiempo más allá que aquí, Jean-Pierre Chevènement parece dispuesto a presentarse de nuevo, como ya hizo en 2002, a la elección presidencial. "Diga, por favor, que no descarto la posibilidad de optar a la presidencia. Con esas mismas palabras". Los cruasanes y la mantequilla pueden esperar.
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