"Hay que bajar a la Universidad del pedestal"
Concentrado en su salmorejo, parece que encuentra sólidos argumentos para abordar los retos de la Universidad española. A Federico Gutiérrez-Solana le ha tocado una buena papeleta. Sustituir a su amigo Ángel Gabilondo, hoy ministro de Educación, al frente de la Conferencia de Rectores Universitarios (CRUE). Lo ha tomado con serenidad, la que parece darle también la selección de delicias que van sacando a la mesa en la taberna Laredo poco a poco y en cantidades digeribles.
Primero, gambas, luego unas alcachofas crujientes, unas croquetas que son... Nada que ver con el lío de Bolonia. "Obviamente, desde la Universidad, no hemos sabido contar bien qué supone este plan", dice.
Con la ensalada de bacalao, tomate y aguacate y algún traguillo de 12 Voltios, moderno y digno vino balear, creado por Francesc Grimalt, puede hacer propósito de enmienda: "Bolonia es un cambio a mejor. Trata de adecuar los objetivos de la formación. ¿Qué queremos? ¿La investigación que desea el investigador o la que demanda la sociedad?", pregunta. Por lo que plantea, el quid de la cuestión parece estar en que la Universidad deje de ser coto privado a capricho de ciertos currículos y pase a ser útil. "Hay que bajarla del pedestal", dice. "Debemos vencer las barreras de quienes piensan que la investigación debe hacerse sin objetivos y quienes estamos convencidos de que debe orientarse a cuestiones prácticas con un fin".
El líder de los rectores trabajará por cohesionar la educación en España
Buen fin debe tener el mero a la plancha que le ocupa. El pescado parece flexible; las estructuras educativas a las que se enfrenta, no. "Son demasiado rígidas, más para un momento de evolución continua. Debemos ser rápidos para afrontar los cambios".
Sobre todo, en las formaciones más técnicas, como la suya, que proviene de la escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de Cantabria. Pero para las teóricas, las letras y las humanidades, también tiene sus recetas. "La Universidad en ese ámbito debe asumir un papel dinamizador. Se espera que ahí seamos transgresores, innovadores. No valen sólo los valores estéticos. Necesitamos tirar barreras para dinamizar". En el comentario sale el viejo rockero, el fan de Springsteen y de los Rolling Stones.
La llegada del queso le atempera el ánimo a este burgalés, que fue a parar a Cantabria. Pero se le pasa. Dulcemente, entra en terrenos delicados como ese pacto de Estado crucial para conseguir cierto nivel del alumnado. ¿Qué hacer cuando se topen con la Iglesia, por ejemplo, que se opone sistemáticamente a según qué reformas? "Cada uno debe permanecer en su ámbito y no alterar el fin y los ejes que necesitamos. Dejar que la Iglesia o las visiones cortoplacistas de ciertos sectores se impongan, sería como dejar que determinadas corrientes estéticas tuvieran predicamento", asegura. Además, falta tender a la igualdad en todo el Estado. "La educación en España está fragmentada, debemos cohesionarla". Los jóvenes de Castilla-La Mancha, Cantabria, Navarra o Baleares, tienen más posibilidades de entrar en universidades mejores que las de Madrid. "La diferencia es del doble. Si en Madrid se invierten 5.000 euros por alumno, en otros lugares llega a 10.000". Y ahí es cuando se nos pueden indigestar las cerezas del postre.
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