Centrales nucleares flotantes en Rusia
Los ecologistas advierten del peligro de un nuevo Chernóbil
La primera central nuclear flotante rusa será realidad en tres años. Servirá para dotar de electricidad a los que viven en los aislados pueblos del norte del país. Los ecologistas advierten del riesgo de nuevas catástrofes como la de Chernóbil debido a la obsoleta tecnología rusa, y hablan de bombas flotantes que podrían caer en manos de terroristas.
El proyecto pretende suministrar electricidad a regiones remotas de Siberia y el extremo oriente ruso
Académico Lomonósov se llamará la primera central flotante que ha comenzado a construirse en los astilleros Sevmash-predpriatie de Severodvinsk, ciudad célebre por la fabricación de submarinos nucleares. Tendrá 144,2 metros de largo por 30 de ancho y utilizará dos reactores nucleares KLT-40S, que son los empleados para propulsar los grandes rompehielos. Su potencia será de 70 megavatios y costará 260 millones de euros.
Rusia planea construir una serie de centrales atómicas flotantes, que utilizarán uranio poco enriquecido. Entre sus anunciadas virtudes figuran la capacidad de suministrar electricidad a una ciudad de hasta 250.000 habitantes, de funcionar como una planta desaladora de agua y como central de calefacción. Según cálculos de los expertos, cada central de este tipo permitirá ahorrar al año 100.000 toneladas de petróleo y 200.000 de carbón. Otra de sus ventajas es que apenas necesitan mantenimiento y deben repostar combustible sólo cada 10 años, teniendo un plazo de vida de entre 40 y 50 años.
Los ecologistas no se dejan convencer por las virtudes que publicita el lobby nuclear del Gobierno ruso y sostienen que este tipo de centrales atómicas flotantes encierra un gran peligro. "Se trata de un simple barco que puede convertirse en un arma formidable y que, por ello, será un blanco prioritario para los terroristas", afirma Vladímir Chuprov, jefe del departamento de Energía de Greenpeace Rusia. Este experto asegura que se necesitará una flota de guerra para garantizar la seguridad de estas centrales e impedir que su uranio (casi una tonelada) caiga en manos equivocadas. Greenpeace advierte de que las centrales nucleares flotantes son mucho más peligrosas. Si las terrestres enriquecen uranio en un 5%, las flotantes lo hacen en más del 15%, pero sin llegar al 20%.
La organización ecologista noruega Bellona sostiene que una tormenta podría provocar un desastre de consecuencias impredecibles. Alexandr Nikitin, el capitán de la Marina rusa que en su tiempo fue acusado de espionaje por sus denuncias de la contaminación que provocan los submarinos atómicos de su país, considera que las centrales flotantes son una amenaza para el océano Glacial Ártico.
Los expertos partidarios de esta tecnología innovadora afirman lo contrario, que las centrales flotantes son seguras y representan una fuente de energía independiente y que no contaminan el entorno. Yevgueni Kuzin -director de Málaya Energuétika, la empresa promotora del proyecto de las plantas flotantes- ha explicado que se tomarán todas las precauciones necesarias para evitar el acceso de personas no autorizadas a los materiales fisibles, para lo cual se utilizarán las tecnologías más modernas.
Los planes de Rusia son construir siete centrales flotantes para suministrar electricidad a regiones remotas de Siberia y el Extremo Oriente ruso.
Rusia estudia además construir pequeñas centrales flotantes de tres megavatios de potencia para venderlas en el extranjero a un precio que rondará los 15 millones de euros. El viceprimer ministro Serguéi Ivanov nombró a Brasil, Chile, China, Corea del Norte, India, Indonesia, Japón, Malasia y Tailandia como candidatos.
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