_
_
_
_
Reportaje:

Aferrados como un clavo

Un matrimonio chino impide el derribo de su casa con una rebelión inédita

Cuando el 5 de septiembre de 2004 el matrimonio Yang descubrió la nota en la que se le daba un mes de plazo para desalojar su vivienda y dejar paso al proyecto inmobiliario que iba a cambiar la faz de su barrio, no pensaba que iba a convertirse en símbolo de la ley de la propiedad privada que dos años y medio después aprobaría el Parlamento, con el objeto, entre otros, de proteger mejor los derechos de los ciudadanos cuando son expropiados. Probablemente, tampoco imaginaba que su lucha por lo que considera una compensación justa iba a situarlo en el centro de atención de los medios de comunicación chinos y extranjeros. Ni quizás creyera que la foto de su vivienda de dos pisos, aislada sobre un islote de tierra, en medio de un solar excavado, en la ciudad de Chongqing, iba a dar la vuelta al mundo por este motivo.

Yang Wu y su esposa reclaman una compensación justa para desalojar su vivienda en Chongqing
Más información
Cae la casa de Yang Wu

O quizás sí. Yang Wu, un antiguo campeón de kung-fu, de 51 años, y su mujer, Wu Ping, de 49, que regentaban un restaurante en la planta baja de la casa, son tenaces. Hasta el punto de que su morada ha sido denominada por la prensa china dingzihu (la casa clavo), en referencia a quienes se aferran como clavos a sus causas y se oponen a las políticas oficiales. Los Yang son la única de las 281 familias expropiadas en este barrio de esta municipalidad de 31 millones de almas del oeste de China que ha resistido hasta el final la presión urbanizadora. Y ha resistido hasta un buen momento.

La noticia de su lucha se extendió como el aceite por Internet, hasta llegar a los periódicos y la televisión en un momento crucial: cuando los dirigentes del país han aprobado, este mes, una nueva ley -la primera de su tipo en la historia de la República Popular China- que garantiza los derechos particulares de su creciente clase media. Esto, unido a la potencia de las imágenes de la casa sobre el promontorio -ampliamente divulgadas en la Red-, la firmeza del matrimonio y lo que puede haber sido también un ejercicio de propaganda de las autoridades destinado a llamar la atención en el resto del país sobre este tipo de casos, ha contribuido a que la vivienda siga en pie, cuando existen miles de casos similares en el país cada año que acaban por la vía del juicio y el desalojo forzado sin contemplación, incluso a manos de matones contratados por los promotores en connivencia con las autoridades.

"Os apoyo. Resistid. Los Gobiernos son indiferentes a las necesidades de la gente. Sois el orgullo del pueblo chino", señalaba uno de los mensajes colgados en la web del Diario de la Juventud de Pekín.

La empresa inmobiliaria propuso a los Yang una compensación de unos 260.000 dólares (200.000 euros) o dos pisos altos en el complejo de viviendas y centro comercial que ocupará la zona, pero la pareja rechazó la oferta porque quería una planta baja para poder reabrir el restaurante. "Les hemos contactado al menos 40 veces en los últimos dos años, pero no hemos logrado llegar a una solución", ha asegurado Wang Wei, director de la inmobiliaria encargada del proyecto, en la prensa local. Ante la falta de acuerdo, la compañía presentó una demanda, y el juez resolvió que la familia debía desalojar la vivienda -a la que se le impide el acceso desde hace más de dos años- el pasado 22 de marzo. El gobierno municipal ha dicho esta semana que no hay fijada una fecha para demoler la casa, porque espera llegar a una solución a través del diálogo.

"No soy cabezón o indisciplinado. Únicamente, estoy intentando proteger mis derechos como ciudadano. Continuaré hasta el final", ha dicho Yang. Los medios de comunicación consideran que éste es el primer conflicto de rechazo al desalojo afectado por la nueva ley, que entrará en vigor el 1 de octubre. El viernes pasado, el ex campeón de artes marciales se coló en el solar, trepó a su castillo y plantó una bandera china y un cartel que rezaba: "No a la violación de la propiedad privada legítima".

Wu Ping muestra la orden que le conmina a abandonar su casa.
Wu Ping muestra la orden que le conmina a abandonar su casa.AP
Un matrimonio chino resiste en su casa la presión inmobiliaria de una constructora.Vídeo: ATLAS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_