A vueltas con la fecha de la Última Cena
El Papa dice en un libro que los culpables de la crucifixión y muerte de Jesús fueron el 'establishment' sacerdotal y los secuaces de Barrabás
El pueblo judío no fue responsable de la crucifixión y muerte de Cristo. Los culpables fueron el establishment sacerdotal y los secuaces de Barrabás. Jesús no fue tampoco un líder revolucionario, porque su mensaje y su actitud "no constituían un peligro" para el Imperio Romano. En todo caso, propuso un sistema distinto a todos los existentes; no una alternativa política, sino espiritual. Visto con ojos modernos, casi un anarquista.
Estas ideas, que desarrollan lo afirmado por el Concilio Vaticano II, forman parte del libro Jesús de Nazaret. Desde su entrada en Jerusalén a la Resurrección, que saldrá a la venta el próximo 10 de marzo. Las firma el Papa Benedicto XVI, y forman parte de la segunda entrega sobre la figura de Jesús escrita por Joseph Ratzinger.
Su reflexión sobre la pasión, muerte y resurrección de Cristo ocupa 348 páginas en italiano, y se publicará simultáneamente en siete lenguas, entre ellas el español, en la Librería Editrice Vaticana.
La obra propone un análisis teológico y una relectura bíblica del periodo en que Jesucristo vivió en Jerusalén. Comparando datos, traducciones, testimonios y fechas dadas por los apóstoles, Ratzinger rebate la afirmación histórica, mantenida hasta el Concilio Vaticano II por todo el cristianismo, que sostiene que fueron los judíos quienes pidieron la condena a muerte de Jesucristo.
En 1965, el documento conciliar Nostra Aetate, ya afirmó que quienes consideran a los judíos un pueblo deicida son heréticos y se sitúan fuera del catolicismo. Ahora, el Papa ejerce de profesor y divulga con un lenguaje simple las últimas exégesis.
"Preguntémonos antes que nada, ¿quiénes eran exactamente los acusadores?", escribe el Papa. "¿Quién insistió en condenar a muerte a Jesús? En la respuesta de los Evangelios hay diferencias sobre las que debemos reflexionar. Según Juan se trata simplemente de los 'judíos', pero la expresión de este evangelista no indica al pueblo de Israel como tal, y menos todavía tiene una intención 'racista'. En el Evangelio de Marcos, por otro lado, se habla 'de una multitud, de la masa', que identifica con los seguidores de Barrabás. En todo caso", concluye el Papa, "tampoco eso señala al pueblo de Israel como tal".
El Papa reinterpreta también la versión del apóstol Mateo, que atribuyó la presión para condenar a Cristo "a todo el pueblo". Según Ratzinger, "no se trata de un hecho histórico". Su conclusión es que "el verdadero grupo de acusadores fueron los círculos cercanos al templo", y que el Evangelio no trasluce ninguna actitud "racista" hacia los judíos.
La Última Cena fue el martes
Quizá la parte más novedosa es la cronología y el contexto de la Última Cena y la crucifixión. El Papa afirma que tiene razón el Evangelio de Juan: "En el momento del proceso de Jesús ante Pilatos, las autoridades judiciales todavía no habían comido la Pascua y por eso debían mantenerse puras".
Por tanto, "la crucifixión no sucedió el día de la fiesta pascual (el viernes); sino la víspera, a la hora exacta en que se mataban los corderos pascuales". Y así, la simbología del cordero de Dios alcanzaría su pleno cumplimiento.
En cuanto a la Última Cena, debió celebrarse según el Papa el martes, y no el jueves como se pensaba. Según el vaticanista Filippo di Giacomo, la versión sobre los últimos días de Jesucristo renueva la que defendió la teología de Juan Pablo II. "Su visión no considera la última cena un rito sagrado que forma parte de un contexto de cena pascual judía, sino que la coloca en un ambiente de convivencia y amistad, casi de confabulación subversiva contra la sagrada cena pascual. Ratzinger la pone fuera de lo sagrado y dentro de lo humano. Como diciendo que a Jesucristo no le importaba ni el Imperio Romano que le iba a matar, ni los sumos sacerdotes judíos que lo querían condenar por blasfemo. Sino que le importaban los sentimientos que compartía con sus amigos".
Un gesto hacia los judíos
El texto se considera un gesto de acercamiento del Papa a los judíos, con los cuales la relación sigue siendo muy tensa. El Congreso Mundial Judío ha elogiado hoy al Papa por "haber rechazado de forma inequívoca el argumento de que el pueblo judío debe ser considerado colectiva y eternamente responsable de la muerte de Jesús".
El presidente, Ronald S. Lauder, ha declarado: "Durante muchos siglos, los judíos han sufrido brutales persecuciones y antisemitismo porque los cristianos los tacharon de colectivamente responsables por el asesinato de Jesucristo, a pesar de que él mismo era judío y fue crucificado por los dirigentes romanos. 2.000 años después, era realmente hora de que el líder de la Iglesia Católica hiciera una clara afirmación al respecto. Supone una marca importante contra el antisemitismo en la Iglesia".
Lauder ha añadido, en cualquier caso, que no basta con que un libro del Papa confirme la inocencia de los judíos: "Esto debe convertirse en doctrina oficial de la Iglesia, desde arriba abajo". Según Di Giacomo, "Lauder olvida que cuando habla el Concilio, emite el documento más importante que posee la Iglesia católica, y que también el Papa debe obedecer al Concilio. Cabe pensar que los judíos nunca estarán satisfechos con nada porque eso les permite no dar lo poco que les piden los cristianos de Tierra Santa, es decir los derechos fundamentales sobre las tierras y la ciudadanía".
El rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, ha lamentado por su parte que Benedicto XVI "no ha dado todavía respuesta a la historia de los niños que sobrevivieron al Holocausto escondidos en conventos, que fueron bautizados pero nunca fueron restituidos a sus familias o comunidades originales, y a muchos de los cuales se les mantuvo ignorantes de sus orígenes".
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