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La tradición del 'corte' genital femenino

Un documental, narrado por Meryl Streep, denuncia los efectos de esta terrible práctica a través de afectadas

"Por eso lo llaman cortar al diablo, la parte satánica ha sido extraída y la mujer ya no siente urgencia (sexual) y se queda en casa tranquila". Es una explicación de unos jóvenes en Djibouti en el documental The Cutting Tradition, producido por Safe Hands y FIGO (organización internacional de ginecólogos y obstetras), de las razones de la ablación, que en Djibouti alcanza al 90% de las mujeres. Este sábado se celebra el Día Internacional contra la Mutilación Sexual Femenina.

Otros en su grupo difieren: "es una tradición obsoleta, debemos permanecer tal y como Alá nos creó. Si hubiera un problema, Alá lo habría solucionado. El cuerpo femenino es perfecto y parte de la creación". Narrado por la actriz Meryl Streep, The Cutting Tradition, producido el pasado año, explica los tipos de ablación, desde extirpar parte del clítoris (es el caso del 97% de las mujeres egipcias de entre 15 y 49 años) hasta la amputación de clítoris, labios menores y mayores.

La cinta recrea la mutilación de una niña de unos diez años que debe permanecer tres días tras la operación con rodillas y muslos atados; narra los problemas físicos y psíquicos de la ablación (las mujeres deben ser descosidas para poder mantener relaciones o parir, tras lo cual vuelven a ser cosidas) y lidia con las dos religiones, cristiana y musulmana, que se dan en los 24 países africanos en los que esta práctica es tradicional. Así, en Etiopía, uno de sus imanes dice que la mutilación femenina entra dentro del Islam y especifica que debe ser escindida la parte superior del clítoris (no los labios vaginales), mientras en Egipto, el Gran Mufti Fadilet Al Mofti Ali Gomma, asegura que la práctica es contraria a la religión. En el documental, son en gran parte las mujeres las que explican la tradición y el porqué de su continuidad: "no podemos confiar en las mujeres no circuncidadas", "no hace daño", "así no cuelga como dos hojas, como si fuera un hombre", "no podemos costearnos perfumes y jabones, y de esta forma es limpio y no huele".

También se recogen testimonios de mujeres que se han negado a proseguir con la amputación: "Mi hija lloró durante una semana, cada vez que su marido pretendía mantener relaciones. La vi sufrir tanto que ya no he permitido que hagan lo mismo a mis nietas", dice a la cámara orgullosa una mujer etíope. El documental permite asimismo ver la operación, en una clínica especializada en reconstrucción genital, de una mujer a la que la ablación había dejado un orificio por el que no podía abrirse paso ni la sangre menstrual, sólo la orina. "Necesitamos que los hombres se sumen a la lucha contra esta práctica", explica Degmo Mohamed Isaack, secretaria general del Sindicato de Mujeres de Djibouti, "porque ellos dicen que es cosa de las mujeres, pero ellas lo hacen para complacerlos, porque en caso contrario son rechazadas y no encuentran marido".

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