El sol no calienta igual para todos
EE UU pone coto a la publicidad engañosa de cremas solares - No todas protegen del cáncer de piel - La medida abre la puerta a endurecer la regulación en Europa
El cáncer de piel en general, y el melanoma en particular, es un problema creciente en los países desarrollados. En España se calcula que su incidencia aumenta un 7% anual. Según los últimos datos, recogidos en el estudio Eurocare 2008, la estimación de la incidencia anual de melanoma en España es de 3.602 personas (1.575 hombres y 2.022 mujeres). Ese año murieron en España 834 personas por melanoma (455 hombres y 379 mujeres). La incidencia estimada de melanoma en Europa es de alrededor de 86 personas por cada 100.000, y en el mundo, de 102.
El sol es un factor clave -aunque no el único- en los daños de la piel. Y por eso, de cara al verano, se multiplican los consejos sobre cómo protegerse. Pero si en salud pública unificar los criterios suele ser el punto de partida para las políticas de prevención, está claro que esto no sucede con las cremas de protección solar.
Un factor solar de menos de 15 no previene el melanoma
En España, las lociones no son medicamentos, sino cosméticos
El sol es la principal causa del cáncer de piel, pero hay más
Este mes se han presentado los dos primeros fármacos en 30 años
Esta desigualdad la ha puesto de manifiesto la Agencia del Medicamento y la Alimentación estadounidense (FDA, en sus siglas en inglés), que el pasado martes publicó las nuevas regulaciones en el etiquetado de las cremas solares. Resumiéndolas, especifica que no tiene sentido publicitar factores de protección por encima de 50, que no se puede decir que una crema es resistente al agua sino que hay que especificar cuánto tiempo de remojo aguanta (40 u 80 minutos), y que por debajo de un factor de protección 15 no se puede asegurar que hay un efecto de protección contra el cáncer (y, por encima, que solo contribuye a proteger frente al cáncer).
Y, al hacerse pública esta disposición, se han disparado las alertas al otro lado del Atlántico. Por lo menos entre los ciudadanos europeos, que se han sentido, de repente, menos protegidos que los estadounidenses, aunque su situación sea similar.
Claro que no todos los ciudadanos han experimentado la misma sorpresa. Entre los que han visto con normalidad las instrucciones está el presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología, José Carlos Moreno. "El factor de protección indica cuánto se puede aguantar sin quemarse. Por ejemplo si una piel puede estar dos minutos al sol, con un factor de protección 10 el tiempo pasa a 20 minutos", explica Moreno. Y, en esta línea, un factor de más de 50 "tiene muy poco que aportar". "Si ya con esa protección se evita el 97% o 98% de los rayos UVA y UVB , al subir la intensidad se ganan unas décimas", aclara. Por eso la conclusión de los estadounidenses de que no sirve de nada etiquetar una crema como con un factor de protección 70 o más "es lógica", dice Moreno.
Por cierto que el informe de la FDA ya establece que la protección debe ser de amplia gama, es decir, proteger frente a los ultravioleta A -los de siempre, los más conocidos-, pero también los B, que también son muy dañinos, creando una categoría nueva, la protección de amplia gama.
Sobre los otros puntos clave de la regulación de la FDA, son "cosas que se venían diciendo hace tiempo", insiste Moreno. En este sentido, "una protección de menos de 15 no tiene mucho sentido" si lo que se quiere es reducir el riesgo de tener cáncer, afirma el dermatólogo. "Tiene que ser superior si quieres tener cierta seguridad de protección, aunque esta nunca es completa", añade el dermatólogo.
En la misma línea, también está "absolutamente de acuerdo" con las restricciones impuestas a los mensajes que publicitan la resistencia al agua de las cremas. Esta "disminuye mucho" el efecto protector del producto, por lo que lo mejor es "ponérselo con cierta frecuencia", independientemente de lo que diga el fabricante.
Pero lo curioso del asunto es que, aunque parezca lo contrario, "en este caso la FDA ha copiado a la UE", según afirma Juan Luis López, responsable de marketing de los laboratorios Avène, la primera firma del sector de la dermoprotección en España. La diferencia es que la Comisión Europea publicó el 22 de septiembre de 2006 una recomendación al respecto, no una orden. Y que esta pasó bastante inadvertida, salvo por los especialistas. Por eso en las farmacias el consumidor español puede encontrarse "de todo", dice López. "Hay compañías, que no voy a mencionar, que tienen productos con factor de protección 90, cuando nosotros a lo más que llegamos es a 50+", pone como ejemplo.
El hecho es que esta recomendación es muy similar a lo que ha dispuesto la FDA estadounidense, que incluso prohíbe a partir de ahora que se pueda hablar de protección total (efecto pantalla), algo que ya está regulado en Europa.
Las similitudes, sin embargo, parten de una consideración distinta, que quizá haya influido para que la recomendación europea haya pasado más inadvertida: "En EE UU -y en Australia- las cremas de protección solar se consideran fármacos que se despachan sin receta (OTC, Over the counter en inglés), mientras que en Europa son productos cosméticos", indica López. Y eso hace que la regulación y, sobre todo, la vigilancia sea distinta.
Entre los puntos que discrepan ambos documentos, la orden de la FDA y la recomendación de la Comisión Europea, está que "en Europa no se puede decir que las cremas, por su carácter de cosméticos, ofrecen protección contra el cáncer. Y, en cambio, a partir de ahora en EE UU habrá que decir para las de factor de protección inferior a 15 que no protege, lo que es una novedad", indica López.
También el tratamiento de la resistencia al agua es parecido. "En Europa hay dos niveles, resistente y muy resistente, que podrían asimilarse de alguna manera a la imposición estadounidense de decir si la crema dura 40 u 80 minutos después de un baño", añade. Aunque sea mucho más concreta y clara.
Por eso, la conclusión del representante del laboratorio es que con la orden de la FDA ellos, los que ya seguían la recomendación europea, salen fortalecidos, porque ya están en esa línea. Y el mayor impacto que esperan es que ese documento de la UE pase a ser una directiva de obligado cumplimiento, con lo que "se unificarían los mensajes con los de la competencia", lo que es bueno para las empresas que ya lo siguen, y para los ciudadanos que van a recibir una publicidad más clara.
La posibilidad de que haya un cambio en este sentido es incierta. Un portavoz del Ministerio de Sanidad, del que dependen el Instituto Nacional de Consumo y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, afirmó que van a estudiar las instrucciones de la FDA para valorar su si es posible su aplicación en España, aun cuando la consideración de estas cremas como productos cosméticos en nuestro país hace que "alegaciones como que protegen o no contra el cáncer aquí ya están prohibidas". Otra cosa sería que ese estudio lo hiciera la Agencia Europea del Medicamento (EMEA por sus siglas en inglés) y se convirtiera en una directiva, algo que, de momento, no se ha planteado.
Lo que está claro es que las instrucciones de la FDA han abierto la puerta a una revisión de estos productos y, sobre todo, de lo que dicen en su etiquetado. En este sentido, un portavoz de Facua-Consumidores en Acción señaló ayer que ellos ya estaban haciendo una batida entre los productos que hay en el mercado, y que, basándose en los informes de la agencia estadounidense, se plantean pedir a las autoridades que actuen contra las empresas por publicidad engañosa. "Nos estamos centrando en la publicidad sobre la resistencia al agua", afirmó el portavoz.
"El Instituto Nacional de Consumo o las comunidades autónomas, que tienen las competencias transferidas, deberían actuar, porque estamos encontrando que hay empresas que anuncian sus productos como de resistencia total, y de acuerdo con la mejor evidencia científica disponible, que es la de la FDA, se ha visto que eso no es verdad", añadió el portavoz. Lo que para él queda claro es que, a la luz del informe de la FDA, "la protección del usuario se puede mejorar".
Pero poner el foco de la protección frente al sol en las cremas es centrarse solo en una parte del problema. No cabe duda de que la protección frente a la radiación solar es el principal elemento de prevención frente al melanoma.
Pero este tipo de tumores pueden deberse a otras causas. Julián Sánchez Conejo-Mir, presidente de honor de la Academia Española de Dermatología y Venereología, apunta a que el sol es el agente del "30% de los casos". En el restante 70% "no tiene nada que ver". Este dermatólogo y coordinador de la campaña Euromelanoma apunta, entre otras direcciones, a la genética: "Esto explicaría los tumores que aparecen en partes del cuerpo a las que no les da el sol, como las axilas o las plantas del pie".
La investigación genética está centrando buena parte de los esfuerzos de la lucha contra el melanoma. No solo para conocer su aparición y desarrollo, sino también a la hora de encontrar tratamientos eficaces.
En ello trabaja el Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Los trabajos de secuenciación del ADN han permitido avanzar en la identificación de alteraciones vinculadas a la aparición de esta enfermedad y buscar remedios. Y ya comienza a haber resultados gracias a este nuevo enfoque.
Después de tres décadas sin nuevos medicamentos en el mercado contra el melanoma (la terapia farmacológica clásica es la dacarbacina, un tratamiento de quimioterapia de 1978), la reunión de la Sociedad Americana de Oncología Clínica celebrada a principios de este mes fue el escenario de la presentación de dos nuevos fármacos. Uno de ellos, el vemurafenib, ataca una de las mutaciones más frecuentes en los melanomas: la vinculada al oncogen BRAF. La alteración mantiene extraordinariamente activo a un gen que normalmente funciona de forma puntual -que favorece la división celular-, como explica Marisol Soengas, responsable del grupo de Melanoma del CNIO.
En lugar de la estrategia clásica de la quimioterapia, que ataca al tumor, este fármaco interviene en los mecanismos internos celulares para frenar la proliferación celular descontrolada. "En casi 30 años no se habían encontrado respuestas de este tipo", reflexiona Soengas. Aunque la buena respuesta inicial de los pacientes no se mantiene a lo largo del tiempo -"probablemente se generen mecanismos de resistencia que habrá que estudiar", indica la investigadora-, el fármaco promete ser un paso firme en el buen camino.
Este nuevo camino abre una puerta de esperanza para ampliar el frente de combate frente al melanoma. Pero conviene no olvidar la estrategia básica contra el tumor, basada en la protección solar y el diagnóstico temprano. A ellos hay que agradecer, en buena medida, que la mortalidad del tumor bajara del 80% en 1940 al 41% en 2000.
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