Los rayos X desvelan el cerebro de un pez de 300 millones de años
La conservación de los tejidos blandos sorprende a los científicos
Un pez fósil de hace 300 millones de años, apresado en unas rocas de un yacimiento muy conocido y estudiado de Kansas (EE UU) ha dado una sorpresa a los científicos que lo han estudiado de una manera novedosa. Dentro del cráneo se conserva el cerebro del animal.
"Parece un caso excepcional de mineralización de tejido blando del cerebro, seguramente debido a una fosfatación post mórtem inducida por microbios", afirman los científicos autores del hallazgo. Se trata de un ejemplar del género Iniopteryx, un familiar extinguido de los tiburones, que no medía más de 50 centímetros y que vivía en aguas marinas someras y fangosas. El ejemplar se conserva en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Kansas.
Las bacterias mineralizaron el contenido del cráneo
El 'Iniopteryx' es un familiar extinguido de los tiburones
Los investigadores, que explican su descubrimiento y análisis en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias (EE UU), destacan la importancia de este cerebro de pez para conocer mejor su anatomía, así como su papel en la historia biológica en un período de transición evolutiva.
Pero su artículo destaca, sobre todo, el enorme potencial que tiene las técnicas de radiación sincrotrón que ellos han aplicado para rebuscar en otros fósiles.
La mayoría de los pocos restos que se conservan de estos peces, ya estudiados a fondo, están aplastados, son casi como improntas planas. Pero unos pocos cráneos mantienen sus tres dimensiones y Alan Pradel (Museo Nacional de Historia Natural, París), junto con colegas franceses y estadounidenses, decidieron estudiarlos con técnicas avanzadas y no destructivas de haces de rayos X generados en el gran sincrotrón europeo de Grenoble (ESRF). En uno de ellos se encontraron la gran sorpresa: una estructura diferenciada por su densidad respecto al material mineralizado alrededor con una composición distinta. Es un objeto simétrico y alargado situado en la misma posición que tendría el cerebro dentro de la cabeza.
La reconstrucción realmente tridimensional de ese cerebro hecho piedra incluso ha mostrado partes diferenciadas, como el cerebelo, médula espinal y lóbulos. La única parte del cerebro que no han encontrado en el fósil es el lóbulo frontal, tal vez demasiado fino para mineralizarse y convertirse en fósil, explican los investigadores en un comunicado. El cráneo presenta unas órbitas muy grandes y la caja craneal es significativamente profunda.
Los casos de preservación de tejidos blandos son excepcionalmente raros en el registro fósil, mundial dado que suelen destruirse enseguida. En el pez de Kansas, los científicos han visto que el área donde estaba el cerebro del animal tiene una alta concentración de fosfato cálcico, mientras que alrededor hay puro carbonato cálcico. La mineralización del cerebro se debe, según ha explicado Pradel, "a la presencia de bacterias que cubrieron el cerebro poco antes de su descomposición e indujeron esta fosfatación".
Además, las condiciones medioambientales probablemente saturadas con fosfato cálcico, la falta de oxígeno en la caja craneal y la presencia de ácidos grasos en el cerebro pudieron generar una caída en el pH que también favorecería esa fosilización, explican los expertos.
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