Del posado con 'glamour' al michelín
El feísmo y la ridiculización se han impuesto en la información del corazón - El público más joven no quiere ver la perfección, sino los defectos más escondidos de los personajes famosos
Un puñado de hombres trajeados espera en una sombría antesala a las puertas de la redacción de la revista Cuore. Son los comerciales de varias agencias de corazón. Bajo el brazo, en una carpeta, llevan el trabajo de la semana de sus paparazzis. Silvia Collado, la joven (como todo el equipo) editora gráfica de la revista, sale a atenderlos de uno en uno. Ve las fotos, escucha precios y vuelve a mostrar el contenido de cada carpeta a Álvaro García y Mayka Sánchez, director y redactora jefe de Cuore. ¿La modelo Laura Ponte comiéndose un bocata en la calle? "Podría dar juego, pero, bah, no me interesa mucho", dice García, de 38 años y psicólogo de profesión. ¿Ronaldo con una mujer con la que no parece que le una ningún romance? "Mmm... Se parece a la Campanario [María José Campanario, esposa de Jesulín de Ubrique]. Se le podría sacar partido pero en exclusiva no lo quiero. Más". ¿La actriz Amaia Salamanca (Sin tetas no hay paraíso) haciéndose arrumacos con otro actor durante la pausa de un rodaje? "Vaya, vaya, esta chica no para. Lo quiero. ¿Cuánto piden?". "9.000 euros", contesta Collado. "¡Buf!", resopla García. Empieza la negociación.
Juanetes, barrigas, acné o lamparones son candidatos a ganarse un '¡Aarg!'
Ver que la 'sexy' Scarlett Johansson tiene celulitis sube la moral
La tendencia entraña cambios en todas las esferas del género
"La gente quiere verle las bragas a las famosas", dice el dueño de Korpa
El 10 de mayo de 2006 el Grupo Zeta lanzaba una nueva revista de corazón ácida e irreverente dirigida a jóvenes de entre 20 y 35 años. "Bisturí que te vi. Las famosas que más se han gastado en reformas", decía el titular de aquella primera portada, ilustrada con una foto de Elsa Pataky años antes de su actual imagen. Y como temas secundarios: 'Celulitis: ¡Oh, no! Las estrellas tampoco se libran', y 'Todos los pelos de Penélope [Cruz]: de Aarg! a Guauu!'.
A un precio de lanzamiento de 0,50 euros (hoy cuesta 1,50), Cuore y su filosofía 100% libre de Photoshop colocó 389.892 ejemplares, rozando a Hola, la reina y señora del corazón (con permiso de Pronto). La recién llegada dio con un nicho de mercado y obtuvo el premio de la Asociación de Revistas de Información a la Mejor Revista Nueva de 2006.
Además de situarse en el tercer puesto del ranking por ventas en España -Diez Minutos y ¡Qué me dices!, que los fines de semana se adjuntan con periódicos regionales y La Razón respectivamente, la superan en difusión-, Cuore ha hecho famoso el concepto "Aarg!" -algo así como "¡qué horror!"-, que conocen casi todos los menores de 35 años (y algunos de más edad). Lamparones, manchas de sudor, celulitis, estrías, juanetes, acné, venas marcadas, uñas comidas, barrigas prominentes, pechos caídos, rostros estirados, delgadez extrema, vestidos o complementos poco afortunados, axilas, bigote u otra parte del cuerpo mal depilada... Todo famoso que sea retratado con alguno de estos defectos es candidato a ganarse un Aarg! estampado en una esfera amarilla y con una flecha señalando el fallo en cuestión. Aviso: su próximo número es un especial 'Granos, brillos [de sudor] y calenturas'.
Álvaro García, un tipo inquieto que no para de moverse, explica "la fórmula Cuore" mientras ojea las fotos que las agencias le están ofreciendo el martes 20 de octubre: "Las demás revistas tratan a los famosos como estrellas, pero nosotros los ponemos al nivel del lector. Para el resto, doña Letizia es siempre lo más. Para nosotros, si lo haces bien, lo haces bien. Pero si la cagas, ahí está Cuore". "La idea es transmitirle a la lectora que no se obsesione con el cuerpazo de las modelos porque no es real", interviene Mayka Sánchez, el contrapunto sosegado de García. "Todo el mundo tiene celulitis, incluso Scarlett Johansson, que es supersexy. Y eso te sube la moral".
Estamos en 2009. Ya no nos basta con ver el color de las cortinas de los múltiples baños de la mansión de Isabel Preysler. Ahora el público quiere pillar a los famosos in fraganti. Ver sus defectos, ridiculizarlos, troncharse a su costa. Actualmente, ambos estilos conviven como una oda a la ironía en los kioscos. Cojamos un ejemplo cualquiera de la semana pasada: casi todas las revistas de cotilleos se hicieron eco del paseo por la alfombra roja de George Clooney y su nueva pareja, la presentadora italiana Elisabetta Canalis, durante el estreno de la última película del actor (Up in the air). George Clooney y la bella Elisabetta. "Paseo de enamorados en Roma, ciudad en la que se conocieron hace tres meses", titulaba la siempre amable Hola. La novia de Clooney enseña las bragas. "Elisabetta Canalsi está tan flipada de salir con el soltero de oro de Hollywood que patinó al combinar lencería blanca con un vestido negro", decía ¡Qué me dices!, la decana de las revistas irreverentes, que pronto cumplirá 13 años.
Seguramente las víctimas de más de un Aarg! se habrán preguntado alguna vez: "Dios mío, ¿pero cuándo empezó esta debacle?". Juan Caño, ex vicepresidente de Hachette Filipacchi, hoy jubilado (responde al móvil desde un campo de golf), fue testigo del cambio desde las altas esferas de una gran editorial. Ahí va su relato de los acontecimientos: "¡Qué me dices!, que nació en 1997 como una copia del programa de televisión de Telecinco, fue la primera que se atrevió a hacer gracietas y empezó a tratar a los famosos sin el respeto que les parecía debido", explica. "El famoso urgándose la nariz y otras fotos que Hola y el resto rechazaban son las que ellos quieren. Al año y pico sale en Reino Unido Heat, que causa furor y es copiada universalmente. Al poco sale Closer. En Francia lanzan Public; en Italia, Septimani; en Alemania, otras muchas... Y esta nueva forma de hacer periodismo de famosos se extiende por el mundo".
La nueva tendencia cala hondo y entraña cambios en todas las esferas del corazón, empezando por las agencias que nutren a las revistas de contenidos. A las clásicas etiquetas de búsqueda de imágenes -"Norma Duval", "boda", "pamela"- deben añadir nuevos criterios como "celulitis", "estrías" o "juanetes". "Y cuanto mejor sea la agencia, más etiquetas tiene", explica la empleada de una de ellas. "Es un trabajo de chinos porque hay que estudiar cada imagen al milímetro y se necesita mucho personal en documentación".
"Hasta hace poco, esas fotos las tirábamos a la papelera", explica Álvaro García Pelayo, dueño de la agencia de paparazzis Korpa, una de las líderes. "Ahora lo que se quiere es verle las bragas a las famosas". A nosotros nos ha abierto el espectro. Cuando una chica sube a un barco a veces se le marca celulitis, pero antes no nos fijábamos. De todos modos, no hay que olvidar que ése fue el origen de la prensa rosa. En el Hollywood de los años cincuenta lo que vendía era ver a Clark Gable borracho. Es lo mismo que hace Cuore, sólo que usando un lenguaje de SMS muy juvenil que ha dado en la diana".
Los lectores de Cuore están hartos de ver la ropa interior de Paris Hilton, que por otra parte parece bastante cómoda mostrándola. ¿Por qué esa necesidad de desenmascarar a los famosos que nos rodean? "La sociedad ha cambiado", explica Caño. "Antes nos conformábamos con la fachada, pero ahora queremos entrar hasta la cocina. Vivimos en la sociedad de la transparencia. Los relojes muestran sus engranajes. Los tirantes del sujetador son transparentes. Vemos realitys en los que seres humanos nos muestran sus emociones... Como oí una vez decir a Vicente Verdú, "resulta difícil igualar el placer de deslizarse por los pliegues de la intimidad ajena".
Por alusiones, llamamos a Vicente Verdú, que amplía su teoría sobre el tema: "Hoy en día ya sabemos que todo es mentira y que nos mienten continuamente. Por eso todos los esfuerzos que se hagan en contra del Photoshop se agradecen como un plus de autenticidad. Esta desmitificación produce un acercamiento a la persona de carne y hueso. Lo que la gente quiere es estar lo más cerca posible del protagonista y lo más cerca posible es mirarle los poros o la celulitis. En el fondo responde del hastío hacia el couché perfeccionista. Se desconfía de esa felicidad de los ricos que además no envejecen jamás. El punto de inflexión se produce ahora porque la gente es más irónica, escéptica y está más informada. Hemos aprendido del consumismo, de la gran mentira de las marcas, de los precios desorbitados. Queremos una oferta real. En el arte pasa igual. Hay una apuesta por el feísmo y un rechazo de la sofisticación, de la belleza a toda costa. Ahora se quiere ver el producto en su más cruda realidad".
Si alguien sabe de desmitificar a famosos y meterles el dedo en el ojo ése es Jorge Javier Vázquez, presentador de Aquí hay tomate y del actual Sálvame (Telecinco), Premio Ondas 2009 al mejor presentador, que responde al móvil a la salida del dentista, con los dientes recién blanqueados. "Yo creo que el punto y aparte llega cuando empezamos a escuchar a los famosos. Hasta entonces sólo los veíamos en posados muy cuidados acompañados de unas frases muy pensadas. Pero el programa Esta noche cruzamos el Missisipi empezó a sacar a los famosos hablando y fue como "¿y esto era Nati Abascal?", "¿y esto la Preysler?".
María Dolores Cáceres, del departamento de Sociología de la Facultad de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, coincide con el presentador: "No es lo mismo ver una foto de alguien que oírlo expresarse y verlo moverse. A partir de ahí se les desmitifica y cuando eso pasa se les pierde el respeto y se les puede denigrar". Cáceres establece tres motivos por los que el público demanda este tipo de contenido más "duro": Por la necesidad de proyectarnos en los famosos, por empatía social y por puro entretenimiento. "Cuando se denigra al famoso se presenta su lado que más le acerca al ciudadano normal", explica Cáceres. "El grano, los kilos de más, la borrachera... Son contextos en los que nos reconocemos y que tienen un gran atractivo porque se da un proceso de proyección. Hay otro factor que tiene que ver con las condiciones de la vida actual. La vida urbana es muy aislada y de alguna forma entrar en la privacidad de las personas conocidas proporciona integración, o mejor dicho pseudointegración, y empatía social. Por último, el lenguaje trasgresor, que fomenta el morbo y la curiosidad, proporciona un entretenimiento pasivo. Es fácil de ver, no nos cuestiona nada y entretiene".
"Estamos ante una nueva presentación de los ingredientes que siempre han constituido la base del cotilleo y el chismorreo alrededor de los famosos", explica el psicólogo José Errasti. "Tras la revolución francesa, la revolución soviética, la revolución sexual, la revolución feminista y el vibro-power -que es la revolución en los aparatos de gimnasia domésticos-, a una amplia mayoría de mujeres les siguen interesando los temas de siempre: la ropa, el peinado, los amoríos, la celulitis, las rupturas, los zapatos. A una amplia mayoría de hombres también les interesan los temas masculinos de siempre, pero éste no es el tema de hoy. Eso sí, en cada momento histórico, en cada escenario social, se cocina este tipo de intereses con estilos diferentes y en la actualidad parece que el tono que está permitiendo dar una sensación de innovación al género más viejo del mundo es el irreverente y ácido. Pero así como en la blasfemia está implícito el reconocimiento de la divinidad, en la desmitificación está implícito el carácter mítico de los personajes tratados. No tiene interés tu barriga ni la mía, sino la de Nicole Kidman. Las chicas se ríen de la borrachera de Paris Hilton al descubrir que tienen algo en común con un ser al que se le considera que pertenece a otra categoría humana diferente de la propia. De esta forma se consigue aunar las contradictorias posturas de interesarse por el cotilleo de los famosos y despreciarlo, que es también uno de los componentes del éxito de Sé lo que hicisteis (La Sexta). Las lectoras de Cuore son las nuevas generaciones de las lectoras de Hola. Dijo Freud: 'Una madre y su hija no son más que la misma mujer en dos momentos diferentes de la vida'. Parodiando esta discutible idea podríamos decir que Hola y Cuore no son más que la misma basura en dos momentos diferentes de la microhistoria actual".
Marta Gómez es la jefa de prensa de Kuranda, la agencia de representación de actores de Katrina Bayonas, que cuenta con decenas de actores españoles entre sus clientes. Una de las tareas de Gómez es informar a los actores de la imagen que de ellos se da en los medios. Es ella quien llama a Penélope Cruz, una de sus representadas, para avisarle de que Cuore le ha dedicado uno de sus Aarg! (o un Guauu!, que también los tienen). "Ahora el máximo interés está en exponer las imperfecciones de las famosas, los pelos de las axilas, las cartucheras...", se queja Gómez. "La noticia es el descuido de la actriz y no su próximo estreno. A todos nos gusta recrearnos la mirada al abrir una revista y ver a estas mujeres bellas, pero ahora se intenta hacer justo lo contrario: Tirar el mito y ridiculizarlo. Salvo cuando sacan defectos más incómodos los actores se lo toman con humor. No les queda otra. Todo el contenido de estas revistas consiste en eso; eres uno más entre los vapuleados. Yo no lo entiendo. Ya sabemos que la perfección no existe. Las estrellas son estrellas y tienen que seguir siéndolo".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.