"No podemos exigir a India y a China como al resto de países"
Mijaíl Gorbachov (Privolnoye, 1931) explicó ayer en Madrid por qué se enfundó la bandera verde del ecologismo: "Mi familia era campesina, crecí en la naturaleza. Sé lo que es la tierra". El último líder de la Unión Soviética, que creó y preside Cruz Verde Internacional, dedicada a temas de seguridad, pobreza y medio ambiente desde los noventa, vino a inaugurar la conferencia internacional La ciudad sostenible, organizada por las fundaciones Mapfre y Eduardo Barreiros. Gorbachov venía de participar en Francfort en el 20º aniversario de la reunificación alemana.
Pregunta. ¿Cuál es la ciudad más sostenible que usted conoce? Quizá no es una sola sino la combinación de varias.
Respuesta. Diría Suiza, tanto el país como las ciudades, porque son ecológicamente bastante limpias. En Alemania los ciudadanos desempeñan un papel muy importante. ¡Usted puede beber agua del grifo en cualquier ciudad de Alemania!
"Una Europa débil perderá su papel de vanguardia del desarrollo mundial"
P. Aquí, en España, también.
R. ¡Magnífico!
P. ¿En Moscú no?
R. No, no, no. Es un gran problema aunque en Rusia hay mucha agua. Y mucho bosque, mucho gas, mucho petróleo.
P. Y este verano, mucho calor. ¿Usted estaba en Moscú?
R. Sí. Tuve recalentamiento corporal para 100 años. Fue pesadísimo. Nadie había visto esos calores en Rusia en 1.000 años. Ardían bosques enteros y turba. No se podía respirar.
P. Usted que conoce a muchos políticos, a gente poderosa, ¿cree que comparten sus temores sobre el cambio climático?
R. En Rusia no se ocupan de la ecología, hay que decirlo, pero además el país es demasiado grande. Y en un lugar u otro pueden surgir problemas muy agudos. Yo no hablaría con admiración de los poderes públicos, no solo del Gobierno de Moscú sino del de toda Rusia.
P. ¿Y del resto del mundo?
R. En Europa hay una actitud mucho más responsable, pero debe mejorar. India y China necesitan soluciones a otra escala.
P. ¿Quiere decir, que aún no se les debe exigir como a los demás?
R. Nuestros amigos chinos nos dicen: 'Perdonen, necesitamos desarrollarnos del modo y al ritmo al que nos desarrollamos. Y, después, veremos los problemas ecológicos'. De un modo u otro prestan más atención a la ecología, pero no se les puede exigir actualmente como al resto, porque no están preparados.
P. Las empresas se han subido al carro de lo ecológico. ¿Cree que su interés es genuino o quizá buscan vender más?
R. 'Más consumo, más consumo' fue el lema muchísimos años y esto desencadenó muchos problemas, sobre todo a la clase media. Y no puedo estar de acuerdo con eso. Las empresas, al menos verbalmente, hacen como si fueran realmente comprensivas. Antes, no les provocaba ninguna inquietud.
P. El vertido de BP en el golfo de México se cerró oficialmente el mes pasado. El asunto parece olvidado. ¿Una ocasión perdida para llamar la atención?
P. La respuesta debió ser más adecuada y rápida. Dicen que ahora está todo calmado. Suele ocurrir. Dicen: 'La crisis ha terminado, empieza el repunte, todo está limpio'. Hay que cambiar los enfoques, cambiar los modelos de desarrollo económico para que incluyan todos los problemas sociales y ecológicos, por supuesto. En BP, también.
P. ¿Es cierto que en los últimos años le gusta más la senda económica y social tomada por Brasil o China que la de EE UU?
R. No debe sorprender. Hay una especie de envidia porque avanzan. Cobrarán más fuerza y más y más. Habrá una reestructuración de los centros, sobre todo de los económicos. El centro se desplaza al Pacífico, a India, China, Japón, a otros países emergentes.
P. Europa quedará muy lejos.
R. Una Europa débil va a perder su papel de vanguardia del desarrollo mundial. Nos hemos dormido en los laureles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.