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Las perforaciones petrolíferas aumentan en el golfo de México

Un año después del vertido de BP no hay reforma del sector ni planes para evitar estos accidentes - La limpieza costará unos 9.000 millones de euros

Un año después del vertido de 4,9 millones de barriles de crudo al océano por un accidente en una plataforma de BP, pocas cosas han cambiado en el golfo de México y en Washington. Hoy hace exactamente un año, una burbuja de gas metano causó un incendio y una explosión en la tubería de la plataforma petrolera Deepwater Horizon, que perforaba el yacimiento de Macondo, a unos 64 kilómetros de la costa de Luisiana y frente al delta del Misisipi. Fallecieron 11 trabajadores. Las válvulas de emergencia que deberían haberse activado para sellar el pozo no funcionaron. Durante 86 días, por una grieta se vertieron más de 760 millones de litros de crudo al mar.

A pesar de ello, poco se habla en estos días en Washington de la prometida reforma del sector petrolífero. Tras el accidente, Barack Obama fulminó la Agencia de Gestión Minera, que concedía los permisos de explotación, carcomida por la corrupción y la connivencia con el sector privado. El presidente ordenó una moratoria sobre nuevas exploraciones, que duró solo hasta octubre. Desde entonces no se ha aprobado ninguna ley destinada a evitar ese tipo de accidentes. Y el número de perforaciones ha crecido.

En el golfo, en un Estado republicano como es Luisiana, muchos políticos aseguran que el mayor daño a la economía no lo causó el vertido, sino la moratoria de Obama. El área vive de las plataformas que explotan el crudo. "Días después del desastre, cuando todavía emanaba petróleo, Obama y sus amigos extremistas siguieron haciendo uso de aquella tragedia para hacer avanzar su ideario contrario a las perforaciones", dijo el lunes, en rueda de prensa, el senador conservador por Luisiana, David Vitter. "Un año después del vertido no hemos avanzado nada a la hora de estimar el verdadero daño a la costa, nuestra pesca, fauna y otros recursos naturales".

Según un reciente estudio de la Universidad estatal de Luisiana, a causa de la congelación temporal de nuevos permisos se destruyeron unos 8.000 puestos de trabajo de ese sector en el aquel Estado y otros 4.000 a nivel nacional. En el golfo de México hay 3.500 plataformas, según la Administración Oceanográfica federal. De ellas, solo 79 son perforaciones como la Deepwater Horizon, pozos en aguas profundas. Esta extraía crudo a siete kilómetros bajo el mar. Las labores de limpieza, en las que llegaron a trabajar 48.000 personas simultáneamente, le costarán a BP unos 13.000 millones de dólares (9.135 millones de euros). Hasta la fecha, la petrolera británica ha depositado otros 14.000 millones de euros en un fondo de compensación administrado por el Gobierno norteamericano del que solo se han usado 2.670 millones de euros para pagar a 176.000 afectados. La subcontrata Transocean, que era propietaria de la plataforma Deepwater Horizon, llegó a un acuerdo económico secreto con las familias de cinco de los 11 fallecidos.

Buena parte del dinero de BP ha ido a parar a pescadores afectados por las zonas cerradas. "La lucha no ha acabado", asegura Billy Nungesser, presidente de la comunidad de pescadores de Plaquemines Parish, una de las más afectadas. "Debemos hacer que BP cumpla. Un año después, aún no sabemos quién está al mando, si BP, la Guarda Costera o el Gobierno federal. Necesitamos que BP acabe de limpiar la costa, que cumpla con las promesas de dejar aquí un buen equipamiento en caso de que el crudo salga a la superficie, que estabilice los bancos de pesca y la línea de costa que tanto se han deteriorado; necesitamos que ayude a restablecerse a los afectados".

En este momento siguen cerradas seis áreas marítimas a ambos márgenes de la desembocadura del Misisipi. La pesca sigue sin recuperarse completamente y un reciente estudio de la Casa Blanca asegura que no lo logrará, por lo menos, hasta 2012. Normalmente, un 20% de las ostras que consume EE UU vienen del golfo. El año pasado, la producción cayó a la mitad. Los faeneros locales se quejan de que el crudo hundido y los disolventes —se usaron 6,8 millones de litros de químicos— mataron muchos de los bancos de ostras y que los verdaderos efectos sobre la pesca se dejarán sentir cuando comience la temporada de ese molusco, en otoño.

Una garza muerta en una playa de Port Fourchon (Luisiana).
Una garza muerta en una playa de Port Fourchon (Luisiana).BEVIL KNAPP (EFE)

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