El lobo vuelve al punto de mira
La UE aceptará la petición de España de extender las batidas para salvar el ganado
El lobo ibérico se podrá cazar legalmente al sur del Duero. Cuando la Junta de Castilla y León apruebe su plan de gestión del lobo, previsiblemente en enero, la especie será considerada cinegética en toda la comunidad. La Comisión Europea aceptará la petición de la Junta (PP), y del Ministerio de Medio Ambiente (PSOE), que desde hace dos años reclaman que el lobo se pueda cazar para frenar el daño al ganado, según fuentes próximas a la negociación.
Con esta decisión, aún no oficial y pendiente de articular con todos los detalles, las tres administraciones rompen con 20 años de prohibición y acaban con un tabú: la caza ilegal del lobo.
En 2003, Bruselas vetó el plan al recibir miles de firmas contrarias
Los ecologistas temen que los animales de Jaén queden aislados
"Desde la segunda mitad de los noventa, el lobo se ha extendido mucho, pero en los últimos años esa expansión se ha frenado. Ahora está rellenando los huecos, las poblaciones se están haciendo más densas", explica Juan Carlos Blanco, un biólogo con mucha experiencia en el lobo ibérico. "Hace cinco años que el lobo está a las puertas de la Comunidad de Madrid, y sigue estando allí. Esto es un comportamiento típico: primero realiza una gran expansión territorial y luego se frena".
El lobo, confinado a principios de los ochenta a Zamora, León y parte de Galicia, roza ya Extremadura, Madrid y ha ocupado territorios de La Rioja, Aragón y Guadalajara. En 2004, un cazador abatió un lobo a 30 kilómetros de Cuenca, pero era un ejemplar aislado. "Un único lobo puede alcanzar enormes distancias y puede recorrer centenares de kilómetros, pero eso no significa que haya presencia de una manada reproductora", añade Blanco.
Y la presencia de una manada reproductora es el indicador del éxito de la especie. El grupo no pasa desapercibido. Cuando llega a un pueblo los pastores lo notan enseguida. Los daños al ganado se suceden, sobre todo al principio. Los ganaderos, que no están acostumbrados a convivir con el lobo, ven cómo se diezman sus rebaños. Tardan meses, a veces años, en dotarse de mastines y verjas electrificadas y, más aún, en que las comunidades fijen las indemnizaciones.
Los ataques al ganado se han extendido: de Asturias, Cantabria, Galicia y el norte de Castilla y León, han llegado a Valladolid, Soria, Segovia... A mitad de los noventa el lobo cruzó el Duero, la principal barrera natural que atenazaba la especie, lo que cambió la situación.
El problema para frenarlo es que al sur del Duero la especie está catalogada por la Unión Europea como merecedora de "estricta protección". Al norte se podía cazar -con cupos y licencias- y al sur era intocable. En 2003, la Junta y el Gobierno ya intentaron que Bruselas levantase la catalogación. Pero una campaña ecologista, que sumó 13.000 firmas, abortó cualquier iniciativa europea.
Desde entonces, y amparados en un artículo de la Directiva Hábitats que permite excepciones en caso de sobrepoblación, la Junta de Castilla y León creó una unidad de guardias especializados en cazar lobos, la patrulla lobera. La Junta no da cifras de cuántos han cazado, pero cuando en un pueblo crecen los problemas con los ganaderos van allí y abaten un par de ejemplares. En parte para ahuyentar al resto, en parte para calmar a los vecinos.
Blanco explica que "legalmente se cazan al año en España unos 200 ejemplares; muchos más ilegalmente". Castilla y León no es la única comunidad. Sólo en Asturias, entre enero de 2006 y marzo de 2007, la comunidad autónoma cazó 25 lobos. El Ministerio de Medio Ambiente realizó la semana pasada batidas en Asturias, dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa. El ministerio alega que en lo que va de año, 115 reses han muerto en el parque, frente a las 59 de todo 2006, para justificar la cacería. Además, en zonas como la Sierra de la Culebra, en Zamora, hay subastas por las que los cazadores llegan a pagar 18.000 euros por un lobo. Los lobos atacan ovejas, pero también, terneros.
Cuatro años después, la Junta de Castilla y León y el ministerio han vuelto a la reclamar la extensión de la caza. Y esta vez, con éxito. La respuesta de la Comisión a este diario es tan alambicada como sólo Bruselas es capaz de conseguir: "La Comisión Europea entiende que los grandes carnívoros generan problemas sociales y económicos [...] La Comisión anima a los estados miembros con grandes carnívoros como el lobo para que preparen un plan de gestión para aplicar la Directiva Hábitats y, al mismo tiempo, tengan en cuenta los requerimientos sociales, económicos y culturales y las caracterí sticas locales", y destaca que "depende de las autoridades nacionales asegurar el cumplimiento de la directiva".
Fuentes conocedoras del caso explican que está ya todo pactado y que la Comisión aceptará ahora el plan de caza siempre que se haga con cupos y que se revise anualmente. Ésa fue una de las condiciones que puso Medio Ambiente para tramitar la petición ante Bruselas.
Hay varios factores que pueden explicar el cambio de postura. La Comisión, desde que llegó Durão Barroso, ha bajado bastante el nivel de exigencia en temas de medio ambiente. Además, la incorporación de países de Europa del Este, con incumplimientos mucho más flagrantes, hacen que Bruselas se centre allí y que los problemas españoles parezcan menores. Y, por último, está la presión social. Aunque los ecologistas se oponen, la proliferación del lobo hace que no se dé una movilización como la de 2003.
Theo Oberhuber, coordinador de Ecologistas en Acción, se muestra crítico con la posible extensión de la caza: "Es un disparate para el que no hay justificación. Hace cinco años, el Congreso aprobó incluir al lobo en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, y no sólo no se ha hecho sino que quieren extender la caza. La caza legal no sustituye al furtivismo y al uso del veneno, sino que lo complementa". Los ecologistas se oponen frontalmente a que la especie sea considerada cinegética -que se subasten las piezas-, pero no tanto a que las administraciones pueden abatir algunos ejemplares cuando hay muchos daños al ganado.
La Junta argumenta en su borrador de plan de gestión que los más de 1.500 ejemplares que tiene en la comunidad matan unas 2.200 ovejas al año y 220 vacas. El plan pretende garantizar la conservación de la especie y "disminuir los efectos negativos de la especie". La Junta no ha querido explicar el plan a este diario.
Con el borrador del plan es imposible saber cuántos lobos se podrán cazar en un año. El documento menciona cazas en función de la densidad de población de lobos en cada zona, pero fuentes del sector cifran en unos 50 los ejemplares que podrían abatirse anualmente.
Los ecologistas temen que la extensión de la caza frene el hito que falta para que la expansión del lobo sea un éxito: la conexión con la población de Sierra Morena, que se encuentra en grave peligro.
Ataques en aumento
Si los ataques al ganado se han multiplicado en los últimos años se debe no sólo a la proliferación del lobo, sino a la falta de carroña en el monte que también afecta a osos y a buitres. Juan Carlos Blanco demostró en 2000 que, en contra de lo que se pensaba, el lobo ibérico es también un carroñero.
Ese estudio desmontó otros mitos. Durante años se pensó que no podía convivir con el hombre. Sin embargo, Blanco demostró, al marcar 11 ejemplares, que podían vivir en un trigal sin que la gente del pueblo los detectasse, y que, incluso, cruzaban la autovía A6 (de Madrid y A Coruña) entre Tordesillas y Benavente por el mismo paso elevado, que no está diseñado para animales sino para coches. Los lobos habían aprendido el camino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.