El campo tampoco es la solución
Decenas de miles de albañiles están volviendo a la cosecha tras quedar en paro, pero es un refugio momentáneo - La agricultura exige cualificación y no crecerá en el patrón económico de España
Ni altivos, ni avergonzados. Ya no quedaban aceituneros andaluces en Jaén y en Córdoba. El olivar se ha vareado en la última década en marroquí o en rumano. El acento andaluz se fue al ladrillo, con mejores sueldos y más estabilidad laboral que la que ofrecía el campo entonces. Pero la crisis de la construcción ha desencadenado el regreso a la agricultura de aquellos españoles que se hicieron albañiles. El sindicato UGT estima que unos 80.000 andaluces que se han quedado parados por la crisis de la construcción retornarán al sector agrícola. Es una estimación. "Todavía es muy pronto para que las estadísticas puedan mostrar bien este movimiento, porque está ocurriendo en directo", señala Manuel Pérez Yruela, director del Director Del Instituto de Estudios Sociales Avanzados de Andalucía (IESA). Aunque sí hay determinados indicios que ayudan a comprender el fenómeno. El campo andaluz ha perdido empleo de forma constante desde mediados de los años noventa. Sin embargo, esta pérdida de activos se frenó bruscamente el verano pasado. El número de afiliados por cuenta ajena al Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social (Reass) creció entre agosto y octubre en 11.299 personas llegando a los 452.281 trabajadores adscritos. El Reass había estado perdiendo afiliados desde el año 2002. Hasta ahora.
La mecanización ha provocado que se necesiten menos trabajadores
El albañil está habituado a ganar 100 euros al día y en la fresa cobra 37
Pero el campo no es la solución para un país donde ese sector sólo desciende y que necesita otro tipo de patrón económico. Así lo cree Luis Ángel Hierro, profesor de Economía de la Universidad de Sevilla: "Es imposible que se absorba toda esa mano de obra". Es una simple cuestión de números: en el ladrillo estaban ocupados el 13,3% de los trabajadores de España en 2007. El porcentaje en las labores agrícolas era sólo del 4,3% ese mismo año. "Además, el campo es menos intensivo en cuanto a la mano de obra que la construcción", añade: "Sólo es intensivo durante las campañas que duran un mes".
Y si el campo necesita algo, es cualificación. Ricardo Serra, presidente de Asaja en Andalucía, incide en la transformación que ha sufrido la agricultura en los últimos 15 años: "Ha habido un cambio muy radical (...) Los agricultores han potenciado la modernización y mecanización de sus cultivos". Serra reconoce que la demanda de trabajo de españoles ha aumentado en los últimos meses. "Hay trabajos, por ejemplo la recolección, que siguen sin requerir excesivos conocimientos, ya que son básicamente trabajos duros y físicos. Pero, además de esto, el campo ya no es lo mismo, ahora hay sectores donde se necesita mayor cualificación entre los trabajadores que hace 15 años. Es necesaria una especialización". El presidente de Asaja en Andalucía cita varios ejemplos: "Un tractorista debe manejar máquinas cada vez son más sofisticadas. Y, en la aceituna, los vibradores requieren de una formación para ser utilizados de manera eficiente. En ese mismo cultivo, por ejemplo, algo tan básico como la poda, exige manos especializadas en conocimiento, técnica y experiencia". "El campo no puede ser el refugio del excedente de mano de obra de la construcción", dice Serra, representante de la patronal.
"Donde antes hacían falta diez jornaleros, ahora sólo se necesitan cinco", afirma Francisco Muñoz. Él es uno de esos andaluces que ha tenido que volver al campo. Este cordobés de 52 años abandonó su trabajo de bracero hace tres lustros para dedicarse a un oficio mucho más lucrativo: el de encofrador. "Siempre trabajé en lo rural, en la aceituna, el algodón y otras campañas. Sin alejarme de Montoro (Córdoba), donde vivo (...) Luego me dediqué a la construcción porque se ganaba más dinero". Francisco hace una parada en el tajo para contar su historia. Pero el descanso de su trabajo ya no está decorado con máquinas de construcción, grúas, andamios y obreros. Ahora está rodeado de olivos que se levantan en una colina a un kilómetro de Montoro, su pueblo. Francisco ha vuelto tras ser despedido de una empresa de construcción. En el ladrillo podía ganar más de 2.000 euros al mes. Esa cifra es impensable ahora para él. "Por suerte, ya no tengo hipotecas que pagar en mi familia", suspira este jornalero retornado.
El Servicio Andaluz de Empleo ha creado este año un nuevo sistema de Gestión de Empleo Agrario. 22.000 trabajadores se han inscrito hasta el momento en el GEA, fundamentalmente de las provincias de Huelva (35,11%), Córdoba (15,12%) y Jaén (13,86%).
"Los jóvenes de los pueblos, a los que no les importaba hacer 100 kilómetros para ir al ladrillo en la costa se han marchado del campo durante estos últimos años", señala Diego Cañamero, líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), siempre ligado a los jornaleros. "En el campo se quedaron sólo los mayores". La escena se repetía casi todas las mañanas. Los trabajadores de los pueblos del interior de Andalucía cogían sus coches y se lanzaban rumbo a la costa, donde las promociones de viviendas se levantaban y hacían falta manos. "La misma situación se ha dado en Madrid con trabajadores procedentes de Castilla-La Mancha", señala el sociólogo Pérez Yruela.
José Manuel Alba, de 18 años, dejó los libros hace dos años para entrar a trabajar en la pequeña empresa de construcción de su padre. "Podía ganar unos 1.300 euros al mes". Pero a este joven no le ha quedado otra que buscarse también un jornal en los alrededor de 3.000 olivares de Montoro (Córdoba). "De mis amigos del pueblo estamos todos en la aceituna excepto uno".
Para encontrar un proceso similar al actual hay que retroceder hasta finales de los setenta y principios de los ochenta, cuando España sufrió un traumático proceso de desindustrialización. "Muchos trabajadores volvieron a sus pueblos, pero aquella situación fue distinta porque la mayoría logró seguros de desempleo de larga duración con una protección casi de por vida", recuerda Manuel Pérez Yruela.
"Muchos trabajadores de la construcción están ahora cobrando el paro y son sus mujeres las que se están dedicando al campo, por ejemplo en la fresa de Huelva, para completar los ingresos", apunta el secretario general de la Federación Agroalimentaria de CC OO en Andalucía, Antonio Perianes. El problema, sostienen sindicatos y patronal, surgirá la próxima primavera, cuando a la mayoría de los antiguos albañiles se les termine la prestación por desempleo. Para ese momento se espera una mayor demanda de empleo en la agricultura. Pero, ¿qué ocurrirá con los jornaleros inmigrantes que se han encargado durante los últimos años de esas labores? "Sé que es duro, pero antes que ellos, estábamos nosotros. Si hay un puesto de trabajo, primero estamos los españoles". Esa es la respuesta que ofrece Francisco Muñoz, el jornalero retornado, cuando se le pregunta por este asunto. Las provincias de Córdoba y Jaén han asistido durante el mes de diciembre al vagar de cientos de inmigrantes que buscaban trabajo en la campaña de la recogida de la aceituna. Pero este año no había trabajo para ellos. Curiosamente, el paro no ha aumentado en Jaén en diciembre, mes en el que se concentra el grueso de la campaña de la aceituna. El desempleo bajó un 15,23% en la provincia jiennense, frente al crecimiento del 4,67% registrado en el resto del país. Pero muchos de los puestos de trabajo generados por el olivar fueron a parar a manos de españoles.
"En la aceituna el inmigrante se ha quedado fuera", sostiene Antonio Perianes de CC OO. Las tensiones también están apareciendo en otros cultivos y zonas de Andalucía. Según este sindicalista, ese es el caso de Palma del Río (Córdoba), donde está habiendo "protestas de españoles porque se le está dando trabajo a inmigrantes en la naranja". El alcalde de esta localidad, José Antonio Ruiz Almenara, espera que las tensiones se diluyan en unas semanas, cuando haya más naranjas que recoger y, por lo tanto, más jornales para repartir. Este regidor tiene la vista puesta en la primavera y un mapa desplegado sobre la mesa de su despacho en el que ha señalado las obras que se acometerán en Palma del Río a mediados de este año. A este municipio le corresponden unos cuatro millones de euros dentro del plan del Gobierno central para la reactivación de la economía. Ruiz Almenara estima que, gracias a este dinero público, se crearán unos 35.000 jornales este año, con lo que unas 100 personas del pueblo que antes se dedicaban a la construcción podrán trabajar de nuevo. "La salida al desempleo en la construcción sólo puede encontrarse en el propio sector, en la obra pública, porque el resto de sectores también está a la baja", añade el economista Luis Ángel Hierro. Por eso cree que, además del anunciado por el Gobierno central, vendrán más planes en el futuro. Hierro cita a Keynes: "Construyamos pirámides aunque no sirvan para nada".
Respecto a las tensiones entre nacionales y foráneos, no todos creen que los inmigrantes deban dejar vía libre automáticamente a los españoles que quieren regresar a las campañas agrícolas. Es el caso de Eduardo Domínguez, responsable del área de relaciones laborales de la organización agraria COAG en Andalucía. "Siguen haciendo falta inmigrantes, el número de nacionales no es suficiente". Y no todos los españoles "quieren trabajar en la fresa de Huelva", que es la campaña que mejor conoce Domínguez. "El albañil está acostumbrado a ganar 100 euros por día y en la fresa cobran 37. Mientras tenga su paro, no le compensa". Domínguez atiende a este periódico por teléfono. En el momento de la entrevista está en Rumania, negociando ya el contingente de trabajadoras de ese país que, pese a la crisis, llegarán a Huelva otra primavera más a trabajar en la fresa. COAG tiene previsto seleccionar 3.800 trabajadores en origen. El perfil es el de una mujer, de menos de 45 años y con experiencia en la recogida de la fresa. Según Domínguez, esta campaña necesita en su momento álgido -en marzo y abril- unos 80.000 trabajadores, de los que 25.000 serán este año contratados en origen en Marruecos y los países del Este de Europa fundamentalmente.
"Ahora están llegando más españoles", reconoce Domínguez. Pero este representante de COAG sostiene que el campo ha cambiado mucho durante la última década. Por ejemplo, en el asunto de los alojamientos. "Las viviendas [que proporcionan los empresarios a los jornaleros] estaban antes adaptadas para las familias", señala. Los trabajadores solían acudir con sus hijos, que vivían en la misma casa. Pero este asunto, en apariencia sin importancia, ha cambiado: los alojamientos se han transformado para acoger a mujeres solas. "Los que quieran venir ahora se tendrán que adaptar a lo que hay", advierte Domínguez.
Sin embargo, el líder jornalero Diego Cañamero tiene otra opinión sobre este asunto: "Los empresarios compensan los malos precios de las materias primas con la mano de obra inmigrante y barata". "Los trabajadores se van a encontrar más tecnología y una actividad muy precaria con muchísima temporalidad". Ese es el escenario que dibuja Antonio Perianes para los que regresen al campo por la crisis. "El sector es más pirata que hace diez años", añade este responsable de CC OO: "Las condiciones laborales del empleado agrario son de hace 30 años, con convenios de la época de Franco". Según Perianes, "esta situación se ha soportado porque había una tendencia al decrecimiento del empleo en el campo". Este sindicato cree que el propio sistema favorece la economía sumergida. "El contrato no se hace antes del trabajo, sino un mes después si es que se hace", sostiene. Según Perianes, el régimen especial agrario potencia este tipo de prácticas.
"En el olivar los días de lluvia, no se trabaja. Y si el suelo está muy embarrado, aunque no caiga gota, pues tampoco. Y esos son días que no se cobran". Jesús, cordobés de 38 años, también ha vuelto al campo. Pero por la puerta de atrás. Ni él ni su compañero Luis se han dado de alta en el régimen agrario para no dejar de cobrar la ayuda familiar de 400 euros que cobra el primero ni el paro de 1.000 euros que recibe el segundo. "¿Qué podemos hacer? Preferimos asegurar ese dinero y ganar algo más, aunque sin darnos de alta. Porque si no, todos estos días que ha estado lloviendo y que no ha habido tajo, hubieran significado no ganar".
"El campo sigue siendo la cenicienta de España", añade el sindicalista Diego Cañamero. "No hay vinculación con la empresa, no hay contrato, todo es verbal", se lamenta. El Sindicato Andaluz de Trabajadores comenzará durante este mes de enero una campaña por los tajos para intentar prevenir los abusos. Según Cañamero, este año se está dando más impunidad que nunca: "Se está trabajando por 20 o 25 euros, cuando deberían cobrar 40".
El 'éxodo' andaluz
- El sindicato UGT prevé que unos 80.000 andaluces volverán a trabajar en el campo, tras quedarse sin empleo en el sector de la construcción. En Sevilla serán alrededor de 20.000 y en Málaga y Cádiz, 15.000 en cada una. En las provincias de Almería y Huelva no se prevé que vaya a haber un gran éxodo, ya que los inmigrantes están bastante afianzados en sus puestos.
- El Servicio Andaluz de Empleo ha creado este año el registro de Gestión de Empleo Agrario. Se han inscrito 22.000 parados, 15.000 de ellos para la campaña de la aceituna en Córdoba y Jaén.
- El Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social (Reass) ha perdido 115.848 afiliados desde 2002 en la región. Sin embargo, esta tendencia se frenó en verano. Entre agosto y octubre los afiliados al Reass fueron 11.299 más.
- Unos 20.000 jornaleros andaluces solicitaron este año acudir a la vendimia en Francia, donde se gana casi el doble que en cualquier campaña española. Esta cifra no se alcanzaba desde los años noventa. Finalmente, sólo 9.000 pudieron ir a la vendimia en el país francés.
- Alrededor de 172.000 jornaleros están en este momento inscritos en el subsidio agrario y la renta agraria en la comunidad andaluza. El empleo en el campo sólo representa, de momento, el 8% del total en la región.
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