"Los africanos siguen mejor la medicación del sida que los europeos"
Tiene en sus manos la lucha contra las tres enfermedades infecciosas que más vidas truncan en el mundo. O, mejor dicho, reunir fondos para que ese combate pueda proseguir. Michel Kazatchine, parisiense de 60 años, fue elegido en febrero director del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, que fue creado en enero de 2003. Como responsable del fondo estuvo en España buscando más ayuda.
Pregunta. ¿Todo se soluciona con dinero?
Respuesta. No, la falta de dinero es un problema, pero no es el único. El Fondo ha demostrado lo que se puede hacer. En cuatro años y medio se han comprometido 5.200 millones de euros, y se han repartido 2.600 millones de euros. Con ellos se da tratamiento contra el VIH, el virus que causa el sida, a 1,1 millones de personas (a los que hay que añadir el millón que trata el fondo especial del presidente de EE UU); terapia a 3 millones de personas con tuberculosis y se han repartido 30 millones de mosquiteras impregnadas con insecticida para combatir la malaria. Con ello se han salvado 3.000 vidas diarias, según los cálculos más conservadores.
P. ¿Cómo evalúa el tiempo de vida del Fondo?
R. En 2002 se decía que el tratamiento era demasiado caro con muchos efectos adversos; que los pacientes en África tenían otra cultura y no se lo tomarían, que aparecerían virus más resistentes, y todo ello se ha demostrado que es falso. En los estudios que hemos hecho se ha visto que más del 90% de las personas en los países más pobres cumplen con el tratamiento. Los africanos siguen mejor el tratamiento antiviral que los europeos, y la tasa de resistencias es menor.
P. ¿Cuándo habrá un pleno acceso a los antivirales?
R. Nuestro objetivo es que todas las personas que lo necesiten reciban tratamiento en 2010.
P. ¿Y cuánto costará eso?
R. Ahora gastamos 1.500 millones de euros al año; en 2010 necesitaremos entre tres y cuatro veces más.
P. Para ello, los genéricos tendrán un cometido esencial. ¿Cómo ve la disputa entre Novartis e India?
R. El Fondo como tal no se ha pronunciado, pero yo sí he firmado personalmente contra la posición de Novartis.
P. ¿Cómo saben los contribuyentes que sus fondos se usan bien?
R. El Fondo funciona financiando programas. Sólo el 40% de los que presentan los países receptores se aprueban. Sus programas tienen que ser de gran calidad.
P. ¿Cómo convive con el programa de EE UU, que va a dedicar 45.000 millones de euros en cinco años?
R. Trabajamos juntos en muchos países, aunque tengamos políticas diferentes. Nosotros no ponemos condiciones por cuestiones políticas, geográficas o morales; sólo evaluamos el proyecto.
P. ¿Qué le piden al país para recibir ayuda?
R. Si un país es pobre, nosotros ponemos el 100% del proyecto. En los de ingresos medios, llegamos a acuerdos de cofinanciación. Eso es muy importante para España, por ejemplo, que tiene muchos intereses en la ayuda que va a Latinoamérica.
P. Precisamente usted ha venido a pedir más ayuda a España. ¿Cuál ha sido la respuesta?
R. Hasta hace poco la ayuda de España ha sido casi inexistente, pero ahora las cosas han cambiado muchísimo. He hablado con la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín, y quiere aumentar la ayuda. Quiere hacer de la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria una prioridad, sobre todo en Latinoamérica y África. Esperamos que España aumente su aportación a 150 millones de euros, aproximadamente el 3% del total, que es lo que le corresponde por su peso en la economía mundial [un 50% más que los 100 milllones de euros que ha pagado en 2007].
P. ¿No sería más barato gastar más dinero en prevención y no centrarse tanto en el tratamiento?
R. No estoy de acuerdo. La prevención cuesta mucho dinero. Nosotros no diferenciamos entre prevención y tratamiento. Los programas tienen que tener ambos aspectos. Hay que financiar programas educativos, antidiscriminación, modificar las leyes y dar más capacidad a las mujeres. Hay que asegurarse que la circuncisión se haga en condiciones. Piense que en Madrid un preservativo puede costar 0,40 euros, y con él se salva una vida. Pero en otros países a lo mejor hay que repartir mil para que se use uno: entonces el precio de cada vida salvada sube a 400 euros. La prevención no es barata.
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