Retraso diagnóstico del SIDA: una desgracia individual y social evitable
Hace ahora 30 años que surgieron los primeros casos de sida. Desde entonces, y a pesar de los grandes progresos en el conocimiento de la enfermedad, hay un hecho que no ha mejorado: en España una de cada tres personas que ya están infectadas por el virus del SIDA (VIH) no son conscientes de su situación porque no tienen síntomas y porque no se han hecho la prueba que puede detectar la infección mucho antes de que aparezcan los síntomas. Una parte importante de las personas que desconocen que están infectadas por el VIH acabarán siendo diagnosticadas cuando una complicación grave les obligue a acudir a las urgencias de un hospital. De las aproximadamente 4000 personas que se diagnostican cada año de infección por el VIH en España, casi dos tercios se encuentran en un estado avanzado de la enfermedad en el momento del diagnóstico, lo suficiente para que los tratamientos de los que disponemos hayan perdido parte de su eficacia. El retraso diagnóstico de la infección por el VIH tiene, por tanto, consecuencias muy graves para el paciente. Muchas de las complicaciones tardías de la infección por el VIH son difíciles de tratar y pueden dejar secuelas irreversibles o causar la muerte.
Pero, además, el retraso en el diagnóstico de la infección por VIH tiene importantes consecuencias para la sociedad. Una persona no diagnosticada de infección por VIH es una persona no tratada y es una persona que puede transmitir la infección con mucha mayor probabilidad que una persona diagnosticada y tratada. En los últimos dos años estudios muy rigurosos han demostrado definitivamente que el tratamiento con antirretrovirales disminuye drásticamente las posibilidades de transmisión de la infección (El País 12/05/2011: "El tratamiento del VIH con antivirales previene su transmisión en un 96%"). En su formulación más sencilla se puede afirmar que más diagnóstico precoz = más tratamiento = menos transmisión.
¿Hay algo que pueda hacerse en la práctica para mejorar esta situación? Nadie en el mundo cuestiona que hay que intentar diagnosticar el mayor número posible de personas que están ya infectadas por VIH, de manera que se les proporcione los cuidados necesarios antes de que sea tarde para evitar la progresión de la enfermedad y, al mismo tiempo, se frene la transmisión a otras personas. Para hacer el diagnóstico disponemos de una de las mejores pruebas que existen en Medicina: altamente fiable (la posibilidad de error es mínima o nula), fácil de realizar (una simple extracción de sangre y cualquier laboratorio la puede hacer) y barata.
El problema no es la prueba, el problema es que no se hacen las suficientes. Tradicionalmente se ha ofrecido la prueba a personas que pertenecían a los mal llamados "grupos de riesgo" o que tenían síntomas que hacían sospechar la enfermedad. Esta estrategia focalizada ha resultado insuficiente y ha contribuido a la situación actual de retraso diagnóstico inaceptable. Hay que recordar que la estrategia alternativa de realizar la prueba a todas las mujeres embarazadas y a todos los donantes de sangre ha hecho desaparecer prácticamente la transmisión de la infección de madre a hijo o a través de transfusiones sanguíneas.
Por este motivo, basándonos en los datos disponibles en España, proponemos realizar la prueba del VIH a toda persona entre 18 y 60 años (límites de edad que admiten todas las excepciones que el sentido común aconseje) que se vaya a hacer una extracción de sangre independientemente del motivo. Esta recomendación es un cambio radical de la práctica actual y supone adoptar la misma estrategia que otros países como Estados Unidos, Inglaterra o Francia, que han ampliado la indicación de la prueba del SIDA a todas las personas que visitan al médico por cualquier causa y que se encuentran en una franja de edad determinada. La generalización de la prueba diagnóstica de la infección por VIH es una medida crucial para lograr mejorar el pronóstico de los pacientes y para alcanzar el control definitivo de la epidemia en un futuro próximo.
¿Quién se tiene que hacer, por tanto, la prueba del VIH?: todos o, al menos, todos los que han tenido una práctica que pueda implicar la transmisión del VIH. ¿Quién puede pedir la prueba? Cualquier médico, incluidos los de Atención Primaria. ¿Cuándo? La próxima vez que nos vayamos a hacer un análisis. Si su médico no le ofrece realizar la prueba del VIH, por favor recuérdeselo. Usted mismo y los que le rodean podrían salir muy beneficiados. La realización de la prueba a un segmento amplio de la población se asociará con una disminución notable de los nuevos casos de infección por VIH y ayudará a controlar la epidemia. Nosotros abogamos por conseguir este objetivo antes del 2020.
Comité Coordinador: Santiago Moreno (coordinador), Jose López Aldeguer, José Ramón Arribas, Pere Domingo, Jose Antonio Iribarren, Esteban Ribera, Antonio Rivero, Federico Pulido. Componentes: Koldo Aguirrebengoa, Antonio Antela, Piedad Arazo, Pablo Bachiller, Pilar Barrufet, Juan Berenguer, José L. Blanco, José R. Blanco, Jorge Carmena, José A. Cartón, Miguel Cordero, Vicente Estrada, M. Carmen Fariñas, Adela Francés, Juan L. Gómez-Sirvent, Juan González, Félix Gutierrez, José Hernández-Quero, Hernando Knobel, Josep M. Llibre, Fernando Lozano, Josep Mallolas, Celia Miralles, Enrique Ortega, Daniel Podzamczer, Joaquín Portilla, Joseba Portu, Miguel A. del Pozo, Rafael Rubio, Jesús Santos, Pompeyo Viciana.
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