La Justicia obliga a retirar los crucifijos de dos aulas de un colegio público extremeño
Una familia gana la batalla ante el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura
Una familia de Almendralejo (Badajoz) ha conseguido que el colegio al que asisten sus hijos retire de las aulas los crucifijos y otros emblemas católicos. Les ha costado varios años y aún hoy están intentando que el acuerdo alcanzado con la Administración regional ante el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura (TSJE) se "cumpla en su totalidad". Lorenzo Losada, el padre de estos dos niños escolarizados en el centro, inició esta batalla hace más de cinco años, "pero todo el mundo miraba para otro lado, la dirección del colegio lo llevaba al consejo escolar, el consejo a la dirección provincial de Educación, que lo devolvía otra vez al colegio. No había forma de que alguien tomara una decisión", explica.
Y lo del colegio Ortega y Gasset es algo más que un crucifijo: "También llevaban a los niños a misa el miércoles ceniza, al acabar el carnaval y con flores a María en mayo", tradiciones católicas que se extinguieron de la mayoría de colegios españoles hace décadas.
"La gente te apoya pero por detrás, nadie lo hace público. Decidimos llevarlo a tribunales y cuando el de lo contencioso de Mérida se inhibió en favor del TSJE la Administración llegó a un acuerdo con nosotros para quitar los símbolos religiosos", dice Losada. "Pero solo lo han hecho parcialmente", lamenta otra vez.
Losada es militante socialista desde los 16 años, razón por la cual el asunto se ha llevado, quizá, con cierta discreción por su parte. "Y en las próximas elecciones volveré a pedir el voto para el PSOE, pero creo que en esto le estoy haciendo un favor al partido. Yo esperaba, como otros muchos socialistas, que se pusiera en marcha la Ley de Libertad Religiosa, pero en fin... Creo que está antes la lealtad a mis hijos, en todo caso, que la lealtad al partido. Que espabilen, que están alejados de la realidad de la gente", afirma.
Losada manifiesta además su confianza y total acuerdo con el devenir académico del centro escolar, con el que nunca, dice, ha tenido problemas. "Mi hija, que es la mayor, no lo pasó al principio bien, pero puedo decir que los profesores se han portado muy bien con ella y se organizaban actividades para los que no iban a clase de religión".
El precedente de este caso fue el de Fernando Pastor, un padre de Valladolid que pleiteó durante años para que se retiraran los símbolos religiosos de su colegio y, por último, lo consiguió. "Poco a poco se van logrando las cosas, somos muchos", decía ayer esperanzado Pastor.
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