Imagine un orden mundial 'friki'... y no huya
¿Influyente o simplemente delirante? El 'frikismo' gana día a día en popularidad
El debate entre candidatos esperaba a los puntos o una finta prodigiosa para encontrar un vencedor. En el penúltimo asalto Zapatero se cubrió los riñones y extendió sobre la lona un rosario de aliados de toda la vida: Serrat, Sabina... Y por supuesto Bardem. El nombre sonó como un inocente balido en el plató, pero retumbó como un cañonazo en el mundo digital. Ante la señal, cientos de internautas se lanzaron al ordenador: "Bardem, ZP ha dicho Bardem". El universo friki, adicto a la informática y a las demostraciones humorísticas más irreverentes, se movilizó para felicitar al cómico Jordi Évole, El Follonero, que en su programa de La Sexta había desafiado a los dos candidatos a ser el primero en citar al actor. En pocos minutos la anécdota escaló al primer puesto en la red de noticias Menéame.net. En un día era ya la más vista de febrero, por encima de la renuncia de Fidel Castro.
Se les relaciona con la informática, los cómics, el rol y la ciencia-ficción
Son buenos con los ordenadores y hablan inglés. Son la niña de Rajoy
Su reivindicación sobre el canon es ahora patrimonio de los internautas
"Por crecer no tienen que dejar de gustarte ciertas cosas", dice Flipy
Ricardo Galli, creador de Menéame, una página en la que el usuario propone sus noticias preferidas, se ríe y reconoce "que la acogida de la broma fue toda una demostración de humor friki". La definición del término más aceptada es la de la Wikipedia, gran contribución friki a la humanidad. Se trata de alguien obsesionado por una afición y que tiende a agruparse en comunidades de fans. Una persona apasionada de la informática, los cómics y las subculturas del rol y la ciencia ficción. El friki exhibe un sentido lúdico de la vida y adora la extravagancia, de ahí la etimología de la palabra: freak, monstruo en inglés.
El mundo está descubriendo que, contra lo que dicta el tópico, los frikis no se pasan la vida enterrados en sus habitaciones bajo una montaña de cómics y calcetines sucios. En España están logrando que sus principales preocupaciones salten de la blogosfera para convertirse en debates sociales de trascendencia. Ganan espacio en la vida cotidiana quizá porque dominar el mundo es una de sus más íntimas fantasías.
Así lo recoge su manifiesto, redactado por el Señor Buebo, diseñador de webs de 31 años, obseso de Star Wars, y famoso por promover la designación del 25 de mayo como Día del Orgullo Friki. Algunos ya comienzan a tomar posiciones para extender su dominio fantasma: Nacho Vigalondo (reconocido friki, como lo son Santiago Segura o Álex de la Iglesia) es el autor de 7.35 de la mañana, cortometraje nominado al Oscar en 2004; también se reconocen como frikis el director de El Señor de los anillos -la segunda película más taquillera de la historia- o los humoristas de Muchachada Nui, que están colando en la televisión pública un sentido del humor muy personal. Y no están presentes sólo en la cultura; la mayoría de los impulsores de Internet pueden considerarse frikis de libro, como recuerda José Miguel Campos, especialista en redes sociales en la web: desde Bill Gates a los creadores de Google. Eso explica que en España las discusiones sobre el canon digital, la SGAE, las redes wifi gratuitas o la cultura y el software libre estén dirigidas por una avanzadilla de informáticos que agitan como estandarte la gafa de pasta. Internet crece cada día con sus aportaciones: Linux es la joya de su corona.
Los frikis salen a la calle para protagonizar batallas con barras de pan a modo de espada láser, como ocurrió en Madrid el pasado Día del Orgullo, "pero el centro de la vida de la comunidad continúa en la blogosfera", explica Pablo Gavilán, friki informático y propietario con 27 años de una empresa de accesibilidad de webs. Son inteligentes y tienen buena memoria, por eso cada día le dan las gracias a Internet. Saben que, sin la Red, quedarían de nuevo aislados en un mundo de hostil normalidad. "El principio de nuestra edad de oro coincide con el estreno del Episodio I de Star Wars (1999) y su promoción en Internet", explica el Señor Buebo. La web facilitó el intercambio de merchandising, pero sobre todo permitió las primeras quedadas entre aficionados que antes disfrutaban en su casa de su extravagancia sin más testigo que altares con figuritas de plástico.
Slashdot, Pixelydixel o Thinkgeek son algunas de las páginas de cabecera de Pablo. Y por supuesto, Kirai, la bitácora de Héctor García, un ingeniero informático español que vive en Japón y se dedica a actividades tan poco usuales como fotografiar hombres disfrazados de Pikachu paseando por Tokio. García representa el prototipo geek, una de las subculturas frikis más prolíficas. Jon Katz, periodista de Wired, la biblia de la literatuta tecnologíca, los definió en su libro Geeks como "una nueva élite cultural, una comunidad de inadaptados sociales y amantes de la cultura pop". Ricardo Galli prescinde del geek y reclama la etiqueta friki, "menos pretenciosa". Hace dos años, con 40, creó Menéame "como un juego". Con 180.000 visitas, la influencia de esta web es creciente; los medios de comunicación tradicionales ya piensan en ella a la hora de programar sus contenidos. La comunidad estaba inicialmente formada por adictos a los chistes sobre pixels, y paulatinamente se ha abierto al gran público. "Pero los que más participan siguen siendo frikis", aclara Galli.
El debate estrella en estos foros es el de la propiedad intelectual. La comunidad es partidaria de los programas sin copyright. La SGAE y el canon digital son su Némesis. La razón la explica el Señor Buebo: "Compartimos archivos más que cualquier usuario, y además somos creadores, que pagan por almacenar su producción". La reivindicación ha transcendido y ahora es patrimonio universal del internauta.
Los frikis son duchos en informática, están sobreexcitados intelectualmente y muestran un dominio del inglés por encima de la media. Son la niña con la que Rajoy sueña para el futuro de España. "Somos una vanguardia; estamos adelantando cosas que serán tendencia", explica Chema, un fotógrafo algecireño que se declara "panfriki", porque es obseso de todo lo que un friki puede adorar. "Las compañías tendrían que mimarnos porque se forran cada vez que damos la voz de alarma al público no especializado". Entre sus logros se halla haber apadrinado la ola de series de ciencia ficción que ha recortado la hegemonía de la telerrealidad: Alias, Héroes... "Y los que hacen Perdidos está claro que son una panda de frikazos", atestigua el director de cine Nacho Vigalondo, que no duda en reconocer que su subcultura "es hija del escapismo y está reñida con otras expresiones más sociales".
Como teleadictos y defensores del esperpento, los frikis han adoptado la salvación de Eurovisión como otra de sus causas. La comunidad encontró dos himnos: la parodia del reagetón que canta el televisivo Rodolfo Chikilicuatre, y la mezcla de saeta y música electrónica de Antonio González, alias El Gato. TVE ofreció a los internautas votar la canción elegida y los frikis decidieron aprovecharlo para dar uno de sus golpes . Chikilicuatre estará en la gala para elegir el representante español. El Gato fue descalificado porque algún fan se valió de sus conocimientos informáticos para crear cuentas que emitían votos falsos. En TVE barruntan que no fue el concursante quien se tomó tantas molestias. ¿Se puede sospechar de un friki? Resulta descabellado hacerlo de alguien que no lo sea.
Aun así, Chikilicuatre o El Gato no son frikis en sentido estricto. Borja Crespo, dibujante de cómic, especialista en cine underground y unas de las cabezas del movimiento bufa: "A todo se le llama freak hoy". Para los puristas, El Gato no pasa de bizarro. Los frikis son los que le siguen y le elevan a los altares de la popularidad. Javi Cochambre, blogero y músico electrónico, es un auténtico especialista en el tema. En su videoteca guarda cientos de horas de cinta con grabaciones de un feísmo psicodélico. En su canal de Youtube se pueden encontrar desde a Mr Jat, el rapero afásico, al adivino Paco Porras imitando a Raphael. Programas del corazón como Hormigas Blancas le piden documentación.
Un hito en el humor friki ha sido La hora chanante, un programa que casi nadie veía en Paramount Comedy y que alcanzó una audiencia millonaria en Youtube. "Y muchos de los que pasamos por Paramount hemos acabado en grandes cadenas", explica Flipy, que ahora participa como humorista en El Hormiguero de Cuatro al tiempo que produce Muchachada Nui en TVE con el mismo equipo de La hora. Sus monólogos absurdos sobre la cotidianidad son un reflejo de la stand-up comedy que introdujeron en España los frikis de la Paramount. El éxito del formato ha dado visibilidad a proyectos como el de Rubén Ontiveros. Su videoblog Qué vida más triste ha llegado a reunir al mes 100.000 espectadores para escuchar las desventuras de Borja, un joven que pasa los domingos de resaca desgranando las miserias de la vida. Ontiveros es de los que ha apostado por el videoblog como la televisión del futuro. Hace dos años podía parecer una frikada, ahora ya no.
"Por crecer no tienen que dejar de gustarte ciertas cosas. No queremos ser como nuestros padres. Nos caracteriza la nostalgia de los dibujos animados", explica Flipy. "Vas a casa de Joaquín Reyes (creador y director de Muchachada Nui, y sigue siendo como su habitación de estudiante. No hay autocensura ni miedo al ridículo". Al contrario: la autoparodia es la primera regla del friki. Regodearse en su peculiaridad es un valor del colectivo "Cuando te pones una camiseta con una molécula de cafeína o un chiste con un código html sabes que te cuelgas una marca y que sólo te va a entender cierta gente", cuenta Pablo Gavilán. "Es una revolución contra el concepto de popularidad americano, contra la tiranía de ser como todos", explica.
Y la receta ha calado. No sólo no son simples raritos. También son un público comercial jugosísimo. "Yo salgo ahora mismo de gastarme en un centro comercial 150 euros", explica Chema mientras bebe Cola-cao en una taza con la forma del casco de Darth Vader. Se ha comprado dos vinilos, libros y un videojuego. Tiene un sueldo decente como fotógrafo, 31 años y pocos compromisos. "Ahora que tenemos poder adquisitivo se ha visto que había un mercado por explotar. Somos mileuristas, pero podemos gastar", explica Borja Crespo. Flipy afirma que no siente reparos en coleccionar figuras de Spiderman que cuestan cientos de euros: "Mi madre se gastaba la pasta en Lladrós".
El negocio es perfecto. Además de comprar, los frikis son dueños de una imagen que cada vez vende más. En los últimos años se han convertido en referentes reconocibles para el gran público. Como ejemplo, Los informáticos, una aclamada comedia inglesa cuyos protagonistas son geeks. Los cazadores de tendencia vigilan las evoluciones del colectivo y atacan de cuando en cuando con gafas de pasta o camisetas de superhéroes.
Se han acostumbrado a ser tendencia. Ya nadie se imagina un estreno sin fans disfrazados. "Ahora dicen que Harry Potter es freak sólo porque la gente se disfraza", dice el Señor Buebo, alguien que ha pasado horas ante un cine vestido de guerrero jedi. No todos ven con alegría cómo sus emblemas se popularizan. Chema tiene claro que le gusta ser especial. "Que no se equivoquen, no somos exclusivistas pero por comprarse una espada láser uno no se convierte en friki", remata con el orgullo de los que se saben destinados a sojuzgar la galaxia.
Derechos in-alien-ables del 'friki', según su manifiesto
1.- A ser más friki.2.- A quedarse en casa.3.- A no tener pareja y ser virgen hasta la edad que sea (Y si tenemos pareja, intentar convertirla en friki).4.- A no gustarnos el futbol ni el deporte en general.5.- A la asociación friki.6.- A tener pocos amigos (o ninguno).6.1- Derecho a tener todos los amigos frikis que se quieran.7.- A no ir a la moda (una camiseta de Homer es ir siempre de moda).8.- Al sobrepeso y a la miopía.9.- A exhibir el propio frikismo.10.- Derecho a dominar el mundo.
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