Educación para la justicia social
La Semana Monográfica de la Fundación Santillana estará dedicada este año a discutir la educación en la próxima década. La elección de este tema es importante porque atravesamos un periodo de la historia en el cual el futuro está asociado a incertidumbre, a riesgo y a ausencia de sentido. No sabemos muy bien adónde vamos o adónde queremos ir. Ese déficit de sentido corre el riesgo de ser cubierto por el individualismo asocial o el fundamentalismo autoritario. La alternativa a estos dos fundamentalismos exige que provoquemos una fuerte adhesión al objetivo de construir sociedades más justas. El siglo XXI puede (y debe) ser el siglo de la justicia social. En este escenario, la educación juega un papel fundamental porque en la sociedad de la información y del conocimiento, la condición necesaria para la inclusión social es una educación de calidad.
Concebir a la educación como la variable clave en la construcción de sociedades más justas implica superar el carácter puramente retórico que tiene el apoyo a la educación dentro del conjunto de las políticas públicas. Es necesario asumir compromisos reales, tanto desde el punto de vista de la asignación de recursos financieros como de los esfuerzos individuales y colectivos de todos los actores que participan del proceso de enseñanza-aprendizaje: el Estado, los medios de comunicación, las familias, los sindicatos docentes y los propios estudiantes.
El desafío más importante consiste en superar el determinismo social de los resultados de aprendizaje. Dicho determinismo está asociado al peso de las condiciones materiales de vida de los alumnos y sus familias en la trayectoria escolar. Las investigaciones y las experiencias internacionales indican que hay al menos cinco líneas estratégicas fértiles para que la educación contribuya a la construcción de sociedades más justas: la educación inicial, los docentes, la alfabetización digital, la alfabetización científica y las políticas de subjetividad.
- Lo más temprano posible
Los análisis acerca del proceso de reproducción de las desigualdades coinciden en señalar que para romper el círculo vicioso de padres pobres-hijos pobres, es fundamental intervenir en el momento donde se produce la formación básica del capital cognitivo de las personas. En este sentido, es necesario diseñar y aplicar políticas familiares que permitan a las madres tener acceso al mercado de trabajo, mientras los hijos son atendidos desde muy temprano por instituciones de cuidado infantil. Al respecto, es importante destacar que resulta mucho más importante el capital social y cultural de las familias que su nivel de ingresos. Las políticas al respecto deberían, por ello, atacar las desigualdades en términos de recursos culturales disponibles en las familias, que permitan mejorar las condiciones con las cuales los alumnos ingresan en la escuela.
- El trabajo docente
La actual situación de los docentes parece definida por una paradoja de vigencia casi universal. Por un lado, se reconoce que la calidad de la educación depende de la calidad de los docentes y, por el otro, se aplican medidas que provocan un profundo proceso de desprestigio de su profesión. Para salir de esta paradoja es necesario diseñar políticas integrales, que abarquen al menos tres dimensiones: condiciones de trabajo, que involucran no solo el salario sino la organización del trabajo escolar; la formación inicial y continua, que garantice niveles mucho más altos de profesionalismo y que atraiga a la docencia a jóvenes talentosos y, en tercer lugar, el diseño de la carrera docente, que permita progresar en el ejercicio de la profesión basándose en factores más genuinos que la mera antigüedad.
Esta estrategia integral persigue recuperar altos niveles de compromiso por parte de los docentes en el logro de resultados de aprendizaje de sus alumnos, particularmente de aquellos que provienen de las familias más modestas.
- Alfabetización científica
Una educación de calidad para todos es una educación capaz de universalizar aprendizajes socialmente significativos. El manejo de los saberes científicos básicos es un componente imprescindible en la formación de un ciudadano de la sociedad de la información. Esta es la razón por la cual la formación científica debe estar incorporada al contenido de la enseñanza universal y obligatoria. Los principales debates ciudadanos están hoy cargados de información científica y técnica. Para tomar decisiones sobre temas como el cuidado del medio ambiente, la manipulación genética o la política económica, por ejemplo, hay que estar alfabetizado científicamente. Desde el punto de vista formal, es probable que este objetivo ya haya sido alcanzado en muchos países. Sin embargo, los resultados reales están lejos de garantizar la meta postulada por los discursos y los documentos oficiales. En este sentido, es necesario incorporar metodologías de enseñanza que permitan descubrir la pasión por el conocimiento, el gusto por la experimentación y el dominio del razonamiento lógico.
- Alfabetización digital
Nadie discute actualmente la necesidad de incorporar las tecnologías de la información a la enseñanza. Es necesario, sin embargo, distinguir claramente dos cuestiones vinculadas entre sí, pero diferentes. Una es de carácter social y se refiere a la inclusión digital, mientras que la otra es de carácter pedagógico y se refiere al uso de las tecnologías como recursos didácticos o como dispositivos para el proceso de enseñanza-aprendizaje.
La alfabetización digital universal, dentro de la cual deben considerarse las políticas basadas en la idea de un ordenador por alumno, se justifica mucho más desde el punto de vista de la inclusión social que desde la perspectiva pedagógica. Estas políticas han sido exitosas en reducir la brecha en el acceso. Ahora enfrentamos un desafío más complejo, que consiste en reducir la brecha existente en la capacidad de uso del ordenador. Para ello, tal vez no deberíamos descartar la idea de incluir una materia específica destinada a enseñar el manejo digital, así como enseñamos gramática, ortografía y sintaxis para el manejo de la lengua.
Con respecto al uso del ordenador como recurso didáctico, en cambio, existe mucha mayor discusión. Al respecto, no se trata de negar la potencialidad democratizadora o innovadora de las nuevas tecnologías sino de insistir en que el ejercicio de esas potencialidades no depende de las tecnologías mismas, sino de los modelos sociales y pedagógicos en los cuales se inserte su utilización.
- Políticas de subjetividad
Los estudios sobre experiencias exitosas en romper el determinismo social de los resultados de aprendizaje ponen de relieve que mejorar los insumos materiales del aprendizaje es necesario pero no suficiente. No alcanza con aumentar las horas de clase, dotar a las escuelas de mejores edificios, equipamiento didáctico o excelentes manuales. La reproducción de la desigualdad incluye un fuerte componente subjetivo. Sin pretender ser exhaustivos, es posible mencionar al menos cuatro aspectos que han sido identificados en los casos de experiencias exitosas para romper el círculo de reproducción de la pobreza en el ámbito escolar: la existencia de un proyecto, que puede ser de la institución y del equipo docente; la capacidad para elaborar una narrativa que explica las razones por las cuales el equipo hace lo que hace, la confianza en la capacidad de aprendizaje de los alumnos y el compromiso y la responsabilidad por los resultados, que no permiten ser indiferente ante los síntomas de fracaso escolar de los alumnos.
En síntesis, para construir una sociedad justa es fundamental apostar por una educación de calidad para todos. Pero lo inverso también es importante: solo tendremos una educación de calidad para todos si queremos construir sociedades más justas.
Juan Carlos Tedesco fue ministro de Educación de Argentina y es autor del documento básico que presentará en la Semana Monográfica de la Educación de la Fundación Santillana, que se celebra en Madrid entre los próximos días 22 y 26 de noviembre.
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