EE UU entierra la discriminación a los homosexuales en el Ejército
El presidente Obama califica de "histórica" la votación del Senado
Después de 17 años en vigor, el Senado de Estados Unidos revocó ayer la ley que prohibía a los gais y lesbianas servir de forma abierta en el Ejército norteamericano, una norma que permitió, desde 1993, expulsar a 13.000 soldados por el solo motivo de su orientación sexual. Al tomar posesión de su cargo, Barack Obama prometió derogarla, algo para lo que contó con la colaboración de los demócratas en el Congreso. El Pentágono y la Junta de Jefes de Estado Mayor le dieron también su apoyo en esa tarea, culminada en la jornada de ayer, que el presidente norteamericano calificó de "histórica" en un comunicado.
Los demócratas han intentado revocar la ley, conocida como Don't ask, don't tell (en inglés, no preguntes, no lo cuentes) en numerosas ocasiones bajo el mandato del presidente Obama, con la oposición de la mayor parte de la bancada republicana en ambas cámaras. Finalmente, el resultado final fue de 65 votos contra 31. "A partir de ahora, ya no tendremos que pedirle a miles de personas que vivan una mentira para servir al país que tanto aman", dijo Obama en un comunicado. "El sacrificio, el valor y la integridad no vendrán determinados por la identidad sexual, como no vienen determinados por la raza o el género".
La mayoría de los militares apoyan que los gais vistan de uniforme
El mes pasado, el secretario de Defensa, Robert Gates, presentó los resultados del informe oficial del Pentágono, en el que quedaba patente que dos tercios de los militares está de acuerdo con que los gais y lesbianas presten servicio sin ocultar su orientación sexual. En octubre, de forma paralela, un juzgado de Virginia invalidó la ley de forma cautelar. El argumento del Pentágono para apoyar la revocación de la norma en el Congreso era que, de ese modo, el Gobierno podía aceptar sus plazos para efectuar una transición ordenada y no apresurada.
Ayer, en el Senado, a los demócratas se unieron ocho republicanos. Votó en contra John McCain, que en la campaña de las presidenciales de 2008 dijo estar a favor de la revocación, pero en los últimos meses se ha desdicho de todas y cada una de sus afirmaciones al respecto. "El de hoy es un día triste", se limitó a decir.
Desde la Casa Blanca al Pentágono y la Cámara de Representantes, que bajo el liderazgo de Nancy Pelosi, ha votado en diversas ocasiones a favor de revocar la ley, el único apoyo que ha encontrado McCain ha sido el de los marines. Esta semana, el general al mando de ese cuerpo, James Amos, dijo que la presencia de gais en el frente de combate podría causar "distracciones" y "aumentar el número de víctimas entre las tropas".
La de los marines fue, finalmente, una resistencia testimonial e infructuosa. El Senado se reunió ayer en sesión extraordinaria antes del receso navideño para someter esta y otras leyes a votación antes del nuevo curso. Los demócratas defendieron enardecidamente la revocación. "No me importa a quien amen los soldados, si su amor por esta patria es tan fuerte que darían su vida por ella", dijo Ron Wyden, de Oregon, que va a ser operado de cáncer de próstata en su Estado la semana que viene y que retrasó su viaje para votar.
La de ayer fue también una victoria del líder de los demócratas en el Senado, Harry Reid, que, en año electoral, había recibido las críticas de numerosos colectivos de activistas gais por no impulsar la revocación de forma impetuosa. Ayer, finalmente, cumplió su palabra de otorgar la igualdad a los soldados gais. "Este es uno de esos momentos en nuestra historia en que nos hemos alzado para poner al mismo nivel nuestra política con los valores sobre los que nuestros antepasados fundaron esta nación", dijo en rueda de prensa.
13.000 expulsados
Bill Clinton aprobó en 1993 la ley que prohibía a los gais servir en el Ejército como un mal menor.
Hasta entonces, y desde los años de Harry Truman, había sido legal expulsar a los homosexuales de forma deshonrosa por el mero hecho de serlo. Clinton diseñó la norma en uno de sus célebres juegos de equilibrio político: prohibía al Ejército preguntar a los soldados por su orientación y permitía a los gais seguir de servicio siempre y cuando mantuvieran sus preferencias sexuales en secreto.
Los que admitieran su homosexualidad o fueran delatados o sorprendidos manteniendo relaciones homosexuales por otros miembros del Ejército, podrían ser expulsados.
Desde entonces, 13.000 han corrido esa suerte. Los años más duros fueron 2000 y 2001, con 1.200 expulsiones por ejercicio. Al llegar a la presidencia, y en previsión de que la revocación se demoraría considerablemente en el Congreso, Obama restringió los medios por los que un soldado podía ser delatado, descartando, por ejemplo, los chivatazos anónimos. En 2009 fueron expulsados 400 soldados.
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