_
_
_
_

Condenado por querer curar el sida con magia

"Daba a los más pobres 75 euros al mes y paquetes con comida", explica Thembisa Mkhosana. No es de extrañar que Matthias Rath, un médico alemán (así se presenta, al menos, en Internet), tuviera buena acogida en Khayelitsha, el mayor gueto de Ciudad del Cabo, en el que viven más de medio millón de personas, muchas de ellas sin recursos. Era la manera de atraer gente y dar publicidad a sus productos, multivitaminas que también se pueden adquirir por Internet, capaces, según él, de curar el cáncer y el sida.

Mkhosana es una activista anti-VIH en Khayelitsha de la poderosa organización Campaña de Acción por el Tratamiento (TAC, en sus siglas en inglés), que lucha en Suráfrica por la provisión de retrovirales para los seropositivos que los necesiten y que ha conseguido una histórica victoria judicial contra Rath, que deberá suspender sus "ensayos clínicos" y dejar de publicitar sus productos.

La sentencia, que sienta precedente contra el sinnúmero de charlatanes que se aprovechan de la desesperación de los afectados por el VIH para hacer negocio en Suráfrica, recuerda que es obligación de la ministra de Sanidad, la denostada Manto Tshabalala-Msimang (también conocida en el país como Doctora Remolacha, por recomendar el uso de dicho vegetal y del ajo en la lucha contra el sida) prevenir las actividades de Rath y la venta de su milagroso producto.

Rath aterrizó en Suráfrica en 2004, en plena lucha entre el Gobierno liderado por Thabo Mbeki y su ministra de Salud y los grupos determinados a hacer la medicación retroviral accesible para la población necesitada. Rath ofrecía lo que ningún científico puede, por el momento, ofrecer: la cura contra el sida. "Mi prima estuvo tomando sus vitaminas. Acabó enfermando", dice Thembisa Mkhosana. "Tenía diarrea, vomitaba, la piel le cambió de color. Volvió a la clínica y a los retrovirales. Ahora está mejor".

Doce personas, de acuerdo con TAC, no corrieron la misma suerte y murieron en los últimos años siguiendo a pies juntillas las promesas de Rath, quien en 2004 anunció sus productos en dobles páginas de periódicos. Repitió en 2005, pese a que la comisión de control de la publicidad se lo había prohibido. Y, de acuerdo con los activistas, Rath continúa operando en la comunidad, lo que, según la sentencia, deberá ser investigado por Sanidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_