El tesoro de la selva tropical llega a Madrid
Después de varios siglos, España vuelve a recibir los tesoros arrancados a la selva tropical latinoamericana. El tráfico, interrumpido desde que el úItimo galeón zarpó del Caribe cargado de piedras preciosas, se ha restablecido. Sólo que en vez de joyas lo que llega son legiones de microbios apenas conocidos, transportados en sacas por avión, en el marco del convenio entre Costa Rica y el Centro de Investigación Básica de España (CIBE).En verdad se trata de un tesoro, no sólo por el conocimiento que va aportando su análisis y clasificación a las ciencias de la vida, sino por el potencial terapéutico de microorganismos que han sido poco explorados en su faceta de productores de nuevas sustancias para generar antibióticos y otros tipos de medicamentos. Convertir esa riqueza potencial en productos farmacéuticos es la principal meta del CIBE, que recibe todos los meses entre 24 y 30 muestras de tierra, agua y otros elementos de la selva tropical costarricense para su posterior análisis.
Parataxonomistas
El proveedor del CIBE es el Instituto Nacional de Biodiversidad de Costa Rica (Inbio), la organización científica creada en 1989 que tiene a su cargo la identificación y preservación de las especies vivientes de la selva tropical del pequeño país centroamericano, cuya enorme diversidad de plantas, animales y microorganismos se estima en 500.000 especies diferentes, lo que representa entre el 5% y el 7% del total de especies del planeta. Por su labor, el Iribio ha recibido este año el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, Ciencia y Técnica.A diferencia de lo sucedido e el pasado, esta vez los nativos se han asegurado de que el envío de sus tesoros al extranjero tenga contrapartidas. Mediante el acuerdo firmado en 1991 con la multinacional farmacéutica Merck Sharp & Dohme (MSD) , propietaria del CIBE, la institución costarricense ha recibido un millón de dólares (unos 125 millones de pesetas) por el derecho a analizar miles de plantas y otras especies. En caso de éxito, el convenio fija que el Inbio, que ha firmado acuerdos similares con otras compañías e instituciones, recibirá una parte de las ventas que generen los nuevos medicamentos.
El Inbio cuenta con personal especializado, que recorre minuciosamente los territorios de Costa Rica declarados áreas de conservación, que abarcan más del 27% del territorio nacional del país, un porcentaje inédito en políticas de protección natural. Destaca en esa tarea la figura del parataxonomista, esto es, una persona nativa, amante de la naturaleza, que ayuda a los científicos en su tarea de recolección e inventario.
Día a día y noche a noche, los parataxonomistas surcan una selva bullente en insectos y pájaros (Costa Rica alberga más especies de. pájaros que América del Norte), atrapando en bolsas y jarras todo lo que pillan a su paso. Al mes, cada uno de ellos recoge entre 20 y 50 especímenes vegetales y entre 2.000 y 5.000 insectos. En su búsqueda privilegian escarabajos, avispas, libélulas y plantas. Una parte de las muestras es enviada cada mes a Madrid, donde serán sometidos a un minucioso escrutinio bajo los más modernos sistemas de selección, Desde 1992, el CIBE ha recibido más de mil muestras. De ellas se separan los hongos y las bacterias, principal foco de interés en la búsqueda de nuevas sustancias terapéuticas.
"A cada microorganismo se le dan 15 posibilidades de crecer en medios diferentes", explica la bióloga Sagrario Mochales, directora del CIBE, que estima en un 5% la porción del total de muestras recibidas que tiene algún valor potencial. Cultivados así se espera que las microscópicas criaturas segreguen metabolitos secundarios, las sustancias capaces de ejercer una acción terapéutica. Luego, esos metabolitos se someten a pruebas para detectar posibles propiedades antivirales, antitumorales o antiparasitarias, entre otras.
El estadio temprano de la investigación explica, de acuerdo a Mochales, que no se haya encontrado aún ningún microorganismo estrella entre las muestras de Costa Rica. El CIBE ha descubierto sustancias como la lovastatina, con acciones reductoras del colesterol, y los antibióticos primaxin y mefoxin a partir de muestras recibidas de otros lugares del planeta (de España el CIBE ha descubierto los ácidos zaragócicos, que ejerce una acción depresora del colesterol, en cultivos de hongos aislados de muestras de agua del río Jalón, en Zaragoza).
"El campo de los productos naturales es infinito", afirma Mochales. "La naturaleza es capaz de producir fórmulas que a ningún químico se le ocurrirían".
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