Brown impone mano dura contra el consumo de cannabis
Reforma la legislación pese al criterio de los expertos
El Gobierno británico dio ayer marcha atrás en su política de despenalización del cannabis y propondrá al Parlamento la reclasificación de esta droga, cuya peligrosidad fue rebajada hace dos años del nivel B al nivel C y que ahora volverá a la vieja categoría. El primer ministro, Gordon Brown, ha tomado esa decisión por motivos políticos y en contra del consejo emitido hace unos días por el Consejo Asesor sobre el Mal Uso de Drogas.
En opinión de los expertos, no hay razones para pensar que fuera necesario acabar con la política de despenalización de esa droga. Para ellos, su peligrosidad sigue siendo comparable a la que tienen los tranquilizantes, algunos analgésicos, el gamma-hidroxibutirato (GHB, conocido como éxtasis líquido) y la ketamina. Cuando entre en vigor la marcha atrás, el cannabis estará equiparado a las anfetaminas, el metilfenidato (Ritalin) y la folcodina. En el Reino Unido las drogas consideradas de clase A por ser las más peligrosas son el éxtasis, LSD, heroína, cocaína, crack, setas mágicas y anfetaminas en inyección.
La ministra del Interior, Jacqui Smith, justificó la medida por el incremento del consumo de un cannabis de cultivo casero llamado skunk, una sustancia que es tres veces más fuerte que el cannabis tradicional. Según Smith, el skunk supone ahora el 80% del cannabis incautado por la policía. Una cifra que hace cinco años sólo suponía el 15%. "Tenemos razones muy claras para actuar en lugar de poner en peligro la salud de nuestros jóvenes", dijo la ministra de Interior en la Cámara de los Comunes.
Problemas de salud
Sin embargo, los asesores del Gobierno opinan que el skunk no es ahora más fuerte que en el pasado, y que el supuesto vínculo del consumo de cannabis y las enfermedades psicóticas es "probable pero débil". Además, aseguran que juega un papel "modesto" en el desarrollo de esas enfermedades en el conjunto de la población.
La despenalización del consumo de cannabis fue impulsada hace tres años por la propia policía, harta de perder el tiempo con fumadores de porros cuando tiene asuntos más urgentes que afrontar. La marcha atrás tiene sobre todo un trasfondo político: la obsesión de Gordon Brown por conseguir el apoyo de los influyentes tabloides, la prensa populista y chovinista, que apoyaban a Tony Blair pero no a él. Nada más ser nombrado primer ministro, Brown anunció una revisión de las dos leyes de Blair más criticadas por este tipo de prensa: la liberalización de los horarios de los pubs y la despenalización del cannabis. La primera fue descartada, quizás para no convertir al Reino Unido en el hazmerreír de Europa. Ahora se encamina a modificar la segunda.
El portavoz de Interior de los liberales-demócratas pidió ayer irónicamente al Gobierno que desmantele el organismo asesor sobre drogas y lo sustituya con un consejo asesor "formado por los directores de los periódicos".
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