BP admite que sellar la fuga de crudo puede llevar tres meses
Sumergir una enorme campana para contener el vertido, la solución inmediata
El presidente Barack Obama dice una y otra vez que la petrolera BP pagará la factura y el gigante petrolero británico asiente en todas las ocasiones. "Somos responsables", dijo ayer Tony Hayward, el consejero delegado de la compañía. Sin embargo, Hayward quiso matizar que su responsabilidad se limitaba a "la limpieza y el control de la fuga de crudo" y que, "en el peor de los escenarios", esto último podría tardar "hasta tres meses".
Bajo una ola de críticas que no para de crecer, todos y cada uno de los actores hacia los que se puede dirigir un dedo acusador están estos días intentando limitar su culpa o mirar para otro lado mientras se estudia la instalación a más de 1.500 metros bajo el agua de una campana de cemento y hierro de 74 toneladas de peso que bloquee la fuga. Las acciones de BP caían un 8,51 % en la Bolsa de Nueva York, en una sesión en la que las compañías energéticas perdían en conjunto un 1,10 %.
Cierto es que la antigua British Petroleum acepta su responsabilidad pero a continuación matiza que la maquinaria que falló en la plataforma y condujo al vertido era propiedad de la empresa Transocean, dueña de Deepwater Horizon, operada por BP. O sea: no son culpables del accidente. "No vamos a especular", se informó desde Transocean a través de un comunicado que concluía así: "Esperaremos a tener conocimiento de todos los hechos para sacar conclusiones". Eso fue todo.
Hasta el momento, todos los intentos de contener la marea negra que cada día amenaza las costas de Luisiana, Alabama, Misisipi y Florida han fallado estrepitosamente. El mal tiempo no ayuda y hace muy difícil desplegar en un mar con mucho oleaje las barreras que contengan el crudo. La faraónica opción de implantar sobre las fugas una campana que tapone el flujo continuo que mana de tres filtraciones del oleoducto subterráneo es complicada tecnológicamente y llevará tiempo, desde una semana a tres meses. El plan diseñado consiste en sumergir una campana de hierro y cemento hasta el pozo subterráneo para contener los chorros que, según las fuentes más optimistas, escupen cada día a la superficie 5.000 barriles de crudo (más de 600 toneladas); mientras tanto se perforaría un nuevo pozo y se instalaría otro brazo hacia el que desviar hasta un barco el petróleo. Toda la operación sitúa en un plazo muy largo la resolución de un problema que podría convertirse en "un desastre medioambiental masivo", como admitió el presidente Obama.
La Casa Blanca prosigue su labor de contención de daños acosada por un cuerpo de prensa que ayer sometía a un duro interrogatorio al portavoz, Robert Gibbs. ¿Cuándo se prevé el final del vertido? ¿Con quién en BP ha hablado el presidente? ¿Seguro que la petrolera pagará toda la cuenta? Gibbs se mostró dubitativo en prácticamente todas las cuestiones excepto en la del dinero: "No hay duda de que pagará". Y parafraseando al secretario de Interior de EE UU, Ken Salazar, el portavoz de la Casa Blanca insistió en que mantendrían "la bota sobre el cuello de BP". Ayer estaba prevista en Washington una reunión entre Hayward , el primer ejecutivo de BP, y autoridades del Gobierno federal y líderes del Congreso norteamericano.
El gobernador de Luisiana, Bobby Jindal, retomaba su actividad tras pasar todo el domingo con el presidente Obama informándole de la grave situación. La petición hecha la semana pasada por el gobernador para que 6.000 miembros de la Guardia Nacional se desplegaran en la zona afectada ya ha sido aprobada y 600 hombres esperan órdenes.
Sin poder evitar la comparación, los habitantes de Luisiana temen que su Estado esté ante un nuevo desastre como el provocado por el Katrina, que les sumió en una devastación de la que casi cinco años después todavía se están recuperando. Ayer, las autoridades federales cancelaron la pesca entre el río Misisipi y en Florida, según informaba NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, siglas en inglés).
Las causas que provocaron el accidente que el 20 de abril costó la vida a 11 personas y el hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon tras una explosión y posterior incendio siguen sin conocerse. Ayer, la compañía propietaria planeaba una audiencia pública por primera vez desde que se produjo el suceso.
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