Apóstoles a jornal
En las universidades españolas hay un centenar de capellanes a jornal del Estado porque Franco pagó generosamente a la Iglesia romana su apoyo al golpe militar de 1936, la posterior cruzada incivil y toda la brutal dictadura. No son los únicos. También paga el Estado a cientos de capellanes castrenses, penitenciarios y hospitalarios. Sumando de acá y de allá, cada año salen de Hacienda más de 6.000 millones de euros para financiar actividades de esta confesión, frente a apenas cinco millones para otras religiones.
Los obispos hubieran preferido el control completo de la Universidad, como hicieron con las enseñanzas medias, pero tuvieron que conformarse con capillas y capellanías. Ni siquiera les concedió el dictador un sindicato universitario. Contradecía sus ideas totalitarias. Pero los prelados aprovecharon bien la concesión. Muchos políticos actuales se forjaron en las capellanías católicas. Varios han acabado en el PSOE y en el PCE.
Entre los capellanes de la Complutense hay nombres famosos, como Jesús Aguirre y Ortiz de Zárate (1934-2001). Se hizo teólogo en Munich junto al hoy papa Benedicto XVI (de civil Joseph Ratzinger) y, antes de colgar la sotana para casarse con la duquesa de Alba, revolucionó el oficio y se convirtió en una estrella. En abril de 1963, cuando Franco ordenó matar a Grimau por una guerra que había terminado 24 años atrás, el capellán Aguirre convocó a sus fieles a una misa para orar por el alma del dirigente comunista. Pico de oro, sus sermones eran un acontecimiento dominical. Hoy aparecen más raros y aburridos que gorros de dormir. Están publicados con el título de Sermones en España. En 1977 fue director general de Música con Suárez, hasta que se convirtió en Duque de Alba.
Sobre la dichosa performance en la capilla de Somosaguas, tampoco hay que exagerar. Muchísimo peor es que estudiantes revoltosos no dejen hablar en la Universidad al cardenal Rouco, o callen a gritos a Aznar, Felipe González o Rosa Díez. ¿Qué es una perfomance, con permiso de la Real Academia? Perfomance art (arte en vivo: así han calificado este incidente los profesores) no es más que una muestra escénica donde prima la provocación o el asombro. Vanguardismo estético si uno se va hasta el famoso 1968; o una broma irreverente tipo Caiga quien Caiga. También han sido exageradas las reacciones, intentando convertir en delito una travesura estudiantil, y esa ceremonia de expiación presidida por un obispo, como si se hubieran posesionado de la Complutense todos los demonios.
Dijo un sabio que lo mejor de la religión es que produce ateos. Lo peor es cuando las jerarquías se toman la disidencia a la tremenda, y cuando, enfrente, actúan grupos antirreligiosos tremendistas o zopencos. Para ejercer de anticlerical también se necesita inteligencia. Ni los obispos tienen razón cuando dibujan una España dominada por laicistas furibundos o anticlericales a la vieja usanza (se nota lo poco que se lee a Galdós y los Baroja); ni aciertan los antisistema si creen que el episcopado actual sigue dando vivas a Cristo Rey y al Ejército de su invicto Caudillo.
Si el Estado no es laico ni neutral en materia religiosa, pese a exigirlo la Constitución, no es culpa de los prelados -nadie renuncia a privilegios gratis et amore-, sino falla de un Gobierno que, pese a presumir de laico, no ha hecho más que dejarse torcer el brazo por la Conferencia Episcopal, dando a la Iglesia católica mucho más que los Ejecutivos anteriores y, si apuran, tanto como el propio Franco.
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