Álvaro González, Presidente de Médicos del Mundo
"Desgraciadamente, en mi opinión, estamos prestando una atención desmesurada al libro de Nerín, una atención que no reciben los últimos recortes en Cooperación de Cataluña (descenso del 55%), Galicia (40% y eliminación de las partidas para ayuda humanitaria), Canarias (descenso del 37%) o Navarra (recorte de un millón de euros después de que desde el Gobierno foral suspendiera la tramitación de varias convocatorias). Lejos queda ya cuando el Ayuntamiento de Madrid eliminó el año pasado los fondos destinados a cooperación al desarrollo.
Y creemos que le estamos dedicando más atención que la que se merece, más allá de la decena de eslóganes que incluye, porque no es un buen libro para conocer la cooperación. Y es una pena, porque una publicación crítica y reflexiva sobre la cooperación internacional es necesaria. Este libro se ha quedado en una oportunidad, y en una oportunidad perdida.
Las críticas de fondo más serias que plantea este libro remiten a cuestiones de carácter comunicativo, sobre cómo se explica África, cómo se relacionan las ONG con los africanos o qué expectativas irreales levantan sobre los resultados de su acción. Difícil no estar de acuerdo en que "si nos guiamos por lo que figura en su propaganda, pensaremos que sólo se preocupan de pesar bebés y distribuir leche en polvo". Aunque el propio autor reconoce que "es necesario conocer el mundo de las organizaciones humanitarias para saber que defienden un crecimiento sostenible de las sociedades africanas y que creen imprescindible una relación Norte-Sur más justas, con mejor acceso del Sur a los mercados y las tecnologías", no le da peso en su libro y vuelve recurrentemente a la publicidad para desacreditar a las Organizaciones (a todas además).
Sabemos que no siempre explicamos bien nuestro trabajo, que el desarrollo y la cooperación es algo muy complejo que se trata de adaptar a códigos de lenguaje de manera demasiado simple, que no acabamos de encontrar el tono entre un lenguaje a veces demasiado emotivo y, otras, demasiado técnico... Pero somos los primeros críticos con nosotros mismos. La crítica más dura a nuestro trabajo, a la forma en que lo comunicamos pero también a como lo hacemos, es interna y somos las propias ONGD las que hemos ido evolucionando y cambiando nuestros objetivos y nuestra forma de trabajar a base de cuestionar permanentemente el concepto de desarrollo.
Bienvenida sea la crítica constructiva, la que nos impulse a trabajar en un círculo continuo de aprendizaje-mejora-calidad. Por supuesto creemos que se dan casos de Organizaciones que no funcionan y para ello la fórmula es mayor y mejor transparencia y que la atomización de la ayuda reduce la eficacia, pero esto no lo ha descubierto el autor y somos las propias ONG las que llevamos años diciéndolo.
Nerín cae justamente en lo que denuncia: no contextualiza, desinforma, cae en los mismos tópicos y estereotipos de los que está acusando a las ONG y, sobre todo, su discurso está repleto de incoherencias y contradicciones en las que, en muchas ocasiones, no median más de una página. Por un lado, el autor señala a las Organizaciones por su concepción paternalista de la sociedad africana y por la imagen que transmiten del continente donde nada funciona y por el otro, el mismo repite continuamente tópicos sobre la corrupción "omnipresente" en el continente, la inactividad, la "escasa gobernabilidad"... Es cierto que se ha partido de una concepción paternalista, pero muchas ONG hemos evolucionado y la cooperación que llevamos a cabo desde hace años no tiene nada que ver con la descrita en el libro.
Otra cuestión resulta especialmente injusta y grave: la ambigüedad y confusión con que utiliza el término "organismos de cooperación", sin diferenciar entre ONG, congregaciones religiosas, agencias de cooperación de los Estados, programas y organizaciones de Naciones Unidas... Los errores de uno valen para todos y es no honesto ni responsable por su parte.
Tampoco todas las ONG son iguales. Claro que es bueno que no se piense en un sector "inmaculado" que también plantea sus problemas. Ni queremos que se nos vea con un prisma de "buenismo" ni de sospecha en el que incluso causa sorpresa, como llega a afirmar el autor cuando dice que: "es sorprendente que, en este contexto, los niveles de corrupción en el mundo de la cooperación no sean aún más elevados, al fin y al cabo nadie es de piedra y a todo el mundo le apetece lucrarse aunque trabaje en el sector no lucrativo".
También es llamativo que tratándose el autor de un africanista es que brillan por su ausencia las voces africanas que critican la cooperación. Hasta la página 123 no menciona a la primera como el economista de Benin, Abdoulaye Bio-Tchané, que fue director de la sección africana del FMI. Habla de eurocentrismo y me temo que vuelve a caer en los estereotipos que denuncia. En resumen, un mal libro en el que se suceden anécdotas, tópicos, lugares comunes y que en vez de aportar datos para un debate serio y reflexivo sobre la cooperación al desarrollo se basa en simplificaciones, errores de concepto (algunos de bulto) y equívocos; por no hablar de una ausencia total de bibliografía, referencias, notas al pie, fuentes y citas. En definitiva, una oportunidad perdida para un buen análisis crítico de la cooperación internacional.
Eficacia. Los proyectos de las ONG no son la solución global a la pobreza. Aportamos soluciones concretas a un nivel local que pueden ampliarse en el ámbito regional o estatal de los países en vías de desarrollo, aunque para ello hacen falta muchos más recursos de los que cuenta una ONG. De ahí a hablar del fracaso de la Cooperación al Desarrollo (así de forma genérica, como en casi todo el libro) hay mucha diferencia. El propio autor afirma que las ONG apenas gestionan el 10% de los fondos destinados a cooperación en España y que el grueso de la cooperación la hacen los gobiernos y las instituciones internacionales, pero carga contra las ONG. La cooperación no funciona, en los casos que no funciona, porque choca con otras políticas de los Estados en los que se aplican intereses comerciales, políticos, energéticos... etc. que impiden el desarrollo de los estados. Las ONG llevamos años alertando y denunciando la incoherencia de políticas como las subvenciones agrícolas, los aranceles comerciales, las ayudas a la exportación que inundan de productos subvencionados mercados de países en desarrollo impidiendo el desarrollo de la industria local... No es verdad y es sumamente injusto que se acuse a las ONG de ser "neutrales" cuando llevamos años lanzándole al sistema sus propias contradicciones. El papel de las ONG concienciar a los países del Norte de los cambios que deben acometer para revertir esta situación. Por poner un ejemplo muy concreto de la contribución que podemos y estamos haciendo una ONG como la nuestra. Para millones de personas en el mundo, la obligación de pagar por la atención sanitaria es uno de los principales obstáculos en materia del acceso en salud. Cada año, más de 100 millones de personas caen en la pobreza a causa de los gastos que tienen que afrontar para recibir atención; cientos de millones más renuncian a la búsqueda de tratamiento por falta de dinero.
En los últimos cinco años, la idea de introducir mecanismos de protección social en salud ha ido ganando posiciones en países de ingresos bajos. Algunos de ellos han optado por aplicar políticas de atención sanitaria primaria gratuita para los grupos de población más vulnerables. Médicos del Mundo está apoyando estas iniciativas que tratan de eliminar barreras financieras en países como Níger, Sierra Leona, Haití, Burkina Faso o Malí. Desde 2005, Níger, uno de los países más pobres del mundo, ha introducido medidas para eximir del pago a las mujeres embarazadas y niños menores de 5 años. Esta política ha tenido efectos espectaculares en el nivel de uso de los servicios de salud. Así, el 85% de las mujeres embarazadas ya disfrutan de un seguimiento del embarazo frente al 40% en 2005. El libre acceso de los menores de 5 años también ha contribuido a aumentar el tratamiento precoz de las enfermedades que causan mayor mortalidad infantil. Por ejemplo, desde 2006, los casos de diarrea detectados se multiplicaron por cuatro y la cobertura de inmunización contra el sarampión en niños y niñas de 12 a 23 meses ha aumentado del 47% al 65,6%. En Sierra Leona, desde el año pasado, el Gobierno ha puesto en marcha la iniciativa 'Free Health Care Policy' para facilitar atención gratuita a menores de cinco años y mujeres embarazadas y lactantes. En este país, con uno de los peores indicadores sanitarios del mundo, una consulta de medicina general puede suponer el equivalente a los ingresos medios de un mes para una persona.
En el segundo trimestre de 2010, tras la aprobación de la FHCP se produjo un aumento del 150% en las consultas ambulatorias de menores de cinco años. Los partos en centros sanitarios y las consultas postnatales también se han incrementado tras la aprobación de la iniciativa. Las ONG estamos apoyando a los Gobiernos de estos países en la aplicación de estas iniciativas que, indudablemente, mejoran la salud de sus ciudadanos (en este caso mujeres embarazadas y menores de cinco años) y demandando a los países desarrollados un apoyo decidido a estas políticas. La mayoría de las ONG no pretendemos sustituir a los Estados ni suplantar los servicios públicos como se nos llega a acusar en el libro. Médicos del Mundo apoya y fortalece los servicios públicos de salud primaria, capacita al personal sanitario local, mejora los protocolos de actuación de los sistemas sanitarios locales, lo que no hacemos en montar un sistema de atención paralelo ni mucho menos trabajar en la privatización de un servicio público. Por otro lado, tenemos que decir que dedicamos mucho esfuerzo en medir la eficacia y el impacto de los proyectos. Además de las evaluaciones que las propias financieras nos solicitan, aplicamos nuestros propios análisis y procesos de calidad para medir qué estamos haciendo bien y que estamos haciendo mal extrayendo lecciones de lo que hacemos.
Objetivos. Médicos del Mundo se define como una Organización independiente de toda filiación política o religiosa y tiene entre sus objetivos fundamentales denunciar las causas que ocasionan las injusticias. Una ONG que sitúa el cambio social entre sus fines como es la nuestra en ningún momento se plantea la "neutralidad" o la no intervención en política que plantea el autor. Y en esto coincidimos con muchas ONG. No es cierto que las ONG permanezcan ajenas a la incidencia política. El propio autor incluye ejemplos en el libro aunque no los resalte mucho. Siguiendo el ejemplo anterior de las políticas de atención sanitaria gratuita en países del África subsahariana, hemos reclamado a los países del G20 el apoyo a estas iniciativas que parten de los propios Estados africanos (no están impuestas desde fuera).
Ejemplos del trabajo de incidencia, de denuncia y presión política de las ONG hay incontables. Son campañas que investigan y replican los discursos oficiales, cooperación sin la cual el propio autor no habría podido llenar varias páginas de críticas a la acción exterior de los gobiernos aunque no lo destaque. Las ONG y la ciudadanía han llevado al Parlamento Europeo la demanda para la aplicación de una tasa a las transacciones financieras internacionales, las Organizaciones han sido muy críticas con los recortes en Ayuda Oficial al Desarrollo, con los créditos FAD, con la cooperación militar, la deuda externa, las reglas injustas del comercio internacional....
¿Dónde está la neutralidad o la inacción política? Cuando el autor habla las trabas a la entrada de los productos africanos a los mercados del Norte me viene a la mente las campañas de 'Comercio con justicia', cuando menciona a la deuda externa me acuerdo de 'Deuda externa, deuda eterna' y en el párrafo en el que descubre las limitaciones que las patentes de medicamentos suponen para la lucha contra el VIH/sida recuerdo las campañas contra las patentes que los compañeros de MSF impulsan desde 1999... y me dejo decenas de ejemplos. ¿Acaso no han sido las ONG las voces que más han denunciado estas prácticas?
No se trata de arrogarnos el mérito de haber puesto estas demandas sobre la mesa, pero no es justo negar que las Organizaciones han puesto mucho esfuerzo están haciendo para presionar a los Gobiernos para que esto cambie y me temo que el autor lo hace.
Modelos. Nerín habla de las ONG y de la cooperación que estas llevan a cabo desde una óptica del asistencialismo, óptica que en muchas ONG ha quedado superada desde hace años. De hecho, nos encontramos en la una tercera fase de la cooperación que ha evolucionado desde el asistencialismo, la identificación de necesidades al enfoque de derechos. Médicos del Mundo, como muchas ONG de desarrollo trabaja con un enfoque de derechos. La persona es sujeto de derechos y el Estado está obligado a garantizar su ejercicio. La salud es un derecho humano universal del cual toda persona es titular y que debe ser garantizado por los Estados. Para Médicos del Mundo esto significa que se deben apoyar y fortalecer los sistemas públicos de salud y empoderar a la población para que conozca y reivindique sus derechos a tener servicios públicos de salud adecuados. Para nosotros es fundamental la participación de las poblaciones afectadas en el ejercicio de sus derechos, y de sus organizaciones comunitarias, en la formulación de los proyectos.
Médicos del Mundo defiende la necesidad de establecer un diálogo entre la bio-medicina y la medicina tradicional y apuesta por la interculturalidad en salud como un enfoque que permite fortalecer los sistemas de salud. Médicos del Mundo incorpora la interculturalidad en salud en sus intervenciones reconociendo diversidad y flexibilidad, entiendo ésta como tolerancia y diálogo. Cuando Nerín habla que la cooperación "refuerza los sentimiento de superioridad del Norte e inferioridad del Sur" desde luego no habla de la cooperación que hacemos nosotros ni, seguro, la que llevan a cabo otras ONG en otros ámbitos.
Personas. Los cooperantes no son santos laicos, ni mercenarios. Pero afirmar que los cooperantes ganan 10.000 dólares al mes o que "son "muy conocidos por los camareros de los locales nocturnos ya que a menudo piden la factura de los gintónics para colarse como dietas ", puede parecer muy divertido, pero es falso, irresponsable y doloroso.
En este tema, como en tantos otros de los que plantea el libro, el autor se contradice continuamente y pasa de considerar a los cooperantes una casta llena de privilegios a decir que en el seno de las ONG se da "explotación laboral", que los "cooperantes han pasado años y años en condiciones precarias" o que las ONG "resultan muy económicas porque tratan de reducir sus costes al máximo". ¿En qué quedamos entonces? Pues en nada porque sólo la confusión y el ruido es con lo único con lo que quiere el autor que nos quedemos. Habrá habido casos en ambos extremos, pero no pueden calificar el comportamiento de todos los cooperantes. Los cooperantes son personas comprometidas pero no infalibles. De ahí a lanzar las acusaciones sin nombre que se lanzan en el libro creo que hay un paso demasiado grande. No conozco ningún cooperante que se meta en esto por "negocio", ni que vivan en hoteles de lujo, ni de lejos conocen lo que es viajar en "bussines". En este capítulo los tópicos son especialmente hirientes y no porque los cooperantes sean los mártires del siglo XXI sino porque no se juega y se frivoliza con el esfuerzo de mucha gente.
Los cooperantes renuncian, en muchos casos, a la familia y las comodidades que ofrece vivir en un país como España por sueldos normales. Las condiciones laborales son las españolas como no podía ser de otra forma. Estaría bueno que las ONG, que trabajamos para que la población de los países en desarrollo tengan una vida diga no facilitáramos un tratamiento digno a nuestros cooperantes. Nerín dice: "hay muchos cooperantes que en el día a día se ven obligados a plantearse muchos interrogantes. Son conscientes de los problemas de los proyectos, y quieren solucionarlos, pero no sabemos cómo. No reniegan de la cooperación, pero no tratan de esconder sus limitaciones". Como dice Montse Santolino, especialista en comunicación para el desarrollo: "A estos, un libro así, no les ayuda demasiado".
Publicidad y campañas. Médicos del Mundo no destina un solo euro a publicidad por lo que no podemos decir mucho en este ámbito. No obstante los mensajes que Médicos del Mundo se basan en el código de conducta de la Coordinadora de ONGD de la que formamos parte. Este código trata, precisamente, de eliminar estereotipos sobre las personas con las que trabajamos. La comunicación para las ONGD es un instrumento de sensibilización y educación para el desarrollo. Creemos que ésta debe servir para promover la toma de conciencia sobre los problemas del desarrollo y conocer y comprender las causas de la pobreza y sus posibles soluciones entre otros objetivos. En la comunicación que promovemos, y en la relación con los profesionales de la comunicación, nos centramos en las causas (políticas, estructurales, medioambientales) de la pobreza por complejas que estas sean. Destacamos los esfuerzos de las personas de las sociedades en las que trabajamos en su desarrollo y fomentamos los mensajes que pueden promover cambios de actitudes individuales y sociales en el Norte para que sea posible un cambio real.
Como en otras partes del libro, el autor ofrece solo información parcial, acusa a las ONG de una cosa y la contraria y da la impresión de tener una idea predeterminada muy clara: atacar el flanco más débil del sistema de ayuda internacional y que mejores titulares y posibilidades de marketing ofrece para su obra. Sólo así se explica que se usen ejemplos, en muchos casos descontextualizados, de algunas ONG para cargar contra toda la publicidad de todas las Organizaciones.
Medios. En este caso no sé si esta pregunta estaría más dirigida a los medios que a las ONG. No obstante diré que se nos acusa de una cosa y de la contraria. Por un lado se nos dice que "usamos a los medios no para sensibilizar sino para hacerse propaganda mediante una presentación mitificada de sus proyectos", pero, a renglón seguido, Nerín escribe" que las ONG pretenden que los medios de comunicación se dediquen a la educación para el desarrollo". Las ONG tratamos de que en los medios de comunicación tengan acceso voces de países en vías de desarrollo que no son las institucionales y que, de otra forma, no tendrían acceso a este altavoz.
Intentamos que los medios hablen sobre las causas no sobre nuestros proyectos, sobre las dificultades de las poblaciones del Sur en el acceso a la salud y no sobre los programas que impulsamos porque, al final, lo que nos importa no es que el lector o el espectador se quede con el logo sino con las causas que llevan a millones de personas a no tener asegurado el derecho a la salud. Desgraciadamente, libros como el que Nerín no nos van a ayudar.
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