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Alemania y Reino Unido impiden vender fármacos para ejecuciones

Las ONG contra la pena de muerte logran paralizar la producción de Pentothal, componente clave de la inyección letal - EE UU intentaba comprarlo en Europa

La lucha contra la pena de muerte ha tomado nuevo vigor con el éxito de las ONG que han sacado a la luz cuáles son los laboratorios que fabrican y venden el tiopental sódico (más conocido como Pentothal), uno de los tres componentes que forman la inyección letal que se administra a los reos en algunas partes de EE UU. Hospira, el principal fabricante, ha renunciado a fabricarlo en Italia por la presión ciudadana, y los Gobiernos de Alemania y Reino Unido han prohibido a sus empresas que lo faciliten.

El detonante de este movimiento lo activó la ONG Reprieve. "Empezamos a investigar en octubre del año pasado, cuando nos enteramos de que había problemas con el suministro", dice desde Londres Katherine O'Shea, portavoz de la organización. Ellos han conseguido, "después de un trabajo detectivesco", saber cuál era el vendedor británico de la droga a los penales estadounidenses (un intermediario llamado Dream Pharma), y hacerlo público. "Con ello esperamos presionarlos. El Pentothal es una droga difícil de fabricar y, como ya no tiene patente, es barata, así que hay pocos laboratorios dispuestos a invertir en ella", afirma O'Shea.

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Fue Oklahoma el primer Estado que el año pasado ejecutó a tres presos con un barbitúrico que se utiliza en la eutanasia animal debido a la escasez de Pentothal, el fármaco que induce el sueño de los condenados a muerte antes de que el cloruro de potasio y el bromuro de pancuronio le dejen sin respiración y le paren el corazón. "Sin duda alguna, su falta va a suponer muchos problemas para los Estados con pena capital", asegura Richard Dieter, director del Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC, siglas en inglés), un grupo con base en Washington que no toma partido ni a favor ni en contra, sólo se limita a exponer al público lo costoso del método. Treinta y cinco Estados ejecutan presos (de un total de 50), y todos usan la inyección letal después de que en 2008 el Tribunal Supremo dictase la inconstitucionalidad de la silla eléctrica por considerar el método "cruel e inhumano". La viabilidad de la pena de muerte en Estados Unidos no se dirime con manifestaciones en la calle o debates -a favor o en contra- sobre la violación de los derechos humanos que supone.

Con la presión "se van a dificultar las ejecuciones. La composición del cóctel está fijada por ley, y si tienen que cambiarlo van a tardar. Además, ahora la gente está pendiente de quién vende fármacos para matar", señala O'Shea.

Tejas, el Estado que más ejecuciones acomete, tiene programadas dos en febrero, una en mayo y otra en julio. "En este momento tenemos Pentothal en nuestros almacenes para las ejecuciones de febrero, pero caduca en marzo", asegura un breve comunicado emitido por el Departamento de Justicia Criminal de ese Estado. Desde que se reinstauró la máxima pena en 1976, un total de 1.237 personas han sido ejecutadas en EE UU.

El fin último del Pentothal sódico es anestésico y de hecho Hospira lo vendía a los penales de EE UU para su uso quirúrgico en las cárceles. El Pentothal no se usa por los anestesistas en la medicina avanzada occidental desde hace ya dos décadas a causa de sus efectos secundarios. La anestesia que se inyecta habitualmente en los quirófanos es el propofol, que se hizo famoso después de que el cantante Michael Jackson muriese en 2009 por una sobredosis de ese barbitúrico. Pero las empresas que producen el propofol tuvieron que retirar su producción después de una alerta sanitaria que aseguraba que algunas remesas del medicamento se encontraban contaminadas.

El Pentothal "no está creado para la pena capital", asegura la compañía farmacéutica Hospira. "Es un anestésico para operaciones quirúrgicas". Si la presión ciudadana llevó a Hospira a anular su intención de fabricar el Pentothal en Italia, en Alemania y Reino Unido los Gobiernos se han hecho eco del malestar en la calle. Los médicos alemanes ofrecieron ayer su apoyo a la decisión del ministro de Salud, Philipp Rösler, quien mandó una circular a las farmacéuticas para que no aceptaran pedidos de EE UU. Los productores anunciaron que acatarán la sugerencia.

Según el diario Süddeutsche Zeitung, el Ministerio de Exteriores comunicó a Rösler, del partido liberal, que EE UU había intentado conseguir el sedante en Reino Unido. El ministro, por iniciativa propia, mandó entonces una circular donde pidió a las farmacéuticas "que comercian este componente, que no acepten peticiones parecidas". El mensaje, que fue recibido también por la cámara de comercio exterior, hace referencia a la legislación alemana contraria a la pena de muerte y advierte contra un "uso inadecuado" del narcótico sedante tiopental sódico. Sin embargo, Rösler admitió que no hay posibilidad legal de prohibir un suministro de ese tipo y que solo podría vetarse su exportación mediante una modificación de la legislación sobre comercio exterior, algo que compete al ministerio de Economía.

Ayer, Rösler recibió el respaldo del Gobierno y de la asociación nacional de médicos (BÄK). "La industria farmacéutica alemana puede demostrar que hace negocios éticamente si se suma a este pedido", dijo el vicepresidente Frank Ulrich Montgomery. "Sería una oportunidad para demostrar que se ocupa de las personas y no de la defensa de los mercados". Ayer por la tarde se sumaron al no también las farmacéuticas. "Si llegan pedidos explícitos los rechazaremos", dijo Susan E. Knoll, portavoz de la Asociación de Empresas de Investigación Farmacéuticas.

Con información de Yolanda Monge (Washington).

Cámara para la aplicación de la inyección letal en un penal de EE UU.
Cámara para la aplicación de la inyección letal en un penal de EE UU.AP

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